Mensajero de venganzas.

Mas alla de la noche.

Era una noche atípica para el malecón de la Habana , la ausencia de
la jocosa multitud en su mayoría jóvenes, le daba un matiz triste y
desconocido a la hermosa bahía capitalina . El silencio de la soledad y la oscuridad de una noche lluviosa, habían hecho tomar la decisión de quedarse en casa a todos aquellos que disfrutaban la rutina de relajarse un poco cada noche refrescando la dura faena del día a costa de la humeda brisa del mar , la ausencia de las parejas de enamorados o los pequeños grupos que acostumbraban a descargar con sus guitarras y cantos , hacían del malecón un lugar bastante aburrido y triste esta noche
.
Pero nada es absoluto en cuestión
de decisiones, por lo menos en este caso ni la impertinente llovizna o la molesta frialdad que esta traía consigo , habían impedido la presencia de aquel hombre que se hallaba sentado en el húmedo muro.
Una tenue luz del alumbrado le golpeaba sus espaldas , apoyado con sus manos , balanceaba muy lento sus piernas mientras miraba pasivamente
el inmenso y enfurecido mar. El mismo mar que dentro de muy poco
debería servirle de sendero. Un sendero incierto con un solo destino ,
un destino no deseado , pero inevitable , un destino de venganzas y decepciones , no lo había escogido El ,
lo había heredado y ya no podía esconderlo más. Hubiese hecho cualquier cosa por cambiar los efectos del pasado , y de hecho lo había conseguido en cierta medida , pero ahora , de la nada , se podía ver amenazada la vida de su hija.

La lluvia se hacía ahora más fuerte y aún así Pavel ,( que tal era el nombre de nuestro hombre solitario) , permanecia casi inmóvil observando la lejanía ,para de rato en rato echar una ojeada al morro de la cabaña , la que pudiese ser la última. Debe haber transcurrido más de una hora y media
, para cuando ya se decidió a darse la vuelta y ponerse en marcha, no sin antes subir el gorro de su suéter color vino y cubrir gran parte de su rostro .
Para quienes lo conocían, debería extrañales verlo caminar bajo la fuerte lluvia , todo vestido de buena marca sport , sin importarle cuán se mojaran o afectaran sus tenis Adidas casi recién comprados .
Habría de haber caminado unos veinte metros , sumido en sus pensamientos ,con las manos dentro de los bolsillos del suéter apresuraba su andar para cruzar la avenida y poder usar de refugio contra el agua , uno de los portales que se encontraba más cerca de la calle Galiano.
Ya se disponía a hacerlo cuando un grito lo sacó un poco de sus meditaciones.
- ¡ Oye cucu, dale para la casa que se te va a partir un pulmón!...ya tu no eres un niño , men...
Era la voz de un ciclista de los llamados triciclos de pasaje , que pasaba a todo lo que sus fuerzas le permitían.
Pavel o simplemente " cucu " , que era como más se hacía conocer , miro con indiferencia la silueta del ciclista que cada vez se hacía más lejana.
Un tanto de prisa cruzó la calle y se acomodó un poco , recostadose en una de las sendas columnas del antiguo portal de una de las típicas casonas de antaño , muy frecuentes en la ciudad.

Debieron de haber transcurrido unos cinco minutos , ahora ya se destapaba un fuerte aguacero , cuando una discusión a su derecha, en el lado opuesto del enorme portal
le hizo cambiar su atencion.
Hasta el momento no se había percatado de la presencia de dos chicas que también habían elegido el mismo techo , para pasar la lluvia.
- ¡ Mira mi niñita linda , no te me hagas la zorra conmigo! ..a mi no me importa si llueve o viene un ciclon...pero tu vas a luchar hoy lo que es mío , no se si con un men o con una woman...pero yo te tengo que sacar lo menos el triple de todo lo que invierto en ti ...¿ Me copiastes bien mi chiquitita linda ?...tu ya eres mía, no quieras que te lo tenga que recordar de otra manera.

Estas últimas palabras ,las decía con un tono bastante amenazador la pelirroja que ahora se encontraba de pie ,y mientras lo hacía, le daba unas palmadas algo fuerte en el rostro a su " compañerita"..., la cual sentada en el quicio casi ni se movía , a no ser por los temblores que probocaban las fuertes advertencias de quien a simple vista se deducía que era su proxeneta , o por lo menos la dueña o controladora del " negocio ".