Maldita vecina ;; lesbian

Su maldita música

Me encontraba tumbada en mi cama, mirando el techo en la oscuridad de mi habitación. Las estrellas que brillaban en la oscuridad que había pegado a los doce aún resistian.

El día siguiente sería el primer día de mi último año, que nervios. Pero estaría con Matt, mi mejor amigo desde que él se mudo a la casa junto a la mía.

Mi mente trataba de relajarse y entregarse al sueño, pero la música a todo volumen proveniente de la casa de al lado lo impedía. No paraba, solo seguía y seguía. Me preguntaba quién pondrá música a esta hora.

Al principio, intenté ignorarla, pero conforme pasaban los minutos y el reloj marcaba las tres de la mañana, la paciencia se me agotó. ¿Realmente iría y sería la típica señora aguafiestas? Pues creo que sí. Si había algo que me tomaba en serio, era mi apariencia, y no dejaría que unas ojeras me arruinaran el primer día, oh sí, eso sí que no.

—¡Esto es insoportable! —murmuré entre dientes mientras me levantaba de la cama con determinación.

Caminé hasta la ventana y pude ver la luz que provenía de la casa vecina. Mierda. Era la casa de aquella chica, la nueva vecina. Tenia cabello largo, de un intenso color negro azabache. Y sus ojos, grandes y expresivos, de un profundo color verde esmeralda. No se que tenían los ojos claros, pero me incomodaban.

No tenía otra opción que ir a hablar con ella. Al levantarme me di cuenta que tenía mi pijama de Naruto, bueno más bien que pijama era un camisón de cuando era pequeña que ahora usaba de camiseta para dormir. Tome una bata y me la puse por encima para taparla.

Mientras cruzaba el jardín, la música se volvía cada vez más ensordecedora. Golpeé con fuerza la puerta de la casa, y en mi interior, una mezcla de nerviosismo y miedo me invadió, no sabia que decirle sin sonar demasiado molesta.

La puerta finalmente se abrió, y allí estaba ella. Aún no sabía su nombre. Quedé paralizada por un instante. Era más alta de lo que recordaba. Era como si su sola presencia me dejará sin palabras.

—¿Qué quieres? —dijo ella, con total desinterés, como si mi presencia no le importara en lo más mínimo.

Me recuperé rápidamente y mi frustración tomó el control de mis emociones.

-Quería pedirte si podías bajar la música, está muy alta...y son las tres de la mañana.

Valentina me miró con una ceja alzada y su expresión no cambió en lo más mínimo.

—Lo siento, no tenía idea de que te molestara mi música —respondió Valentina con un tono frío y desinteresado.

—¿No podrías bajar un poco el volumen, por favor? —le pedí con amabilidad—. Es tarde y tengo que despertarme temprano mañana.

Valentina me observó durante unos segundos antes de responder.

-Esta bien.- y acto seguido cerró la puerta.

Bueno, salió mucho mejor de lo que esperaba, quizás no sea tan mala como yo pen...

Cuando me encontraba de vuelta en la puerta de mi casa, escuché como la música subía aún más.

Ya no tenía fuerzas para volver. Simplemente me fui a dormir, y esperé lo mejor.

Al otro día, ni me podía levantar. Maldita vecina. Finalmente me había dormido a las cinco de la mañana.

Me puse el uniforme y tomé una tostada para desayunar en el camino. En la puerta me esperaba Matt.

-¡Por fin saliste! Pensé que no vendrías, princesa.

-Ja ja, es culpa de la estúpida vecina. Apenas dormí anoche por su música, y hoy no me podía ni levantar.

-Dile que se cuide, porque apenas la vea...se enfrentará a la furia de mis patadas!- dijo Matt haciendo patadas de karate en broma.

Sí que sabía hacerme reír Matt.

Fuimos todo el viaje riéndonos y conversando. Cuando finalmente habíamos llegado al instituto, suspire. Había llegado, ese era mi primer ultimo dia. Pensé que nunca llegaría.

-Oye, bonitas ojeras.- dijo una voz femenina.

Yo conocía esa voz... era de mi vecina!

Al verla ya estaba caminando por delante mío, y tenía puesto el uniforme. Me miró y me sonrió. Como odiaba su sonrisa burlona.

Eso no podía estar pasando, no, tenía que ser una pesadilla. Maldita vecina.