Hyung, está lloviendo

Hyung, está lloviendo

Jimin no estaba loco. Pero estaba en un hospital psiquiátrico.

Desde que lo ingresaron hace tres meses, no volvió a decir ni una sola palabra. Se quedaba en silencio, mirando al suelo con la más mínima expresión facial en su rostro. Sólo comía y a veces lo encontraban durmiendo.

A Jimin lo encontraron solo en la calle mientras llovía y él estaba en el suelo abrazado, llorando, enfrente de una casa la cual el incendio cesó gracias a la lluvia. De ahí lo llevaron al hospital, pero según los doctores, eso no era lo que necesitaba.

La última vez que lo vieron reaccionar, fue un día que hubo tormenta. Ése mismo día, Jimin lloró hasta quedarse dormido. Lo extraño es que aquel día nunca hubo tormenta.

Solía abrir la boca para decirle a la gente que no está loco, pero dejó de hacerlo al ver que no hacía efecto y empeoraba la situación.

Muchas personas se negaban a cuidar de Jimin, porque decían que era raro e incómodo estar con él, que se sentía sofocante.

No se sabía nada de sus padres, pero él juraba que seguían vivos y felices, y que aún lo querían mucho. Algunas veces mencionaba sus nombres y luego no volvía a decir nada más.

Su novio Yoongi venía a visitarlo siempre que tenía la oportunidad, ya que trabajaba todo el día sin descanso. Era él quien se encargaba de pagarle el hospital a su novio y le hacía compañía. Era el único con el que Jimin se limitaba a decir unas cuantas palabras, y de vez en cuando formaba frases.

Recibía críticas e incluso golpes de vez en cuando por quedarse al lado del menor. Él lo amaba, y jamás dejará de hacerlo, y mucho menos por que se lo dijeran. Llegaban a decirle que juntarse con un loco lo convierte en uno. Hasta los mismos enfermeros y doctores le preguntaban porqué seguía con alguien como él y le preguntaban si estaba seguro de querer quedarse.

Su novio estaba contento de venir a verlo, porque según él, habían avances.

—Cariño. Hola —lo abrazó—. Te he traído algo, no sé si te va a gustar —sacó un peluche de jirafa de aquella bolsa de regalo blanca—. Mira. ¿Te gusta?

El pelinegro lo tomó y lo resguardó en su brazo sin decir ni una sola palabra.

—Supongo que es un sí —sonrió mostrando sus encías—. Bebé, creo que he olvidado apagar el coche... Ahora vengo, ¿vale? —besó su mejilla y acarició su cabello antes de irse rápidamente.

Otra vez Jimin estaba solo.

Empezó a oír el sonido de la lluvia. Cada vez más fuerte y rápido. Inundando su cabeza. Comenzó a desesperarse, el miedo se apoderó de él.

—H-hyung... —buscaba a Yoongi con la mirada. Sentía un nudo en su garganta—, está lloviendo, hyung...

Temblaba y se abrazaba al peluche, sintiendo pánico. Miró a todos lados con inquietud y su respiración se descontroló. Lágrimas escaparon de sus ojos.

Soltó un grito que llamó la atención de todos y en cuestión de segundos su habitación se llenó de médicos que intentaban retenerlo y calmarlo.

Lo tumbaron en la cama y retuvieron sus brazos y piernas fuertemente.

—Ll-llueve... No quiero que llueva. Me quiero esconder. E-el fuego, tiene que seguir.

Su corazón daba demasiados latidos. Tenía demasiados ataques.

—No estoy loco... Oigo v-voces dentro de la casa... —esas fueron sus últimas palabras, hasta que su corazón dejó de latir y dar señales de vida.

Su jirafa cayó al suelo y sus párpados cayeron mientras su respiración lentamente cesaba. No veía nada, pero aún oía.

Las llaves de alguien cayeron al suelo y empezó a llorar y gritar al verlo en ése estado. Sujetó su cuerpo y empezó a moverlo.

«¡JIMIN! ¡JIMIN! ¡SOLTADME! ¡JIMIN NO TE MUERAS!»

"Y-yo no estoy loco... Sólo oigo voces."

Lentamente, las voces iban siendo más lejanas. Y mientras los gritos de los médicos y el llanto de su novio iban siendo cada vez más nulos, Jimin oía su voz interna, hasta que desapareció y perdió todos sus sentidos restantes y se distanció del mundo.

Su alma vagará.

Por ahí.

En algún profundo lugar desconocido y sofocante.

En la nada. En la incómoda sensación del silencio no obstante.

Pero, aún así después de todo, la lluvia jamás existió.