𝙲𝚊𝚙í𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟷 - 𝚛𝚎𝚜𝚒𝚜𝚝𝚒𝚛.

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Ya en aquel laboratorio, Adeline entregaba los papeles de Pelusa, firmaba un par de cosas, que ni si quiera se dio el tiempo de leer, y entregó a la felina, que ya sospechaba de que no había ido al veterinario

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Ya en aquel laboratorio, Adeline entregaba los papeles de Pelusa, firmaba un par de cosas, que ni si quiera se dio el tiempo de leer, y entregó a la felina, que ya sospechaba de que no había ido al veterinario

—Pelusa.. yo.. lo siento, pero ya no puedo mantenerte, y creo que es mejor que te quedes aquí, cuídate...— dijo supuestamente triste

La felina logró entender las palabras, y cuando sintió como movían la jaula y se la llevaban, comenzó a maullar y a rasguñar la jaula desesperadamente

Y cuando se empezó a alejar... a través de la rejilla, Pelusa vio a su dueña cambiar su expresión de tristeza a desinterés, y satisfacción, antes de que se diera la vuelta y se marchara

Hablaba con alguien por teléfono y estaba como si nada, ignorando el dolor, sufrimiento y tristeza que sentía Pelusa mientras que lo expresaba en cada doloroso rasguño, y finalmente en su rendición.

Se acostó rendida en el sueño de la jaula, y cansada después de tanto intentar que su dueña no la entregara a aquellos extraños.

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Estaba en una habitación blanca, ya libre de su jaula pero tan confundida y tan triste, que no podía mover su cuerpo, y solo estaba recostada

Su pequeño cuerpo no tenía dolencia alguna pero su corazón cada vez que latía, se sentía más agobiante y angustiante, en cada respiración deseaba más dormir y no despertar de nuevo.

Hasta que llegó la noche, no comió ni bebió, solo se mantuvo tortuosamente viva y despierta hasta que el frío chocó con su pelaje aquella fría y oscura noche, tan solitaria como nunca imaginó

Sentía el hambre quemándola por dentro, sentía la soledad a su alrededor, sentía todo lo que no quería sentir en ese momento, y a duras penas se levantó para comer

Después cerró los ojos, quería llorar y gritar como su dueña solía hacerlo cuando estaba mal, pero por alguna extraña razón no podía. Y cayó en un sueño profundo.

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—Pelusa, despierta— cuando volvió a abrir los ojos, vio a Adeline, estaba en su casa otra vez y en pleno atardecer de primavera

Su dueña la mimó, jugaron mucho tiempo con los juguetes favoritos de Pelusa, además de recibir premios y cuántas caricias pidió

Vio fuera de la casa un hermoso campo, y un puente de ladrillos rojos pasando sobre un río a lo lejos, se veía imponente y pasaban algunos arrieros con sus caballos y comerciantes con carretas y estos mismos animales

El campo tenía muchas flores, tantas que confundían un poco la vista de Pelusa por todos los colores, y vio que abajo del puente había un río, del que sacó pescado y comenzó a comerlos

Con la panza llena, se recostó sobre el pasto verde, sentía el sol quemando su cuerpo levemente mientras que fallecía y renacía la noche.

Y cuando cerró los ojos despertó de nuevo

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Pelusa se levantó tan emocionada por lo que soñó, creyendo que fue verdad, hasta que después de celebrar un poco vio su alrededor...

Igual o casi más deprimente que la vez que cerró los ojos y se quedó dormida en aquel mundo fantasioso con su dueña, el campo, el río y el puente

Solo se recostó de nuevo... y así todas las veces que fue necesario por despertar por sus sueños fantásticos, hasta que amaneció

Y comenzaron... las primeras pruebas...

Empezaron a entrenar a la felina, ella no obedeció ninguna regla porque no las entendía y no tenía ningunas ganas de seguir viviendo

Solo quería ir a ese hermoso puente... y caer.. caer al río... y que su cuerpo fuera arrastrado por la corriente de agua hasta quizá alguna fosa, o hasta el final, y simplemente morir ahogada con sus huesos rotos, sucumbiendo al dolor como una terrible droga que después de toda su desgracia decidió tomar

El equipo de investigación que estaba trabajando con ella notó su decadencia, e intentaron de todo para animar al animal, ya que era completamente sana y tenía todas sus vacunas al día, por lo cual era perfecta para los experimentos y no podía ser desechado tal sujeto de prueba.

Y así pasaron los días, Pelusa se volvía antisocial, agresiva y muy extraña en cuanto a comportamiento, ya que después de atacar se escondía y se iba a rincones de los cuartos, sobre todo a uno.

Era muy difícil trabajar con ella y continuar el experimento, y ya se estaba atrasando por varios días, pero lo siguieron intentando

Y se cumplió el primer mes. 

......

Cuando llevaban a la felina, ya dominada y rendida, lista para otro día de entrenamiento forzado con ejercicios, pruebas y saltos, comenzaron a pasar más días

Más minutos

Más horas

Más días

Cada vez más agobiantes y tortuosos, ya había llegado la otra estación del año, y los 5 meses que llevaba Pelusa ahí la hacían odiar más todo

Se sentía sola, completamente sola, y abandonada... además de confundida y en el fondo aún quería a su dueña, aún quería verla y vivir con ella la vida de ensueño que estaba viviendo

Y en su mente... Después de cada duro castigo, mientras crecía sin saber cómo sobrevivir afuera, como cualquier otro gato... Un sentimiento de odio y rabia profundos se arraigaron en su cabeza.

Cada ataque más frecuente, cada desesperación también, cada maullido seguido de un doloroso silencio, y cada pata coja después de accidentes duros que nadie se fijaba en curar más que solo con veterinario, pero sin el amor de un dueño o una familia, que sane las heridas que tenía en su alma gatuna, y se abrían más en la habitación blanca en la que era encerrada

—Cuando empezaremos con la vacuna? — dijo una chica con una libreta en sus manos

—Cuando el jefe lo vea necesario, hay que hacerle estudios a la sujeta 068, es de interés según él, por su comportamiento— respondió su colega, en un tono de desinterés

—No será que solo es que extraña a alguien? Digo, los animales hacen eso

—Bueno, para él no, y por eso quiere que hagamos estudios extra

Oh no...

Aquí vamos de nuevo....

Aquí vamos de nuevo

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𝙱𝚊𝚓𝚘 𝚕𝚊𝚜 𝚝𝚛𝚊𝚐𝚎𝚍𝚒𝚊𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora