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Capítulo 107: No todos los esfuerzos fueron infructuosos después de todo

“¿Por qué no te mueves? ¿Planeas quedarte allí para siempre?

Qin Feng espetó con frialdad. Aún así, no podía superar los gestos de Liu Xue y cómo lidiaba con las cosas.

¡Qué vacilante e indeciso!

“¡Ay! ¡Bien bien!"

Liu Xue se apresuró a seguir el ritmo de Qin Feng. Fue en este momento que su admiración y respeto por Qin Feng se solidificaron.

No fue solo eso. Los civiles que estaban escondidos hace unos momentos salieron corriendo y siguieron a Qin Feng.

Con Qin Feng tomando el mando, todo estaba bien en el mundo.

Estos insectoides no representaban una gran amenaza para el grupo. Qin Feng los atravesó sin esfuerzo mientras lideraba el camino hasta que llegaron a la tienda de equipos de Liu Zhenshan.

La tienda estaba actualmente hecha jirones, con fragmentos de vidrio esparcidos por el suelo. Dentro de la tienda en sí había tres mantis filosas que de alguna manera se colaron, sin ser bienvenidas, por supuesto.

Yaciendo inmóviles en el suelo, había dos cadáveres. Liu Xue sintió como si le hubieran arrancado el corazón del pecho y lo hubieran arrojado por un precipicio, hacia un abismo sin fondo.

Incluso antes de que Qin Feng pudiera hacer su movimiento, Liu Xue se adelantó y mató a esas mantis con unos pocos golpes de sus palmas.

La buena noticia era que ninguno de estos dos cadáveres pertenecía a Liu Zhenshan. En cambio, uno parecía ser el tendero de Liu Zhenshan, mientras que el otro era presumiblemente un cliente, un usuario de aptitud de nivel G.

¡Fue una pena, su destino dictaba que yacería aquí para siempre!

"¡Ve al sótano primero!" Qin Feng ordenó.

"¡Bien!" Liu Xue marchó al frente y se hizo cargo de liderar el camino a pesar de que Qin Feng tenía un conocimiento completo sobre el diseño del edificio. Mientras seguía a la chica de cerca, las personas detrás de él tenían otras ideas en mente. Sus ojos se iluminaron al ver la tienda abandonada y recogieron una o dos piezas del botín a medida que avanzaban.

Estos equipos de combate resistieron bastante bien los ataques de las ultrabestias. Aunque, en tiempos normales, valían al menos diez mil yuanes por pieza y podían alcanzar hasta cien mil por un conjunto realmente bueno, lo que explica por qué nadie compró estos artículos.

Qin Feng no prestó atención al grupo codicioso. Siguiendo a Liu Xue, llegaron a un estacionamiento subterráneo donde se encontró una puerta secreta.

En ese momento, la puerta parecía haber sido cerrada por dentro. Liu Xue golpeó fuertemente con los nudillos en la puerta.

"Papá, mamá, ¿sigues dentro?"

"¡Liu Xue, la pequeña Xue ha vuelto!" Qiao Yan exclamó en un tono encantado. Poco después, la pesada e impenetrable puerta de acero se abrió con un gemido, revelando la escena interior.

Además de Qiao Yan y Liu Zhenshan, había otras tres mujeres y un hombre, todos empleados de la tienda. Ellos también salieron corriendo a ver la conmoción.

El espacio cerrado estaba tenuemente iluminado, pero la gruesa puerta de acero reforzado les daba a todos una sensación de seguridad, algo difícil de conseguir en estos días. Incluso antes de que Qiao Yan pudiera celebrar el regreso de su hija, los civiles del otro lado invadieron el espacio seguro como ratas en su madriguera.