Capítulo 3

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NARRA DRACO:

La vi salir del agua después de casi media hora de haber estado nadando y no pude apartar la vista de su cuerpo desnudo, por mucho que quisiera. Desde que se había infiltrado, a pesar de ir todos los días con la túnica, ella se las había apañado para que su piel cogiera color con los pocos meses de sol que había tenido en Hogwarts. Me quedé absorto en el movimiento de sus caderas al caminar, dándome la espalda pues salió por la orilla contraria del lago, y de sus glúteos. Había recuperado su cuerpo de antes de que su padre la hechizara para que estuviera desnutrida y esquelética frente a Harry y que así su tapadera fuera creíble.

Que su pelo ahora estuviera tan corto dejaba a la vista la enorme serpiente tatuada sobre su columna. Me extrañé al verla. Era la primera vez que veía a Tn completamente desnuda desde que teníamos ocho años. Ya entonces tenía la espalda con algunos latigazos, pero debieron de aumentar mucho sus castigos desde entonces porque ahora además también tenía cortes ya cicatrizados, no sólo por la espalda sino también por hombros y algunos en los brazos.

¿De dónde habían salido tantas heridas? Tn se había quedado en ropa interior en mi dormitorio y nunca se las había visto. Y sin duda tampoco había notado la pedazo cobra de color bermellón que decoraba su espalda.

Vaya, no sabía que usaba ilusiones hasta para estar conmigo.

Se colocó la blusa y ahí me di cuenta de que la había estado mirando absorto. Ni siquiera había notado que ya estaba con el pantalón puesto.

Tn no llegó a agarrar la túnica cuando se frenó, inclinada sobre el tocón en el que estaba la prenda, y se quedó mirando algo que estaba oculto tras la base de árbol mientras poco a poco palidecía.

Me acerqué a la orilla, sin importarme si miraba mis pisadas en la nieve, cuando con un escalofrío ella se alejó del tocón como si quemara.

Miró para su alrededor llena de pánico. Yo también lo sentí cuando acromántulas enormes empezaron a aparecer entre los árboles del bosque.

-¡Tn! -grité, sin que nada se escuchara porque tenía el mute, cuando ella empezó a correr para alejarse de sus atacantes.

Habían venido a por Tn. Por haber matado a esa acromántula hacía semanas. Tenía que ser eso, no había otra explicación.

Empecé a correr a través del lago congelado, pero frustrantemente lento porque no paraba de resbalarme.

Merlín, no iba a llegar.

__ __ __

NARRA TN:

Corrí todo lo que pude. Estaba en pánico, mi magia no me respondía. Tenía un bloqueo por el miedo que sentía.

Las acromántulas me perseguían, pero no me atrevía a mirar para atrás. Jadeé llena de miedo mientras me tropezaba y la nieve frenaba mi carrera. Intenté invocar mi escoba, pero me temblaban demasiado las manos y mi mente no podía pensar con claridad. En mi cabeza sólo habían ojos hambrientos, patas delgadas y cuerpos peludos y asquerosos.

Algo me tocó el gemelo y ahogué un grito. Se prendió algo a mis espaldas, pero no me paré a verlo. Escuchaba los chasquidos de sus patas. Si miraba a mis lados, más arañas aparecían de entre los árboles.

Esto era una puta pesadilla. Las sentía por todas partes. Estaban sobre mí. Empecé a sollozar, aún sin frenarme. No podía hacerlo. Tenía que sobrevivir. Mi corazón iba a mil. Iban a matarme. Querían matarme y luego comerme. O me devorarían antes de matarme y sería tragada con vida...

Algo cayó sobre mí y caí al suelo. Me enterré en la nieve y sentí sus patas peludas sobre mi cuerpo. Sentí que entre tres acromántulas me agarraban y empezaban a enrollarme en su hilo. Yo quería luchar. Lo intentaba, pero me tenían bien sujeta. No pensaba. No podía. Tenía demasiado miedo.

Ni siquiera podía gritar. Las lágrimas me impedían ver bien lo que estaba pasando.

Las arañas me rodeaban, su contacto me hacía palidecer y sentía un sudor frío a causa del pánico. Estaban por todas partes. Su hilo ya me había envuelto hasta las rodillas cuando caí de golpe al suelo.

Respiraba con fuerza. Intentaba no ahogarme entre mis propias lágrimas. Mi cuerpo finalmente pareció responderme cuando las arañas se alejaron de mí y pude secarme el rostro. Empecé a tirar de las telarañas para sacármelas de los pies mientras que un brillo a mis espaldas hacía que las acromántulas se alejaran cada vez más de mí.

Cuando vi que se estaban escondiendo de regreso al bosque prohibido, mi mente se despejó lo suficiente como para sacar mi varita y terminar de soltarme del hilo con ella. Las lágrimas no dejaban de salir, pero ya sentía que el aire regresaba a mis pulmones. Aún sentía un hormigueo como si estuvieran subiendo por mi cuerpo, y era asqueroso y me hizo sollozar un poco mientras apretaba los puños con impotencia, pero una voz me inundó la mente y me la dejó en blanco.

-Mi señora... -susurró. Había un cuerpo que había caído de rodillas a mi lado. No me tocaba, pues sabía que era peligroso tocarme en este estado sin arriesgarse a que lo hechice sin querer. Pero no se alejó de mi lado. El fulgor que había alejado a las acromántulas era una ilusión verde que zigzagueó hasta quedar frente a mí. Un enorme basilisco se plantó en frente de mí e inclinó la cabeza hasta que quedó a mi altura, frente con frente. Mi respiración entrecortada escapó de mis labios. Su lengua viperina me lamió el cachete y sentí como si fuera una presencia fantasma, pero extrañamente me ayudó a relajar mi cuerpo.

Ya no lo tenía en tensión, y eso me permitió relajarme entre los brazos de la persona que me sujetó cuando estuve a punto de caer de vuelta contra la nieve.

-Estoy aquí, Tn. Estás a salvo. No hay arañas.

-No las hay -susurré.

-No.

Parpadeé y mi visión se aclaró. También ayudó que la persona que me sostenía me había limpiado las lágrimas con la manga de su túnica. Entonces pude reconocer quién era y se me cristalizaron de regreso los ojos.

Hacía semanas que no contemplaba esos orbes nublados.

Dios, los había echado tanto de menos.

Y justo aparecían cuando estaba en esta situación tan delicada a causa de mi fobia. Aunque, preferiría mil veces que hubiera aparecido él a que cualquier otra persona me viera en un estado tan deprimente.

Lentamente pude enderezarme. Noté que estaba en su regazo. Él estaba sentado sobre la nieve sin que esto pareciera importarle.

-¿Ya mejor? -me preguntó con delicadeza. No había pena en su voz, no había lástima, ni mucho menos burla. Tampoco había preocupación, aunque sabía que sólo la estaba ocultando para que yo no reaccionara mal, porque no me gustaba que se preocuparan por mí.

No, era tranquilidad. Eso era lo que me transmitía. Tranquilidad y seguridad.

Sabía que estaba a salvo en su regazo, entre sus brazos, escuchando su voz por el resto de mis días.

Por un momento no me paré a pensar en si esto estaba bien. En si estaba haciendo lo correcto dejándome llevar. Permitiéndome sentir.

Simplemente junté nuestros labios y dejé que el destino hiciera el resto.

(***)

Uy, besitos por aquí... 👁️👄👁️

3/10

Besos en la nariz,

Dani<3

Tn Potter: la serpiente perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora