Capítulo XXIII | Sangre

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                SELINA SE HABÍA NEGADO A ABANDONAR LA CUBIERTA DEL BARCO. Harry le había propuesto que bajara a refugiarse en cualquier sala que no estuviese cerrada con llave, pero la muchacha no había querido hacerle caso. Al parecer, al hombre le preocupaba que el clima del exterior pudiera resfriarla, pero la chica de rizos apenas sentía la humedad del ambiente. Se dijo a sí misma que estaba tan preocupada que por eso no sentía el frío de su alrededor.

Pese a que su sugerencia había sido ignorada, el hombre había regresado unos minutos después con una manta de color beige que la castaña había depositado sobre sus hombros, envolviéndose con ella.

Sonrió para sus adentros al pensar en las similitudes que podía encontrar entre Harry y Gibbs. Ambas eran personas serias, centradas y amables; aunque era evidente que el pirata, gracias a sus años de experiencia y a su singular oficio, tenía historias bastante más interesantes que contar.

La francesa recorrió la cubierta con los ojos asimilando la tranquilidad que la rodeaba. Una tripulación pirata era completamente distinta a un grupo de marineros comunes. La prueba de ello era que, en lugar de pasar el rato bebiendo, jugando y riendo como lo harían los piratas, los hombres de Anastasia charlaban tranquilos disfrutando de aquella paz. Selina sintió casi como si estuviera rodeada de los amigos de su padre que, de vez en cuando, iban a su mansión a celebrar algún evento. Ella tenía prácticamente prohibido salir de su habitación cuando esto sucedía, pero en alguna ocasión —sobre todo de niña — había espiado lo que hacían por mera curiosidad.

Como cada vez que pensaba en él, se encontró echando de menos a su padre y deseando que se encontrara bien. Ni siquiera estaba segura de cuánto tiempo había transcurrido desde que huyó, pues había perdido la noción, pero calculaba que llevaba fuera de casa varios meses. Si todo salía según lo esperado, en menos de unas horas ya se encontraría rumbo a Port Royal para reencontrarse con su progenitor.

Tenía total confianza en que Jack y Anastasia lograrían su cometido. Pero, entonces, ¿por qué se sentía tan inquieta de repente? Quizá fuese porque tanto silencio le estaba resultando extraño. No recordaba haber estado tan tranquila desde que salió de Francia.

Entre la espada y el océano | Piratas del Caribe [Jack Sparrow]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora