Tn Potter: la serpiente perdida

Capítulo 10

NARRADOR OMNISCIENTE:

(Seis años atrás)

En la cabaña Gaunt siempre había movimiento. Era una cabaña que en su momento había sido el hogar en el que el Señor Tenebroso se había criado, y ahora era una especie de hostal para Mortífagos. Bellatrix vivía ahí, con sus dos hijos Mattheo y Delphini Riddle, y la cría de los Potter que se veía obligada a mantener con vida, Tn Potter.

Mattheo y Delphini tenían una diferencia de nueve años con la pequeña Tn. Ellos, a pesar de haber cumplido ya la mayoría de edad y de poder largarse de esa mierda de casa, no se habían marchado por Tn. Ellos habían criado a la pequeña bruja desde el momento cero en el que llegó a esa cabaña, bajo el encargo de su madre, la cual estaba más preocupada en conseguir adrenalina para que sus presas se mantuvieran despiertas todo el tiempo posible mientras las torturaba que en si la bebé de apenas un año tenía hambre o estaba enferma.

Así que los gemelos Riddle se habían preocupado en lugar de su madre. Con apenas diez años cada uno, le preparaban las comidas no sólo a su madre sino también a la bebé. Le cambiaban los pañales, la protegían de que se matara ella sola por accidente, y evitaban que ningún Mortífago de los que se pasaba por allá la matara a propósito.

Bellatrix solía realizar reuniones en la cabaña con los únicos Mortífagos que se habían mantenido fieles a su señor a escondidas. Entre ellos estaba el matrimonio Malfoy, el cual contaba con un cría de la edad de Tn el cual Bellatrix solía dejar a cargo de los gemelos para que ellos lo cuidaran mientras se tenían lugar las reuniones.

Los gemelos debían procurar que ninguno de los dos infantes interfiriera en la reunión de los adultos, bajo ninguna circunstancia.

Tn vivió sus primeros años con la inocencia de su edad, sin tener ni idea de los tipos de magos y brujas con los que se cruzaba cada día. Lo único de lo que era consciente era que la mujer a la que veía todos los días y a la que por equivocación a veces llamaba mamá era una mala persona que no le dejaba que la llamase mamá, porque cada vez que lo hacía los gemelos la dejaban una semana sin postre como castigo, para evitar que Bellatrix le pegara o le hiciera algún tipo de daño a la pequeña por atreverse a nombrarla con tan vulgar e impropio apodo proveniente de ese engendro al que estaba obligada a dar techo.

Pero un día, todo cambió. Y no para mejor.

Un día, en una de las reuniones, Tn cometió el inocente error de interrumpir en la sala y no con un aspecto muy decente, aún por encima.

¿Y qué hizo Bellatrix? Agarró a sus hijos y a la mocosa Potter y los arrastró hasta el sótano en el que llevaba a cabo sus torturas.

Los tiró a los tres adentro, mientras escuchaba las voces de sus hijos intentando convencerla de que no lo hiciera.

-¡Dejen de suplicar, malditas escorias! -exclamó agarrando dos látigos que colgaban de una pared -. ¡Un hijo mío nunca debe suplicar por nada! ¿¡Cuántas putas veces tengo que repetirlo para que entiendan!? ¡Quiero maldito silencio mientras reciben el jodido castigo que se merecen, mierdecillas!

Lanzó un latigazo al aire. La habitación estaba llena de muebles tras los que esconderse.

-Ahora... -Bellatrix regresó a su voz alocada pero tranquila, y apagó la luz -. Juguemos.

Una palabra.

Una carcajada.

Algo tan insignificante, que supuso el comienzo de un largo, espantoso y doloroso proceso.

Mattheo siempre había sido el más miedica, y Delphini la más valiente. Ella se arriesgaba mucho, sin importarle los golpes que recibía después de su madre y, de echo, recibiéndolos sin mostrar dolor, a pesar de sentirlo y a pesar de soltar lágrimas, aunque nunca ningún ruido. Mattheo, en cambio, sólo la seguía en sus locuras por miedo a que le pasase algo realmente malo y siempre lloraba y suplicaba cuando su madre lo castigaba.