Capítulo 11

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NARRA TN:

-Yo tampoco sabía qué pasaba -dijo Mattheo después de que yo explicase lo que había pasado en mi subconsciente, saltándome la parte en la que se hablaba de mis transformaciones (Mattheo no lo sabía) y en las que mencionaba a... Es que ni siquiera me atrevía a pensar en su nombre -. De pronto todo estaba volando por los aires y sentía un poder muy grande salir de ti. Nada nos tocaba, pero daban vueltas a nuestro alrededor, y llegaste a hacer explotar algunas cosas. Incluso tembló el castillo. Normal que te hayas agotado mágicamente.

-Es que... No es como si me sintiera agotada. Más bien es como sentirse vacía -dije mirando mis manos. No sentía la magia acariciarlas como me pasaba usualmente. Y no me sentía agotada. Más bien me sentía furiosa. Esa estúpida que se hacía llamar mi subconsciente me estaba tomando el pelo, se burlaba de mí. ¿Qué tenía que ver alguien que lleva años muerta con todo esto? Aunque si me paraba a pensarlo, las transformaciones empezaron justo después de su muerte... Vaya, qué curioso... -. Oye, Mattheo. ¿Sabes si las personas muertas pueden comunicarse con la mente de alguien?

-¿Y esa pregunta? ¿Acaso alguna de tus víctimas quiso comunicarse contigo? -preguntó divertido -. Admite que sería una razón muy graciosa si era eso lo que te causaba pesadillas.

-Solo... respóndeme.

Mi hermano cambió su expresión por una seria al ver que no estaba para bromas.

-A ver. En sí, las personas muertas no pueden comunicarse con los vivos, sólo en escasas ocasiones muy puntuales. Aunque si metemos el tema de mentes y subconscientes, puede haber la posibilidad de que si esas dos personas compartían un enlace entre mentes, entonces la persona muerta pueda acceder a los sueños de la que está viva para comunicarse con esa persona.

Hice una mueca. Ninguna de esas opciones cuadraba conmigo. Eran Mattheo y ella los que tenían la conexión mental, no yo.

Me di cuenta de que Draco me observaba en silencio desde hacía un buen rato, pero me abstuve de indagar más hasta que no estuviéramos los dos solos.

A la hora de la comida todo el mundo hablaba sobre quién habría sido la persona que le arrancó el labio a Diggory. Ese cabrón ya había perdido el privilegio de que lo llamase por su nombre, definitivamente. Aunque tuve que admitir que su ira y su violencia eran interesantes. Sin duda un buen fichaje junto con Pansy. Tal vez podría hablar con él, para tantear el terreno. Ver cuánto miedo me tiene, cómo reacciona a mí. No descubres lo que vale una persona hasta que la pones en una situación aterradora.

Bueno, yo podía ser muy aterradora cuando me lo proponía.

Así que, queriendo dejar de lado todo el asunto de las pesadillas, de Delphini... Agh, me daba un regusto amargo de culpa al pensar en ella... y centrándome en la misión, convencí a la enfermera Pomfrey para que me permitiera visitar a mi 'novio' malherido. Finalmente me dejó pasar y nos dejó sólos. Él estaba descansando, siendo casi la hora de la cena, y cuando me oyó llegar abrió los ojos perezosamente para centrarlos en mí.

Cuando me reconoció, saltó de la cama y salió de ella bruscamente, queriendo alejarse todo lo posible de mí. Tenía vendas alrededor de la mandíbula que lo tapaba todo. Yo había escuchado a la enfermera quejarse de que no era nada fácil y mucho menos indoloro tener que formarle el labio, ya que ni siquiera tenían el trozo antiguo para recolocarlo.

-Vengo en son de paz -dije, alzando las manos en alto -. Al menos, así será mientras colabores.

Se me quedó mirando, con los ojos inyectados en miedo.

Suspiré.

-Sí piensas que estoy enfadada por lo que quisiste hacerme, que sepas que eso es agua pasada.

No se relajó un pizco. Más bien se puso más alerta cuando le mencioné lo de esta mañana.

-Diggory, no estoy aquí para hacerte más daño. Quiero que sepas que me sorprendió descubrir ese lado oscuro de ti. Y que me gustaría explorarlo y conocerlo más a profundidad.

Finalmente cambió su expresión a una de confusión.

-Verás -comencé, sentándome en el borde de su cama, e indicándole que vuelva a meterse en ella. Dudó, pero cuando vio que no iba a seguro hablando hasta que hiciera lo que le dije, finalmente se introdujo bajo las sábanas, aunque manteniendo toda la distancia que pudiera conmigo. Sonreí ante eso, lo que causó un escolfrío al chico -. Cómo te iba diciendo. Tienes un lado oscuro. No necesité mucho para descubrir que existe un chico malo debajo de toda esa corteza de pureza y alegría. Que existía una bestia. -Me encogí de hombros -. Yo sólo quiero conocer a la bestia. Reclutarla. Si lo que me mostraste a la mañana sólo fue una pequeña porción de lo cruel y malvado que puedes llegar a ser, entonces permíteme decirte que acabas de meterte entre mis filas, cadete.

Mírenme, hablando como toda una Sargento reclutando a su pelotón. A este paso me iba a formar tremendo equipo con alumnado de la perfecta escuela Hogwarts. Chúpese esa, mugriento anciano come-caramelos. ¿Qué harás para evitar que forme un ejército con tus alumnos? Nada, porque ni siquiera sabes que lo estoy haciendo.

Diggory se me quedó viendo, boquiabierto. No se esperaba eso de mí, para nada.

-Bueno... Ya te hice la oferta -dije levantándome -. Me alegra ver que no le has dicho a nadie quién te hizo eso. Aunque hubiera sido por miedo a que todos te llamasen loco. Pero te advierto que debes mantenerte callado respecto a lo que acabo de decirte. Por obvias razones, nadie de Hogwarts deberá saber que estoy formando un pequeño ejército en contra de su querido niño dorado. Y te aseguro que sabré si te has atrevido a divulgarlo. Tengo ojos por todas partes.

Me retiré sintiéndome satisfecha. No me agradaba la idea de tenerlo cerca, pero sin duda era mejor tenerlo bien atado, intimidado y bajo mis órdenes que dejando que piense que le tengo miedo o algo así.

Esa noche me fui a dormir, extremadamente agotada después del día que había tenido, para al día siguiente recibir muchas sorpresas nada más despertar.

(***)

Dejo esto por aquí. Ahora mismo son casi las tres de la madrugada. No podía dormir.

Mañana subiré dos más.

Besos en la nariz,

Dani<3

Tn Potter: la serpiente perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora