CAPITULO 27

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La historia de Aníbal, no era tan triste como la de Cadmo o Raksa, el doncel pudo vivir una vida tranquila la mayor parte de su juventud, junto a su duque. Fue con la llegada de su último hijo que la vida de Aníbal se tornó un tormento, ya que su esposo ya no lo veía atractivo.

En el "Diario de Aníbal" el propio doncel narró que con la llegada de su hijo menor su esposo lo había abandonado, cansado de tener que cuidarlo. Aníbal fue obligado a separarse de sus hijos varones y quedarse con sus hijas. Durante años le fue prohibido ni siquiera hablar de ellos, el duque no quería que sus hijos no tuvieran contacto con Aníbal, ya que para él no tenía nada de valor.

Las últimos palabras que Aníbal dejo plasmada en su diario, fueron unas horas antes del día de su muerte. Aníbal escribió roto de dolor que nunca se había sentido tan mal como en aquel momento, preguntándose cómo había sido capaz de amar a aquel duque y como era capaz que el propio hombre con el que había convertido más de media vida era capaz de hacerle pasar algo tan humillante.

"No solo soy tu esposo o doncel. Soy el padre de tus hijos e hijas, son quien durmió a tu lado todo este tiempo. Soy quien por más de dos décadas te entrego todo su ser. Mi muerte no quitará que tu historia está ligada a mi vida, puede que olviden mi nombre, pero no me importa.

Sabes lo que me apena más, que aún con estás escasas horas que me quedan de vida, te sigo amando. Porque yo al contario de ti, querido duque, no soy capaz de olvidar los mejores momentos vividos a tu lado. Incluso cuando aquellos momentos a veces fueron duros para mí.

Mis hijos te recordaran por toda la vida que yo fui tu esposo, ya que ellos llevan mi sangre. Temo el día en el que te des cuentas de que todo esto es una auténtica locura.

Tus hijas, lloran a mi lado. Ellas me preguntan porque su propio padre ha mandado que las ahorquen, tengo a la que llamaste tu princesa dormida en mis piernas en este momento, aún es una niña, nunca ha conocido el amor, ninguna de ellas lo ha hecho y yo solo me pregunto ¿Por qué?

El poder te ha hecho perder la cordura. Recuerda mis palabras, querido duque. Yo no me vengaré de ti, pero tú vivirás en tus propias carnes, el sentimiento de traición.

Te quiso, Aníbal de Edevane, y tus hijas."

Nolan cerró el libro de golpe, sin atreverse a leer más. Las últimas páginas del diario de Aníbal fueron escritas por su hijo mayor, quien se convirtió en duque. Durante los cien años siguientes, ningún duque se casó con un doncel, el nuevo duque de Edevane, pidió cien años de castigo para honrar la memoria de su padre.

-Señorito... - Nolan abrazaba con fuerza a Simba, el pequeño se mantenía quieto dejando que su dueño llorará. – Será mejor que no continúe, conocer la historia de los donceles de Edevane no te hará ningún bien. Cadmo, Raksa y Aníbal forman parte del futuro el palacio, nadie los recuerda, usted debería hacer lo mismo.

-Mató a sus hijas, Pietro. – el doncel pasó su mano por el vientre. - ¿Qué pasaría si yo diera a luz a una niña? El duque ¿la querría?

-El duque Lennox adoraría a su hija, se lo aseguro, no le haría daño. – Aníbal también creyó aquellas palabras. – La época donde los donceles eran tratados mal ha pasado, no debe preocuparse por nada de eso.

Aquella tarde, a la hora del picnic Edlynne los acompañaría de nuevo, Evangeline quería disfrutar los últimos días que le quedaban al lado de su madre, después de homenaje a su esposo debía volver de inmediato a Borsir, Layton alego no poder soportar un día más en aquel lugar. Tan solo quedaba una semana para aquel día y Evangeline se mostraba muy triste.

-Dijiste que conociste a Enok de Belland... - Edlynne negó con la cabeza. – Hablaste de él día que fuimos a la ciudad de Arife.

-Conocí a uno de los hijos de Enok, hace varios años cuando él aún seguía con vida. – sonrió. – Enok murió cuando yo era una niña, por desgracia no puedo decirte como era exactamente.

¡Maldito, pequeño doncel!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora