Cellbit enterraba su cabeza entre sus manos, sentado en el borde de la cama. Su cabello castaño claro chorreaba agua por su cuello pues no había tenido mente ni para secárselo bien. Detrás de él se encontraba el cuerpo del omega, su omega, que había esto inconsciente por casi dos días en una habitación que alquiló al huir esa noche.
No quería recordar, pero las imágenes de lo que vio cuando por un momento recobró la conciencia a mitad de su celo para dejarlo ir, lo atormentaban aún, dejándolo con un total insomnio.
Cuando lo enconcontró en aquella habitación, las laceraciones, los diversos moretones, los dedos marcados en cada parte de su cuerpo, las profundas mordidas alrededor de su cuello y pecho que en ese momento tenían un color horrible y aquella marca en su nuca que se ponía cada vez más morada a cada segundo que pasaba.
Había lavado su cuerpo con cuidado, untando una crema en las mordidas y moretones, incluso dentro de él. Se había asegurado de dejarlo limpio antes de volver a acostarlo y cubrirlo con una gruesa colcha pero sabía que él no se sentiría así cuando se despertara.
No tenía recuerdos claros fuera de ese lapso de consciencia que tuvo por segundos, sólo una excitación que nublaba su juicio y que lo obligaba a querer más al punto de no saciarse. Si hubiera sabido que la causa de eso era el omega debajo, encima, de lado de él, hubiera hecho el intento de detenerse desde el inicio.
Ahora Roier tenía su marca en su cuello, esa que lo definía como suyo, pero él no quería que fuera de esa forma. Se mordió los labios hasta sentir su propia sangre. Era un imbécil. Sabía que su celo estaba cerca y lo había traído con él sabiendo que podían ocurrir complicaciones. Forever tenía todo el derecho de golpearlo hasta que estuviera conforme.
Oyó un ligero gemido y miró detrás de él alarmado.
Roier se movía lentamente intentando apartar las sábanas. Cellbit se sentó a su lado pero no lo tocó, no podía prever la reacción de él.
-Guapito- lo llamó en voz baja.
El omega se movió un poco más antes de abrir los ojos tan lento que Cellbit pensó que seguía durmiendo.
-Qué alivio- exclamó al ver ese par de orbes aunque cansados y desorientados -Me tenías asustado- intentó sonar normal.
Pero Roier no pensó igual, en cuanto lo vio se incorporó en la cama y puso distancia entre ellos. Agarraba la sábana contra su pecho como si fuera una gruesa muralla de protección y temblaba marcadamente. Los recuerdos lo azotaron de golpe y solo veía los ojos azules intensos de Cellbit y sus ansias depredadoras.
Cellbit por su parte sintió como si un balde de agua fría cayera sobre él. Lo peor que un alfa podía soportar era que su omega lo rechazara o le tuviera miedo y eso fue lo que vio en los ojos de él.-Roier- lo llamó tratando de consolarlo -Ya mi celo terminó, todo está bien- hizo el intento de entrar en razón con él.
El omega se quedó quieto al menos dos minutos, tiempo que Cellbit tampoco hizo nada, estudiando su reacción. Después de eso él dejó de temblar dándose cuenta que la última visión que recordaba de Cellbit no estaba ya, sino el alfa que conocía. Se llevó los dedos a la marca en su cuello y se estremeció bajo su tacto, más que doler estaba muy sensible y aún no había cicatrizado del todo.
-Si quieres tomar un baño la tina está preparada con agua caliente y si tienes hambre puedo mandar a pedir algo- Cellbit se levantó y preparó un vaso de agua con el medicamente de Forever, llevaba algo de tiempo sin tomarlo, por lo que le preocupaba extender más el periodo de abstinencia.
Se acercó a él y se lo ofreció. Roier parecía cauteloso, diferente al joven decidido que conocía. Sus hombros estaban ligeramente encorvados y su barbilla no estaba acostumbradamente alta. El omega miró el vaso y alzó su mano suavemente para tomarlo pero en cuanto sus dedos tocaron los de Cellbit por accidente, soltó el recipiente de vidrio, derramándose el contendido en la cama y él en el otro extremo, otra vez temblando.
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No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse)
FantasyCellbit, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Roier, aunque hay dos problemas... Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Roier dice...