Capítulo 8: Un día incomodo.

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-Nadie me hizo sentir de la misma manera... hasta ahora- me dice en el oído logrando erizarme la piel. Su aliento cálido choca en mi cuello y sólo pienso en besarlo. 

-No puedes decirme eso así... sin más- le digo y él corre un mechón de mi pelo para depositarlo detrás de mi oreja, aprovechando la situación para tomar mi cuello. 

-Me encantaría repetírtelo...- sus ojos se clavan en mi boca y electricidad comienza a subir por mi cuerpo. Sus ojos rastrean mis labios como queriendo detectar hasta el último detalle, y mi respiración delata el estado en el que me encuentro. 

Sin pensando los dos veces me inclino para comenzar a besarlo desesperadamente. 

-Adam...- logro decir en un quejido de excitación cuando sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo como si superan claramente a donde ir, como si reconocieran el camino perfectamente.

Nuestras bocas encajan como una sola y su lengua empieza a entrar en mi boca. Comienzo a tocarlo, tocar sus brazos, su pelo, todo de él. Por mucho tiempo deseé esto...

De un tirón se saca la remera y yo hago lo mismo. Me sube a él tomando y apretando mis piernas, todo mi cuerpo contra él. Puedo sentirlo, sentir cómo está. 

Me deja sentada sobre su escritorio y comienza a besarme el cuello. Hace un camino con sus labios y lengua, hasta llegar a mis pechos. Los besa delicadamente y yo ya quiero sentirlo dentro mío. 

Me quita las últimas prendas de ropa que me quedan y termina de sacarse el jean y el bóxer. Su cuerpo parece sacado de los libros más eróticos que existen en esta tierra. Los tatuajes combinan cada uno perfectamente y sus ojos no dejan de pasar por mi cuerpo. 

Me muerdo el labio esperando y deseando lo que viene. 

Me tiro en la cama completamente desnuda sin dejar de poner mis ojos en su cuerpo hermoso. Adam da dos pasos y lo tengo encima de mi besándome como si su vida dependiera de ello. No quiero que quite sus labios de mi boca. Lentamente comienza a bajar por mi cuello, siguen mis pechos y cuando pensé que se quedaría unos minutos ahí, sigue trazando ese camino hasta llegar a mis piernas. 

Mi nivel de excitación es muy alto y sólo pienso que esto debería durar toda la vida. 

Me besa los muslos y yo meto mis manos en su suave cabellera morena. El mayor clímax comienza cuando comienza a bajar a mi zona intima dando tranquilos besos, y yo gimo de placer. Vuelve a mi para besarme mientras introduce sus dedos dentro de mi, con movimientos rítmicos. 

-¿Te gusta?- pregunta con la voz entrecortada por la excitación y yo asiento con los ojos cerrados.

Toma un condón del cajón de su mesa de noche y se lo coloca para luego entrar en mi. Disfruto de la sensación mientras ambos nos movemos y nuestros cuerpos sudan. De un momento a otro estoy yo encima de él, sin poder dejar de besarlo. Sabía perfectamente cómo ponerme.

Ambos nos movemos en movimientos perfectos. Estamos a punto de acabar cuando empieza a decir mi nombre.

-Gin...-dice en un suave gemido- Gin...-repite- Gin...

-¡GIN!- escucho fuerte y abro los ojos. Sam está parada al lado de mi cama. ¿Qué carajos? 

Vuelvo a cerrar los ojos fuerte y los abro de nuevo.

-Estas un poco acelerada... ¿estabas teniendo una pesadilla?- me pregunta mientras me paso la mano por la frente sacando un poco de sudor.

-Algo así...-miento-¿Qué haces acá?-le pregunto mientras salgo de mi cama. Miro la hora y son las 9:00am.-Mierda mierda mierda- Sam asiente con la mirada.

Adam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora