Prólogo

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Violet se despertó más temprano que de costumbre esa mañana, saltó de la cama y corrió a pasos cortos hasta la última puerta del pasillo

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Violet se despertó más temprano que de costumbre esa mañana, saltó de la cama y corrió a pasos cortos hasta la última puerta del pasillo. Tuvo que ponerse de puntillas para alcanzar el picaporte. Había crecido unas pocas pulgadas durante las vacaciones de verano, pero aún tenía problemas.

—¿Papá? —, meció su cuerpo sin ninguna delicadeza—. ¡Papá, despierta! ¡Papá... PAPÁ!

—¡Jesús, Violet! —, gruñó Louis, todavía estirándose, con cuidado de no lastimar a la niña mientras giraba el torso—. ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

—¡Es tarde! —. Louis alcanzó su teléfono en el tocador y entrecerró los ojos para ver la hora en la pantalla brillante.

—Todavía son las seis, Let. Tus clases empiezan a las nueve, amor.

—¿Nueve? —, ella contó con sus dedos con un pequeño puchero—. ¡Tres horas para el final!

—En realidad, es a la una y media. Necesito preparar tu almuerzo y prepararte primero—, asintió emocionada antes de ser jalada cariñosamente sobre el pecho desnudo de su padre—. Ahora, vamos a dormir un poco más, ¿de acuerdo?

Tomlinson salió de la cama minutos después, frotándose los ojos y bostezando mientras se desvestía y dejaba que el agua helada se llevara cualquier rastro de sueño. Se secó los mechones de cabello y se puso un par de pantalones cortos de mezclilla enrollados, una camiseta oscura de algodón y unas zapatillas de deporte impecablemente blancas. Todo ello en absoluto silencio para no despertar a la niña.

Una vez que Louis estuvo bien alimentado —, digamos, café fuerte y tostadas con mantequilla—, llenó la fiambrera de Violet con fruta, yogur y galletas, alimentos livianos que serían suficientes para mantenerla satisfecha hasta el almuerzo, además de las tostadas que comería antes de irse, por supuesto.

La niña estaba energética después de su ducha matutina, salpicando agua en el aire mientras se reía con entusiasmo. El plan para mantener su cabello intacto se arruinó y Louis pasó unos minutos con el secador. Ayudarla con los leotardos fue complicado, se sentía como si la estuviera lastimando de alguna manera.

—¿No estás apretada? —, negó confiadamente—. ¿Lo juras? —, asintió positivamente—. Está bien. ¿Puedes ponerte la falda tú sola?

El moño también requirió paciencia y dedicación, pero las horquillas lograron mantener las hebras marrones atrapadas en un moño alto adornado con una pequeña red y una diadema. Violet se había probado el conjunto semanas antes, sin embargo, verla correctamente vestida de rosa claro de pies a cabeza hizo que los ojos de Louis se llenaran de orgullo. Su pequeña niña estaba creciendo.

—¡La bailarina más hermosa del mundo! —, cubrió de besos el rostro de la niña, haciéndole cosquillas en el estómago hasta que Violet le pidió que se detuviera—. Está bien, jovencita. Vamos.

El camino a la escuela de ballet estuvo lleno de música estruendosa y carcajadas. Louis estaba agradecido por tener un buen trabajo y poder ofrecer lo mejor para su hija, por lo que no fue diferente cuando vio una presentación de ballet durante un viaje escolar y quedó encantada.

Classy Pirouette • [ls ; traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora