QUE EL MIEDO NO GANE ESTA BATALLA {46}

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{Capítulo 46}

THUNDER

Sentía los músculos algo menos tensos. Y me sentía enérgico. Tenía ganas.

Sí, tenía ganas de estar de nuevo sobre el escenario. Me sentía preparado.

Y ante todo, estaba preparado para verla. Quería hacerlo. Y se lo debía. Porque de no ser por ella, no hubiese podido asistir al dueto.

—Thunder..., tienes una idea de lo que va a pasar hoy, ¿verdad? —Xander estaba eufórico.

Yo le seguí el ritmo, sintiendo el peso de mi guitarra detrás de mí. Este casi corría hacia la escuela, aunque en lugar de entrar a esta por la puerta principal, rodeamos el edificio, dirigiéndonos hacia la parte trasera.

—¿De verdad lo va hacer? —Tenía esperanzas de que se animase a hacerlo, pero en ningún momento había visto ello como una posibilidad real.

—Es ahora o nunca —me contestó él, sonriendo ampliamente. Jamás lo había visto tan feliz—. Y creo que el hecho de que se vaya a atrever es a causa de que vas a estar allí con ella. No va a estar sola.

Asentí satisfecho, sonriendo orgulloso. Me sentí pletórico de alegría por que ella confiase tanto en mí como para sentirse segura a mi lado.

—Iversen... —Xander se paró en seco, lo que me hizo pararme a mí también. Algo en su semblante cambió, parecía algo ansioso por contarme lo que tuviese que contarme. Miró a ambos lados y al ver a gente a nuestro alrededor yendo hacia donde nosotros nos dirigíamos también, bajó algo el tono— No soy yo el que te lo tiene que decir..., pero Sigh no ha sido del todo sincera contigo. Así que no bajes la cabeza hoy, ¿vale? Ella te espera. Va a estar ahí. Y no se va a ir. Os tenéis el uno al otro. Que su miedo a que... la abandonen de nuevo no os separe. —Xander descansó sus cejas, y me miró con franqueza.

—Dime por favor que has leído entre líneas... —Casi me suplicó, algo cansado, aunque tornando su rostro de nuevo a uno más divertido y dicharachero como solo él lo era.

Todas sus palabras golpearon en mí con fuerza. Calaron en mí livianas, fue como quitarme un gran peso de encima que me aplastaba con intensidad. Casi me puse a pegar saltos de alegría.

—Sí, sí... Lo he hecho. —Sonreí con picardía, alzando la barbilla y con una mentalidad totalmente nueva— Y podrías..., podrías haberlo dicho antes, ¿sabes? Hubiese intentando hablar con ella. —Le pegué un codazo en respuesta y pasé mi brazo por sus hombros, estrechándolo con fuerza.

Ese pelirrojo y yo seríamos buenos amigos.

—Ella lo intentó contigo. —Me correspondió con un codazo sobre mis costillas. Reí a carcajadas—. Quiso arreglarlo, pero alguien... se negó a abrirle la puerta —me echó en cara él, ceñudo.

—Ya, bueno... Ese alguien parece ser un idiota sin remedio. —Llegué a la conclusión solito.

—Pues que el idiota sin remedio lo borde hoy en el escenario y le saque una sonrisa a la pelirroja...

Lo miré de reojo, cómplice por lo que acababa de decir.

—Oh, no me creo que haya dicho eso.

Eléctricos suspirosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora