capitulo 1.

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⚠️⚠️⚠️ EN EL TRANSCURSO DE ESTA HISTORIA SE VAN A DESARROLLAR ESCENA DE INCESTO, POLIAMOROSAS, VIOLENCIA FISICA Y VERBAL Y OTRAS DONDE SE PUEDE HERIR LA SENSIBILIDAD DEL LECTOR, SE RECOMIENDA DISCRECIÓN. ⚠️⚠️

⚠️ TODO LO RELATADO ES FICCIÓN Y BAJO NINGUN MOTIVO SE PRETENDE "NORMALIZAR" O "ROMANTIZAR" ⚠️⚠️

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Era viernes por la noche, Samanta Bonesana, se encontraba a solas en su comedor, bajo la tímida luz de la pantalla de su lapto.

Temía presionar, su dedo daba vueltas, no sabía si era lo correcto o si tal vez, debía detenerse a considerar otras alternativas.

Samanta, era secretaria en un estudio jurídico, pero eso, lo hacía de forma gratuita, ya que estudiaba derecho y desde la facultad le exigían prácticas profesionales.

Sabía que aquel conocimiento en la practica, se consideraba incluso más importante que la teoría, por eso le encantaba.

Sin en cambio, pagar sus estudios, la ropa y todo lo que conlleva vivir, le estaba resultando imposible.

Había intentando con varios negocios, como vender ropa, joyas, entre otras, pero por su tiempo escaso todo se le dificultaba... en definitiva necesitaba trabajar en algo que fuera de noche, y pudiera acomodar a su vida.

Por eso, aquella noche, siendo la una de la madrugada, Samanta se tomo unas fotos con poca ropa.

No se creía bonita, de hecho, dudaba en que fuera a dar resultado y en el fondo, temía que eso golpeara su autoestima.

¿Era suficientemente bonita para que alguien pagará por ella?... aunque era una pregunta tonta, daba vueltas por su cabeza.

Pero no solo eso, en caso de que alguien se interesará por ella, la hacia sentir como un pedazo de carne.

En definitiva, por sí o por no, igualmente era una opción desesperada que no la haría feliz.

Decidió no pensar más, se motivo así misma, diciéndose que muchas mujeres lo hacían y que en la actualidad no estaba mal visto.

No juzgaba a quienes lo hacían, pero no dejaba de tener sentimientos encontrados.

Cerró sus ojos y los apretó para no abrirlos, así fue como subió su posteo, en aquellas aplicaciones y sitios web destinados para eso.

Luego vió un poco más, se comparo con las demás mujeres y deseo tener el cuerpo de algunas de ellas.

No se tenia nada de fé y de hecho, con el paso de los días solo se desepciono aún más.

Estaba desesperada, necesitaba dinero y nadie se había interesado por ella. Además, los algoritmos en las redes le hacían llegar videos de mujeres que presumían altas ganancias y eso la hacía sentir peor.

Sentía que no servia para nada, ni siquiera para vender su cuerpo aunque eso no le resultará agradable.

Había pasado un mes, cuando ya superada por la situación, se acomodo en su cama y no pudo evitar llorar.

Aunque aquello fue interrumpido por un insistente toque de su timbre.

Asustada, se limpio las lágrimas y camino hacia la puerta.

Antes de abrir, se fijo quien era y abrió de inmediato cuando observo a su jefe allí.

-Señor Draven... - Dijo, esperando que él no notará  sus ojos inflamados.

Draven Rousseau, estaba entre los primeros tres mejores abogados de país, a todos le caía mal por su personalidad sin límites.

Alto, de cabello negro y muchos tatuajes, resultaba ser una persona imponente que en ocasiones intimidaba demasiado.

Los abogados en su mayoría lo odiaban, sus clientes pagaban mucho dinero por unos segundos de su atención y las opiniones iban desde que era el mejor hasta afirmaciones de que era corrupto.

En realidad, Samanta podía decir que era muy exigente, frío, calculador y manipulador... para él solo había una forma de hacer las cosas y era la suya.

Draven no espero que ella lo hiciera pasar, sino que entró de inmediato y observo todo.

-Te he dicho que me puedes decir Draven... - le dijo.

-Disculpe, ¿sucedió algo Draven?.

Él asintió. -Tenemos que hacer un viaje importante y... ¿tienes problemas económicos Samanta?.

-¿disculpe?.

Saco su celular y le mostró su posteo, aquel donde vendía su cuerpo.

-Qué aclares que no sos virgen y que estas dispuesta a todo, resulta tentador...- sonrió.

Samanta solo lo miro, se sentía realmente avergonzada por la situación.

Draven se caracterizaba por no dar vueltas y pedir justo lo que quería. Así que fue directo.

-Yo soluciono tus problemas de financias, si haces todo lo que yo te pida... ¡Dios santo! Quiero cogerte mientras te obligó a gritar mi nombre fuerte, desde que te vi por primera vez. Por eso hice todo lo necesario para que fueras a mi estudio a realizar tus practicas... quiero pasarte mi lengua por tu trasero y dejarte mis dientes en cada una de tus nalgas... - sonrió.

Samanta se avergonzó aún más, pero también su cuerpo reaccionó, sintiendo deseo.

-¿entonces?- Dijo, al ver que ella no decía nada. ¿Quieres o no?.

Pensarlo sería inútil. Necesitaba el dinero y aunque Draven le daba miedo,lo amaba. También lo admiraba por su trabajo, además prefería que fuera con él, que ya lo conocía y no con otro al que no.

Asintió. -No uso anticonceptivos...- pronunció.

- No importa, puedo usar yo... claro que si lo usas tu seria mejor... sin en cambio, no quiero que eso te perjudique... deberíamos hacer una cita con un ginecólogo y evaluar posibilidades.

Draven se sentó en el sofá, cerca de la puerta. Simplemente se dejó caer como si fuera su casa.

Luego, le hizo seña para que se sentará junto a él, por lo que, Samanta cerró la puerta y obedeció lentamente.

-¿cuanto dinero necesitas?.

-Tengo que ponerme al día con la facultad, son tres cuotas en total y...

-Vamos dilo sin vergüenza...

-Debo luz, agua y alquiler de aquí.

Tal vez más que vergüenza era impotencia, por eso corrieron un par de lágrimas por su rostro, que no pudo esconder de su jefe.

El saco un pañuelo y limpio dulcemente su rostro.

-¿por qué no dijiste que estabas tan mal?.

-Yo quería conseguir trabajo pero todo se complico...

-¿tienes para comer?. ¿Has comido ahora?.

Ella negó, sucede que durante la semana cuando se quedaba sin dinero, comía en el estudio por que Draven pagaba su almuerzo y un café a media tarde, sin en cambio, ese día no había trabajado.

-Publiqué en Internet para vender este sofá pero nadie a preguntando aún.

-No lo vendas, lo vamos a necesitar... - Dijo Draven, acomodando su cabeza en uno de los apoya brazos, mientras la tomaba, guiandola a que se subiera encima de él. - movete un poco para mi Reina...

ARDIENTE LUJURIA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora