Badulf crecía más de lo normal. A sus 12 años, su altura era de 1,65, casi la altura de su madre, pero todavía estaba lejos de ser tan alto como su padre.
El hambre era algo común para él, contando que Exsan comía en gran mayoría lo que su madre cazaba para que se alimentaran ambos. Él había ideado un método en secreto para obtener su propio alimento, ponía trampas caseras para los animales del bosque, ya que tenía prohibido acercarse a las granjas cercanas, podía correr riesgo de ser visto por los humanos. Practicaba sus habilidades en soledad, poseía destreza y velocidad, conocía el terreno como la palma de su mano, pero no podía alejarse del bosque, aunque ciertamente muchas veces deseaba hacerlo y la curiosidad no era poca ¿Acaso los seres humanos serían tan malos como lo relataba su madre? Por como él lo veía, eran sólo seres confundidos y temerosos de lo que podrían encontrar en la oscuridad, lo desconocido era malo y peligroso para ellos. Cuando paseaban en el bosque, los observaba en silencio desde lejos, dejaba marcas de garras en los árboles para ver sus reacciones. No faltó la ocasión en la que hiciera algún movimiento cercano, lo cual le provocaba mucha gracia. Los niños humanos, eran curiosos, pero a la vez sumamente temerosos. Los adolescentes narraban historias de terror alrededor de fogatas y al escuchar algún sonido extraño en la oscuridad, saltaban de miedo y corrían.Su madre era la única que lo cuidaba y lo trataba bien, no se podía decir lo mismo de su progenitor, quien lo golpeaba hasta hacerlo sangrar en aquellos supuestos intentos de crianza bajo la violencia y la dominación, dejándole moretones y dolores que duraban días. Él decía: "No tendré un hijo débil y llorón, debes ser despiadado porque ni este mundo ni el resto tendrá piedad contigo. Olvida los sentimientos, esas cosas son ideas humanas mortales, no son parte de nosotros. Ellos deben adorarnos, porque son seres inferiores y todo ser que no venga de las tinieblas lo es. Así que levántate y deja de llorar. Si crees que yo soy cruel, no has visto nada".
Lo obligaba a pelear con él y no le importaba lastimarlo, hasta dejarlo tirado en el suelo. A veces lo golpeaba sin razones aparentes, realmente disfrutaba hacerlo sufrir de cualquier forma. De todas maneras, el miedo y el dolor formaban parte también de su alimento.
Al descubrir que observaba a los humanos, lo obligó a secuestrar a uno y quería que lo asesinara frente a él.- Mira su rostro, mira su inútil forma, no es nada más que carne para nosotros - Decía frente al hombre que habían secuestrado, el cual estaba amordazado - Mátalo, así se te quitara lo de andar de curioso y piadoso, no jugamos con las presas y ni las dejamos ir, las asesinamos para comernos su carne. ¡Anda, termina con su vida! - Le gritó.
Badulf observó al hombre llorar, en sus ojos se podía ver un miedo devastador. No le había causado ningún mal ¿Por qué debía matarlo?
- No puedo - Le dijo a su padre, temeroso de sus palabras, mientras sentía que el corazón se le iba a salir del pecho.
- !¿Por qué?! ¡Anda, no te lo estoy preguntando, es una orden! - Lo empujó.
- ¡Déjenme ir, por favor! - Exclamó el humano.
- ¡Silencio! - Exsan le dio un zarpazo con sus garras y le sacó los ojos.
El hombre comenzó a gritar de dolor en el suelo, mientras de sus cuencas brotaba sangre.
- ¡Padre, basta, te lo imploro! ¡Está sufriendo y no nos ha hecho nada malo! - Le imploró Badulf.
- ¡Cállate, inútil inservible! - Lo golpeó, haciéndolo caer - ¿Crees que acaso él tendría piedad contigo? Todos son iguales y nos ven como fenómenos. Creen que somos el mal, mas si lo somos es porque se lo merecen ¡Ahora, anda, asesínalo porque si no lo haces tú, lo haré yo! De todas maneras, morirá. ¡Eres un demonio, compórtate como tal! ¿O es que acaso eres un cobarde? Me das vergüenza como hijo.
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S O L O S (Slenderman, Splendorman, Offenderman, Tenderman)
ParanormaleEl tiempo no podrá curar jamás las viejas huellas de la infancia, esas que se quedan grabadas en lo más recóndito de nuestro interior. A veces quienes deberían protegernos y brindarnos afecto, son quienes nos dañan. Los fuertes, lo son por haber viv...