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Ahora estoy con mi hermosa madre, cenando en uno de los mejores restaurantes del país, después de descubrir que me habían dejado plantado.

- No lo puedo creer, han dejado plantado a mi guapo y sexy hijo menciona entre la risa.

- Madre, no te burles. Eso es lo más bajo que una madre puede hacer — sube sus hombros en significado de que no le importa.

- Hay cosas peores, pero no me estoy burlando.

- Llevas riéndote aproximadamente veinte minutos — me encanta la sonrisa de mi madre, y aunque yo soy la razón de su burla, no me importa.

- Es que no puedo creer quién tuvo esa osadía ¿La chica odiosa?

- Madre — la ignoro y ella vuelve a reírse. — ni tu hija se atrevió a tanto.

- Ay. Me he convertido en el comodín de mi hijo, porque lo han dejado plantado.

- Olvidaremos que esto ha sucedido — niega, riéndose.

- No lo olvidaré, te lo recordaré cada vez que pueda y a mis nietos se los contaré.

- Es vergonzoso, y deberías sentir pena por burlarte de tu hijo.

- Primero que nada, soy tu madre, mi deber es avergonzarte, segundo no voy a sentir pena porque estoy cenando en un lujoso restaurante, con un hombre guapo.

- Aprovéchalo, la próxima vez te vas a conformar con las hamburguesas de la esquina.

- No me molestan, son deliciosas; y aun así no supera el hecho que han dejado a mi hijo vestido y alborotado.

- Eres cruel, madre. Ya sé a quién salió tu hija.

- Ambos salieron a mí, gracias a Dios, porque con el carácter de tu padre era bastante.

- ¿No lo extrañas? — se pone un poco más seria.

- No. Soy libre, no tengo que estar como una muñeca de porcelana cuidando mis palabras, mis actos y jugando a qué me cae bien todo el nido de víboras que tienen al rededor. — suena muy sincera.

- ¿No lo amas?

- No puedes amar a alguien por encima de ti mismo, porque te pierdes en el camino.

- Recuerdo que papá y tú se amaban mucho, quiero eso en mi vida, pero no quiero que termine igual.

- Eso no lo puedes saber, yo no me arrepiento de amar a tu padre, casarme y tenerlos a ustedes; él me hizo muy feliz hasta el último día.

- Aun cuando...

- Me engaño con otra — ese tema no me agrada — aun así, pero yo tuve mi culpa en esta historia.

- Mamá, no te eches la culpa por una decisión que él tomó.

- No lo hago, pero la sinceridad te hace concientizar la situación lo más rápido que puedas.

- No entiendo cómo se puede amar a alguien y engañarlo — eso es absurdo y desleal.

- Cuando te olvidas de amarte a ti mismo, los demás también lo hacen porque si tú no ves lo que hay dentro de ti, nadie lo hará.

- Tú lo amabas, vivías para él.

- Ahí estuvo el detalle, que no debía vivir para él, sino con él, me convertí en un objeto de exhibición más de la casa en vez de ser la señora de la casa, por eso tu padre busco en otro lado, lo que no veía en mí.

Bajo la lluvia de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora