Kadir la miró asombrado mientras en su mente los recuerdos del día de su compromiso afloraban. No había duda, ella era la misma niña de aquel entonces. Lo pudo sentir al verla entrar al invernadero con la mirada sorprendida, corretear de manera infantil entre los árboles y disfrutar de las flores con libertad riendo alegremente. Cuando comenzó a hacer las coronas un sentimiento de nostalgia se apoderó de él. Sin darse cuenta de lo que hacía sus pies se movieron por si solos hasta que llegó a su lado.
Su cara al verlo, la expresión de sorpresa inocente en vez de miedo, que era lo que acostumbraba a recibir fue muy refrescante. El escucharla decir su nombre fue demasiado, su corazón amenazó con salírsele del pecho de forma peligrosa. De manera impresionante logró mantener su cara inexpresiva y actuó con calma tratando de no asustarla, de mantener una reacción natural. Su dulce sonrisa lo había dejado sin aliento, tuvo que apartar la vista para no mostrar sus verdaderas emociones.
La trató con toda la delicadeza que pudo al tomarla en sus brazos, mientras el nerviosismo lo embargaba. Era tan ligera, que sentía que si una fuerte ráfaga de aire la golpeaba la arrastraría lejos. Se sentía como una frágil existencia que si se trataba sin cuidado podría desaparecer en un instante.
"Es una niña" se repetía de manera constante, ahogando cualquier pensamiento impropio que pudiera acechar su mente en una situación como esta. Algo como esto entre un hombre y una mujer sugería cercanía, intimidad entre ellos. Pero entre un adulto y un niño era algo así como un gesto de cariño y preocupación por aliviar su malestar.
Tragó en seco al ver su pie desnudo tan pequeño y delicado y comenzó a masajear con toda la suavidad que sus manos le permitían. Su piel era demasiado suave, y sus dedos se deslizaban de manera experta olvidando que se trataba de aliviar un calambre pasajero. Un súbito movimiento de esas débiles piernas lo hicieron detenerse. Alzó la vista al darse cuenta de que se había concentrado tanto en actuar lo más normal posible que no había imaginado como se sentiría ella y se encontró con la cara completamente roja de Aylah. Al parecer tan absorto en sus pensamientos como estaba se había excedido un poco.
Esta muestra de pudor lo tomó por sorpresa. ¿Acaso ella tenía algún sentimiento por él?. Su respiración estaba agitada mientras bajaba la falda del vestido con rapidez tratando de no mirarlo a los ojos. "Es demasiado linda" era lo único que pasaba por su mente en ese justo instante mientras la veía actuar con timidez.
Pero sus pensamientos cambiaron de improvisto a constantes maldiciones internas cuando su dulce prometida había expuesto su delicado cuello para que le pusiera la cadena. Sus manos parecían enormes torpes guantes de hierro mientras luchaba con el maldito cierre del tamaño de un alfiler. Sudaba, esto estaba complicándose demasiado, y Aylah solo seguía sonriéndole con dulzura, su inocencia era demasiado, lo estaba poniendo contra la espada y la pared.
Ella se había convertido justo en lo que había imaginado. Era hermosa, con un aire infantil en su angelical rostro. La imagen que nunca pensó que vería, estaba allí justo frente a él. Aunque en un principio había estado en contra de este compromiso, luego de conocer a su futura esposa algo había cambiado en su interior. La espera para que ella se convirtiera en adulta no le parecía algo tan lejano, era tan simple como la paciencia del granjero, que cultivaba la tierra y esperaba a que su cosecha madurara. Incluso ya no estaba tan enojado por la súbita pérdida de su libertad.
El súbito accidente había hecho que ese futuro desapareciera y a decir verdad incluso se había rendido ante la posibilidad de que ella jamás iba a despertar. Se sentía culpable por haber perdido todas las esperanzas, pero era algo totalmente natural que sucediera. Las noticias que venían de la mansión eran cada vez menos alentadoras y ya lo único que quedaba era esperar a que Aylah se reuniera con la familia que había perdido en el mas allá. Ella iba a desaparecer dejando su mente llena de momentos que nunca fueron y recuerdos que jamás serían creados. Algo se apagó en su interior ante esta realidad.
Cuando cayó en sus brazos luego de despertar una mezcla de explosivos sentimientos habían nublado su mente. Por una parte verla de nuevo con los ojos abiertos era un soprendente milagro. Pero por otro, ver su deteriorado aspecto levantó una oleada de furia que casi provocó que alzara su espada contra el conde. Esa pálida piel como la muerte, esos ojos hundidos, sin brillo, totalmente apagados. Si Jens no lo hubiese calmado, probablemente hubiese matado al conde allí mismo sin pensarlo dos veces.
Ver su cara iluminada por la luz de las gemas en este momento lo era todo para él. Como el río que después de una prolongada sequía se llena de repente con una tormenta repentina. Sus sentimientos fluían desbordados sin que pudiera evitarlo. Si no salía de allí lo antes posible el control que había mantenido hasta el momento iba a evaporarse sin remedio y sería incapaz de mantener su inexpresivo rostro.
- ¿Serías... mi caballero? – la intensidad en esos ojos era demasiada, era más de lo que podía soportar ahora mismo
Esta pregunta había desencadenado sentimientos que pensó que ya había olvidado, emociones que había decidido enterrar en lo profundo de su ser.
- Te ofrecí mi juramento hace doce años, aunque lo hayas olvidado un caballero nunca rompería una promesa – dijo Kadir con seriedad
- Entonces... ¿me ayudarías a recordar? – preguntó Aylah con timidez tratando de descifrar la expresión de Kadir, seguía luciendo como un hombre atemorizante con su inexpresivo rostro, pero por alguna extraña razón al analizar sus acciones, había sido bastante amable. Estaba aprovechando su suerte y tentando al destino de manera diabólica, ¿Acaso sería capaz de manipularlo como hacia con Bethel? ¿Sería tan fácil? Al menos debía intentarlo, nada podría ir peor de lo que estaba ahora mismo.
Por un instante pudo ver confusión en sus ojos, lo que parecía ser una lucha interna ante una pregunta tan simple y se alegró de que sus palabras pudieran provocar algún efecto en este hombre que parecía una estatua humana.
- No puedo hacerlo – negó de manera tan cortante que Aylah no pudo menos que sentir una enorme decepción crecer en su pecho, el tan esperado encuentro había fracasado abismalmente. ¿Qué debería hacer ahora?
- General, el cambio de guardia será dentro de unos minutos, debemos irnos
Aunque solo lo había escuchado hablar una vez anteriormente, ella pudo reconocer su voz. Era Si Baldassare, el hombre que había acompañado a Jens en su habitación cuando este la examinaba mientras ella pretendía estar dormida. Lo miró curiosa de ver como luciría alguien con una voz tan grave y no se decepcionó en absoluto. Era un hombre de cara tosca, con una enorme cicatriz en su mejilla que comenzaba en su ceja y culminaba en su barbilla. Su cabello oscuro y sus ojos verde botella no resaltaban tanto como su aspecto de feroz guerrero.
- Regresare pronto – dijo Kadir a modo de despedida, aunque su rostro seguía inexpresivo ella no pudo dejar de sentir una pequeña luz de esperanza ante esas palabras que sonaban como una promesa sin serlo.
Sonrió levemente viendo como Kadir se alejaba, se giró hacia la mesa del té con un creciente sentimiento de positiva alegría creciendo en su interior. Tomó un dulce de fresas y comenzó a comerlo con avidez. Sentía que no todo estaba perdido, él iba a volver.
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Destinada a renacer
ФэнтезиDespertó en el cuerpo de alguien más, tenía una segunda oportunidad de vivir en un mundo lleno de magia y hermosos castillos. Pero sus esperanzas de una larga y tranquila vida son destrozadas de inmediato por su oscuro destino. Ahora es Aylah, l...