Sentía la fría brisa de Rusia volar mis cabellos, pero realmente no me importaba tanto, ya estaba acostumbrándome a estas heladas en las que a veces recibo un acogedor calor y en otras los copos de nieve congelan mi corazón.
Estos días fueron tan maravillosos, a pesar de que las verdades estaban a la vuelta de la esquina, sin embargo, como toda realidad, está me golpeo una vez más, porque hoy volví a ese lugar que decía ser mi casa temporal o un intento barato de hogar, y aunque creí recibir millones de gritos e insultos solo el silencio, la indiferencia y las miradas de decepción me inundaron, haciéndome entender que luego de dos días desaparecida de casa, no se preocuparon en llamar o siquiera fingir un destello de preocupación, pero lo que más me dolió fue que no hubo arrepentimiento en sus ojos. Todo lo que me habían dicho ese día había sido real, querían que este muerta y nunca podría ser más que la hija fracaso. Elaia, eres mucho más que eso.
Apreté con fuerza el relicario en el que conservo una imagen de mi madre conmigo cuando yo era pequeña y el corazón se me estrujo, pero no pude dar paso a las lágrimas, quizás, porque estas podrían congelarse o porque detrás de mí se escuchó un pequeño ruido, haciendo que me gire para solo encontrar un rostro serio, imponente y juraría que roto ¿Qué sucedió ahora? No sé porque mi sistema empezó a temer, porque si él decidía que esto no era lo que le hacía feliz y que la única enamorada era yo, se me quebraría aún más el corazón. Vamos, Elaia, todo saldrá bien.
—¿Qué hace fuera con tanto frío, Señorita Sikora?—preguntó con calma y con una sonrisa que juraría que no llegó a sus ojos y eso me dolió.
No quería estar dentro donde miles de miradas de pena y de asco se desataron ante mi presencia, me hacía sentir tan miserable conmigo misma, como si hubiera fallado y fuera solo una carga para mi familia y aunque, quizás, para los ojos de ellos solo podía ser eso, no podía evitar que no doliera.
—Solo quería disfrutar un poco del frío—mentí descaradamente ya que lo odio, pero su respuesta solo me hizo reír.
—No comprendo sus mentiras, Elaia, si ambos sabemos cuando odia estas heladas—comentó serio y yo sonreí mirando los inmensos jardines que, parecían que era lo único con vida de aquí.
Sentí sus pasos acercarse hasta terminar detrás de mí y cerré los ojos, mientras agradezco el calor que emana su cuerpo, a pesar de que este no me toque como me gustaría. De verdad daría mucho por un abrazo suyo.
Quería fingir por un segundo que solo éramos él y yo, que dentro no estaban todas esas personas odiándome con la mirada y que entre ellas se hallaba mi padre. Quería pensar que estábamos solos en este jardín y que no me siento patética, al saber que él nunca me querrá de la forma en la que yo lo hago. Elaia, eso no lo sabes. Quizás no, pero me daba miedo saber que si esto es correspondido mi padre nunca podrá volver a verme a los ojos, y que en Polonia un hombre ajeno a mí y a mi vida espera para casarse conmigo, y tener la empresa que me corresponde.
ESTÁS LEYENDO
The Monster © [+18] ✔
RomansaLibro I de la Bilogía la Debilidad del Diablo: The Monster. [COMPLETA] Elaia Sikora es hija de uno de los mafiosos más importantes en Polonia, sin embargo, ella poco está enterada de este mundo y se ve a la hora de actuar de esa manera dulce y amoro...