[ q u i n c e ] - Arruíname.

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꧁ M O N I Q U E ꧂

—¿Estás diciéndome que no sabes conducir? —inquiere Tom, totalmente incrédulo mientras detiene el auto en una parte de la carretera en el regreso de uno de mis entrenamientos. Aproveché que mi madre no estuvo hoy con nosotros y que Bianca no tiene mucho qué decir acerca de mantener una relación prohibida con alguien más, para llamar a Tom—. ¿No sé suponía que eras un chica con diversidad de talentos?

—Es por el bien del mundo que no conduzco —aclaro, aferrándome al cinturón de seguridad—

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—Es por el bien del mundo que no conduzco —aclaro, aferrándome al cinturón de seguridad—. Además, nunca tuve necesidad de aprender. Brown o Alessio me ayudan con el traslado y ahora usted también.

—Deberías aprender…—comenta, luego parece que una idea le llega a la cabeza porque casi puedo ver una bombilla sobre su cabeza prendiendo luz—…Ya sé qué haremos hoy. Te voy a enseñar a conducir.

—¿Esto le funciona con todas las mujeres? ¿Las ilusiona, las besa, las folla y luego las obliga a aprender a conducir? —murmuro, entre decepcionada y divertida—. Eso es muy bajo de su parte, señor.

—Guarda un poco de silencio.

—Creí que le gustaba que gritara —eso lo hace girar la cabeza por una milésima de segundo solo para mirarme poner mi dedo índice entre mis dientes con picardía.

Pero al final me ignora completamente mientras continúa el camino hacia quién sabe dónde. Esperaba que me llevara a mi casa, porque tomó un rumbo muy cercano, pero al final terminamos fuera de un hotel con un enorme estacionamiento al aire libre en el que apenas hay dos autos aparcados en los últimos lugares del fondo.

Tom se baja del auto, lo rodea hasta llegar a mi puerta y abrirla con una sonrisita burlona —Cambiemos.

—Esto puede denominarse secuestro, señor Kaulitz —bromeo con Tom mientras me voy al asiento del copiloto y él se queda en mi lugar. No estoy orgullosa de hacer exactamente lo que pidió, pero es Tom, obedezco sin siquiera darme cuenta—. Y según mi hermano, son quince años en la cárcel por ese delito.

—No es un secuestro, más bien te estoy reteniendo por la fuerza y en contra de tu voluntad.

—¿Y no es exactamente eso la clara definición de un “secuestro”? —hago énfasis en la última palabra, pero lo único que hace Tom es regalarme una sonrisa dientuda, esperando que yo mágicamente sepa cómo utilizar un auto.

Mete sus manos en cada lado de mi asiento, acercándome al volante en un movimiento brusco, cuando eso sucede su cuerpo queda muy cerca del mío y sus labios casi envuelven mi boca, atrapo someramente su labio inferior entre los míos y respiro contra su boca.

—De repente me han dado ganas de tomar la clase —empujo su pecho para que se aparte, mostrándole una sonrisa inocente que para nada se cree. Tom aprieta sus labios en una fina línea y regresa a su lugar—. ¿Qué es lo que debo hacer?

Mozzafiato. 「𝐭𝐨𝐦 𝐤𝐚𝐮𝐥𝐢𝐭𝐳 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora