Dime que fue una coincidencia el momento en el que la luna y el sol se miraron. Grita que fue un error que llegó demasiado lejos porque por primera vez te oiré. Podrás susúrrame al oído que no tenía juicio hasta que también lo crea, pero nunca podrás quitarme el recuerdo de aquel eclipse.
Aunque sus manos tocaban mi cintura, un universo nos separaba. El humo de tabaco asfixiaba mi perfume y la arena del reloj caía rápido, arena que ninguno de los dos podría haber controlado. Aun así, seguía a su lado sin saber cuántos atardeceres nos quedaban por ver. Mis cadenas brillaban con el último haz de luz mientras él me revelaba todas sus sombras. A pesar de todo, la misma porquería corría por nuestras sangres. Lo más probable es que fuera de las pocas razones por las que luchar por un nosotros. Éramos él y yo contra un mundo.
No sé lo que me cambió y nunca llegaré a saber qué habría pasado si no hubiera delirado de amor. Era el mismo delirio que ya me había tumbado antes, pero por primera vez perdí algo por él. Eran mis manos las que ahora tocaban la empuñadura. Si te sirve de consuelo, el beso que nunca nos dimos me persigue todavía. Ya sé que encontraste otra luna a la que amar, pero sigo viendo tu "déjà vu" a través de las miradas. Solo espero que me perdones si algún día te hice daño.