Capítulo 48

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Dave

—¡Reúnanlos con las demás criaturas insignificantes! —escucho exclamar a lo lejos con ese acento siseante al que ya estoy acostumbrado a oír.

Siento el cuerpo cansado y lo primero que capté en este trance de despertar o seguir durmiendo son algunos sollozos, pasan otros segundos más y vuelven a hacer presencia en mi audición y se me hace raro porque hasta el momento no he escuchado a ningún Naga hacerlo.

—Sed... —apenas puedo arrojar con voz ronca como el desierto lo que mi cuerpo exige, mi garganta la siento rasposa y es otra cosa más por la que hago lo posible por abrir mis ojos.

Me tardo un poco más de lo pensado en enfocar la vista en las siluetas borrosas que tengo enfrente y me encuentro con varias caras conocidas. Parpadeo varias veces para asegurarme de que no me lo estoy imaginando y no desaparecen los humanos que tengo frente a mí en estos instantes. Antes de que mi corazón diera un grito de alegría, los recuerdos de lo último que ocurrió en ese lugar vuelven en picada como flashbacks.

¡Lizzie! ¡Gwen!

Me estremezco mientras las busco con una rapidez que a los pocos segundos me hace lamentar el haberlo hecho por el dolor que me produce en la nuca. Lo ignoro de inmediato cuando las encuentro a mi costado de la misma forma en la que al parecer, recién me percato, estamos amarrados con unas enredaderas con espinas exteriores porque no siento nada clavado en mis palmas por suerte y estamos sujetos a una especie de palo horizontal al que está sujeto una maya parecida a una red en la que seremos arrastrados más que seguro.

—Lizzie —susurro su nombre para que despierte y hago lo mismo con Gwen— Chicas, abran los ojos, por favor —ruego en mis intentos que no están dando resultados.

—Dave —una voz masculina me hace volver la atención a lo que tengo enfrente y con ello vuelvo a tener en cuenta la precaria felicidad que me había embargado hace poco—. Es bueno ver otra cara conocida con vida —dice con una sonrisa que remarca el piercing en forma de argolla en el extremo de su labio inferior.

—Roger —saludo con la misma sonrisa que él. No hemos sido demasiado cercanos dentro de la nave, él tenía su propio grupo de amigos, pero sé que es bueno en lo que hace y nunca estuvo envuelto en peleas.

Seguí el recorrido de su cuerpo y me percaté de lo importante, más allá de su presencia y la de las otras cuatro personas que están con él. Tiene una marca de mordida en el cuello y la sangre aún está fresca manchando su piel morena, el estado de los demás era igual o incluso peor, tenían muy marcadas las sombras debajo de los ojos y se les notaba algunos más pálidos que otros. No han tenido un buen tiempo desde que llegaron a Orlox, eso está a la vista, y también estaban igual de amarrados en las palmas de las manos por arriba de la cabeza a la misma base en la que estoy con Lizzie y Gwen.

—Ella es Clara —añadió después de unos segundos, señalando con la cabeza a una chica pelinegra que estaba a su costado—. Luego están Gabe, Alice y James.

—Hola chicos... —es lo único que se me ocurre como saludo. Qué se supone que tendría que decirles, entonces. 

¿Un gusto chicos, me alegra que estén con vida, aunque en estas condiciones de estar atados como en una carnicería, siendo nosotros la carne, no es lo que me hubiera imaginado? Obviamente, no.

Clara y James fueron los únicos que me devolvieron el saludo de la misma forma nerviosa que yo, los sollozos que había escuchado antes eran de Alice que seguía derramando lágrimas sin abrir los ojos. Gabe simplemente estaba ausente, muchas cosas en las que pensar, no lo culpo.

—Más atrás están otros cinco, también amarrados —especifica Roger y estiro el cuello con una punzada por el intento, pero veo que es verdad lo que acababa de decir.

Renacidos en OrloxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora