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Me levanto todo malhumorado, algo que es muy raro en mí, me la paso toda la noche leyendo las declaraciones y el testimonio del caso del secuestro de las jóvenes; además de ver el celular cada dos minutos, esperando que este idiota me responda.

Algo que nunca pasó. Decido ir al cafetín donde conocí a mi odiosa, caminando, ya que no tengo coche. Me pido un café que termino tirándome encima, y tumbando mi desayuno al piso.

- ¡Demonios!

- Parece que no tiene una buena mañana, licenciado.

- Algo Julio, algo; espero que mejore al pasar las horas.

Salgo y siento un golpe.

- ¡Auch! — no otra vez, cuando verifico veo a mi estrella en el piso.

- Tengo un déjà vu — menciono y ella me mira con esos ojos tan maravillosos y extraños.

- Debí imaginar que eras tú, ¿Tienes algo contra mi persona? Cada vez que me ves, termino herida.

- Lo siento, en mi defensa, esta vez no te vi.

- ¿Es decir que la vez anterior si me viste? — Tal vez, le extiendo la mano y la utiliza de apoyo para levantarse.

- Lo siento, no quise pegarte, déjame revisarte — me acerco observando su frente — esta vez no pareces un unicornio.

- Bobo — me empuja — voy a poner una orden de alejamiento contra ti, eres nocivo para mi salud.

- No si ese calificativo es de ascenso o que baje en la categoría — la veo con dificultad al caminar.

- Bajaste de categoría.

- Ese pie debería estar mejor y no es así. Debes ir al médico.

- Ya fui, otra gracia que te debo a ti.

- Culpable, pero debes admitir que tú tuviste responsabilidad por querer lastimarme, saliste herida, eso es karma.

- Hablando de Karma, ¿necesitas un babero? —¿Qué?, me señala la blusa y está manchada de café.

- No ha sido una buena mañana, excepto porque te vi.

Pongo mi portafolio en una mesa y trato de limpiar la blusa.

- Eso no va a salir de esa forma.

- Eso es evidente, no puedo estar sucio y mucho menos ir así a trabajar, y sin carro.

- ¿No tienes carro?

- No. El idiota de mi amigo se lo presté y no volvió por mí, no responde a mis llamadas y... Ayer no fue un buen día — la observé y parece que se está riendo de mí — ¿eso es una sonrisa?

- Te estás burlando de mí, por lo menos alguien se ríe de mis desgracias — me deleito con su sonrisa.

- No es eso, o bueno, sí. Obvio me estoy riendo de ti, pero creo que las estrellas me escucharon porque deseé que tuvieras un mal día por ser el responsable de que no pueda manejar y caminar bien — enarco mis cejas, por su gran honestidad, y se ríe con más gana.

- ¿Así que eres la responsable de mi mal día? —sube sus brazos aceptando su culpa — pues diles a tus estrellas que me levanten el castigo, con el día de ayer fue suficiente.

- Mm, no. Mereces sufrir por todos los golpes que me has dado y se acaba de sumar otro.

- Pobre de mí, mujer, voy a terminar en un hospital de la rabia o del estrés, nuestros hijos no te lo perdonarán.

Bajo la lluvia de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora