Capitulo 3

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Alex

El local parece que se agrande y alargue a medida que voy caminando en dirección al ring. Algo me dice que hoy algo no saldrá bien, pero aun así me arriesgo y sigo caminando hasta que llego.

Este edificio es un viejo gimnasio que consta de una planta principal y un sótano: en la primera encontramos todas las oficinas administrativas del lugar y las salas pertinentes de un gimnasio.

En el sótano se supone que hay un trastero enorme lleno de máquinas antiguas, como cintas de correr o máquinas para hacer pesas. Mentira, en lugar de todo eso encontramos un ring y unas pequeñas gradas envolviéndolo.

El ring consta de unos 36 metros cuadrados, algo bastante grande con los que hay en otros establecimientos clandestinos. Las gradas de alrededor están situadas en un cuadrado, cerrando así todo el ring.

En esta misma sala, también hay un pequeño puesto de apuestas y otro con los comentaristas, esto es peor que las peleas legales y profesionales. Entro en la estancia y todos se quedan mirándome.

Para prácticamente ninguno de los presentes se le hace raro verme aquí, pero hay una parte que sí se sorprende. Yo era una leyenda aquí, una persona conocida y respetada por todos.

Me tenían miedo y respeto, cosa que adoraba, pero lo dejé. Al principio sí me arrepentí y me cabreé, pero entendí que era eso o perder a Cala para siempre. A ella le gustaba esto, pero dejó de hacerlo cuando en una ocasión casi me matan.

Mi contrincante usó esteroides, drogas y unos guantes trucados para ganarme, era la final y él tenía las de perder. Así que prefirió no arriesgarse y hacer trampas.

Mientras peleábamos, me insertó un golpe en la mandíbula, cosa que hizo que mi cabeza se fuera para atrás fuertemente. No hubiera pasado nada si hubiera tenido los guantes normales, no era la primera vez que me acertaban un golpe así.

Acabé en el hospital y estuve unos dos días sedado e inconsciente. Cala, no quería que volviera a las peleas, pero yo sí y acabamos discutiendo y distanciándonos.

Flashback  

Me intento erguir poco a poco en la cama, para así quedar sentado y no tumbado. Lentamente, lo consigo y miro a la mujer que está tumbada en el sofá junto a mí. Cala está durmiendo profundamente y su respiración es de lo más calmada.

Miro por la ventana y logro ver que todavía es de noche, serás las dos o las tres de la madrugada. No me gusta nada la posición en la que se encuentra, mañana le dolerá el cuello si sigue así.

- Cala, nena, despierta.- Susurro, intentando que se despierte. Lo acaba haciendo al rato y se acerca rápidamente a mí.

- ¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? – dice preocupada, niego con la cabeza en señal de respuesta. - ¿Entonces qué pasa?

- Túmbate en la cama, no me gusta que estés durmiendo en el sofá y además, hay suficiente espacio para los dos.- digo incitándola a subirse. Al principio reniega, pero acaba haciéndolo con la mirada dura que le dedico.

Se tumba a mi lado y me echo para abajo, la rodeo con mi brazo y apoya su cabeza en mi pecho. Acaricio su pelo lentamente y cuando ya está dormida me dedico a observarla. Es preciosa cuando está desierta, pero durmiendo es un auténtico ángel.

Beso su frente y después me acurruco contra ella. Se tumba un poco más sobre mí y me chafa un poco una de las heridas. Intento no gruñir por culpa del pequeño dolor que me recorre el cuerpo con su acción y la abrazo más a mí.

El regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora