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Chiang Mai, una de las ciudades al norte de Tailandia. Más identificado cómo un pequeño poblado. Justo ahí donde Vegas había pasado sus primeros años de vida. Donde había crecido. Donde había aprendido todo lo que sabe. Donde había ganado respeto. Donde había tenido que aprender a vivir como un hombre, sin temerle nunca a nada.

Pete miró por el parabrisas. Mientras Vegas conducía su auténtico y clásico Ford Mustang. Dos hombres altos y fornidos saludaron a Vegas desde afuera, este levantó un brazo, saludándolos también. El auto avanzó.

—¿Quieres que te diga la verdad?— le preguntó Vegas. Detuvo el auto en seco. Justo delante de una pequeña casa cercada. —No quería traerte aquí.

—¿Por qué?— Pete se desabrochó el cinturón.

—Este lugar no va a gustarte ¿sabes? Tú, tú mereces estar en otra parte.

Los ojos de Vegas se apagaron. De una u otra forma Pete le entendía.

¿Se avergonzaba de sus propios amigos? ¿De su propia ciudad? No tenía porque, el lo amaba así. Tal y como era.

Se colocó como pudo sobre el cuerpo de Vegas, en el asiento piloto, Vegas soltó una pequeña risa al darse cuenta de lo que hacía. Lo recibió sobre sus piernas mientras Pete le rodeaba el cuello. Acercándose aún más. Le gustaba lo que hacía. Tenerle así, muy junto a él. Acarició sus caderas.

—Eres muy tonto— le dijo. Vegas frunció el ceño.

—¿Por qué?

—Por todo lo que dices.

—Pero si contigo no digo cosas tontas.

—Acabas de decir una.

—¿Cuál?

—Que me merezco algo mejor— se inclinó para besarlo en los labios. Hasta al mismo Vegas le sorprendió demasiado que lo besara en ese momento. Pero le encanto, mucho a decir verdad. —¿Crees que puede haber algo mejor que tú, qué pasar tiempo contigo?

—¿Conmigo? Bueno, eres muy afortunado babe, la verdad no, no hay nada mejor que pasar tiempo conmigo— teniéndolo tan cerca, aprovechó para besarle el cuello. —Y eso lo puedes confirmar tú mejor que nadie— Pete rodó los ojos.

—¿Entonces?

—Es que, aquí hay muchas personas que me conocen, crecí aquí y no todos tienen una muy buena imagen mía.

—Yo tampoco— bromeó.

—Contigo es diferente.

—¿Ah sí?

—Sí, bueno ya sabes.

—¿Qué?— lo animó. Acariciándole el torso.

—Jamás te haría daño— lo miró a los ojos. Era algo que Pete debía entender. Que debía tener claro. Que nunca debía dudar. —Jamás.

"Así la gente piense lo contrario"

Lo besó en los labios. Esta vez más profundo. Más intenso. Necesitaba sentir su amor en medio de un beso. De esos que él solía darle y que Pete solía continuar.

De esos que le hacían transportarse. Sintió su húmeda lengua entre su boca. Le gustaba. Lo apretó más contra él, contra su poderoso cuerpo, con ganas del menor a toda hora, era más que un simple gusto, lo quería, lo amaba demasiado, tanto que él mismo no podía creerlo.

De pronto alguien tocó la ventanilla del auto, interrumpiendo aquella escena.

When you're gone •VegasPete•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora