UNA ESTUPIDEZ TRAS OTRA {45}

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{Capítulo 45}

XANDER

Thunder no podía no presentarse al dueto hoy.

—Hola, pelirrojo, soy Sigh. No sé si estás en casa de Thunder o si has salido... Pero por favor, saca a ese maldito danés fuera. Tiene una última prueba pendiente. Dile que le estamos esperando.

Esa furia arrolladora de los White resurgió con intensidad de ella.

Sonreí ante su mensaje de voz.

Esa era mi chica.

ϟ ϟ ϟ

Gracias a que tuve la maravillosa idea de pedirle el número de teléfono a Thunder el día anterior, pude mandarle un mensaje. Me sorprendió que me contestase al instante.

—Abre la ventana —le envié.

—¿Para qué? —me contestó él seco e indiferente en un mensaje de voz.

—Ábrela ahora —respondí tajante y sin titubear un solo segundo, por medio de otro mensaje de voz. No teníamos tiempo que perder.

Esperé paciente a que entendiese que la determinación en mi voz se debía a que o bien abría la ventana o bien me ponía a hacer ruido tomando una cazuela y una cuchara. Aporrearía la misma hasta que el ruido se colase en su vivienda y me maldiciese en danés si así se sentía mejor.

Era capaz de eso, y de más si me lo proponía.

Sigh tenía experiencia en aguantar esos prontos hiperactivos. Ella los encontraba sin gusto e irritantes. Aún no sabía por qué.

Me dirigí a la cocina, preparado y más que consciente del ruido que provocaría, colándose también por la vivienda de los vecinos del otro lado. Allí encontré algo mucho más cómodo y llevadero. Tomé dos tapas de dos cazuelas diferentes y pensé que golpearlas entre sí irritaría lo suficiente a Thunder como para que se diese por vencido.

Antes de siquiera dar un solo golpe, me llegó un nuevo mensaje de voz del mismo.

—Vale, vale... Ya voy —lo escuché decir, a regañadientes.

Corrí las cortinas y abrí mi ventana. Pude ver cómo este aún ni siquiera había echado a un lado sus cortinas.

—Quítate de en medio —le mensajeé con una sonrisa traviesa y me fui del espacio.

Solo me dio tiempo a ver que este volvía a escribir. Un mensaje tras otro. Mis notificaciones aparecieron iluminando mi pantalla sin cesar. Hasta que al mismo le dio por correr las cortinas y abrir la ventana, mirar el salón vacío ceñudo y apartarse con cuidado.

Bueno, ese era mi momento. Pensé, aunque sin hacerlo mucho para ser sinceros.

ϟ ϟ ϟ

Salté. Salté hasta caer sobre el sofá que ocupaba la mayor parte del salón de Thunder. Mi cuerpo impactó contra este y terminé rodando en el mismo por la propia gravedad hasta acabar tumbado sobre la moqueta.

Respiré e inspiré con fuerza.

Vale, ya no era un niño, lo notaba en cada respiración entrecortada. Pero quedaba parte de esa esencia en mí que me alentaba a hacer este tipo de... Sí, ese tipo de estupideces. Admití, obligado.

—¡¿Pero qué demonios ha sido eso?! ¿Tanto te costaba tocar la puerta y entrar como alguien civilizado? —Lo observé desde una perspectiva en la que su figura se veía mucho más imponente. Aun así, estallé en carcajadas por escucharlo regañarme.

Thunder no tenía autoridad, era un tipo grande que sin conocerlo, podía causar un considerable respeto, pero por dentro era como un pequeño osito de peluche con un corazón gigante.

Conmigo no funcionaría lo de intentar asustarme con su voz grave y oscura.

—Oh, estás deseando probarlo —fue lo único que dije.

Este me miró ceñudo. Aunque pude ver el fantasma de una sonrisa en él.

—Bueno..., se me hace tentador —soltó de pronto, dejándome en el sitio.

Sabía que Thunder y yo nos entenderíamos bien.

—Bien, pues es tu momento. Mientras yo... Ya sabes..., descanso aquí —dije con voz queda, respirando entrecortadamente. Hacía semanas y semanas que Raider no nos arrastraba a Sigh y a mí a hacer deporte, estaba algo desentrenado.

Agradecí que Sigh no estuviese presente para echarme en cara lo flojo que era.

Como venganza de la de veces que se lo había dicho yo a ella.

Y sin dudarlo un segundo, de pronto había llevado al danés a cometer la misma estupidez imprudente que yo mismo tantas ganas había tenido de probar en cuanto supe que vivíamos en una vivienda con ventana compartida con los de al lado.

ϟ ϟ ϟ

—¿Qué... tal, tío?

—Igual que tú, o peor me arriesgaría a decir.

—Bien, pues ahora sí. Tienes un gran cometido hoy. Así que, ahora que ya te has desenvuelto de cierta manera con... esto, una chica que tú bien conoces me ha obligado a llevarte a la escuela. Para asegurar que te presentes allí y tal.

Este puso los ojos en blanco y le restó importancia, aburrido.

—Una sola tontería y toco los piercings de tus orejas —le amenacé a este, junto a una fulminante mirada—. He visto que muchos de ellos son recientes, por unos cuantos botecitos de suero fisiológico, desinfectantes... No querrás que los toqué con fuerza, ¿verdad? Porque creéme, soy capaz. Te perseguiré por todo Quebec si hace falta.

Este, en respuesta, enterró su rostro en sus manos. Y gimió, impotente.

—¿Sabes? Empiezo a odiar que todos aquí seáis tan observadores. —Me dedicó una mirada de pocos amigos, aunque vi el pequeño atisbo divertido que deambulaba por sus ojos.

—Hum. Yo aprendí de la mejor. Quien te espera poco paciente en la escuela. Así que, yo que tú no la haría enfadar.

Eléctricos suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora