Capítulo 28

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El rostro de Matt se ensombrece y me acaricia las mejillas con dulzura mientras sus ojos brillan por la anticipación.

Se acerca un poco más a mí y su pecho desnudo se pega suavemente al mío. Cuando termina de acariciar mi rostro baja sus manos hasta el borde de mis bragas y se me eriza la piel cuando las baja lentamente.

El joven sigue arriba de mí y me sigue sorprendiendo la facilidad que tiene para moverse sin hacerme daño. Y cuando quedo completamente desnuda se tira a mis labios con auténtica pasión.

Su beso me toma por sorpresa, aún cuando lo estaba esperando. Una mano sujeta mi cuello con gentileza y la otra me sostiene la cintura para inmovilizarme. Y su lengua no demora en recorrerme para probarme a su antojo. Un pequeño gemido de placer se escapa de sus labios y aquello me enciende con facilidad. Subo mis dedos hasta su cabello y lo aprieto suavemente mientras profundizo nuestro beso.

La puerta de la habitación se abre y Leo queda congelado en el umbral con la mano pegada al picaporte. Matt gruñe con molestia y me cubre con su cuerpo para quede mi amigo no vea mis pechos al aire.

-Necesito… Necesito tomar algo…

Me muerdo el labio inferior con exasperación. ¿De todos los momentos se le había ocurrido interrumpir justo ahora?

-Rápido -le digo con impaciencia y se acerca a su mesita auxiliar.

No tengo que adivinar qué es lo que agarra, pero cuando está a punto de salir lo freno.

-Leo -digo con el rostro serio y la voz firme-. ¿Sabes lo que estás haciendo, verdad?

El joven me mira y asiente.

-Si la llegas a lastimar…

-Eso no va a ocurrir -responde rápidamente y sé que no está mintiendo-. Tienes mi palabra.

-De acuerdo, lárgate de una vez.

Digo aquello y Leo suprime una sonrisa.

-Matt -dice antes de irse y sus ojos brillan con malicia-. Recuerda que Doménico regresa la semana que viene, intenta no romper su cama.

Matt sonríe y le tira un zapato pero el joven cierra la puerta a tiempo y se estrella contra ella unos segundos después. Luego se vuelve hacia mí y me mira con curiosidad.

-¿Leo y Julia? -pregunta y me envuelve en sus brazos-. ¿Lo sabías?

Rodeo mis manos en su cuello y apoyo mi frente con la suya mientras niego con la cabeza.

-No me lo han dicho directamente, pero sería una idiota si no me daba cuenta que algo raro ocurría entre ellos dos. Leo y sus repentinos ataques de celos. Las idas a su habitación para consolarla. La culpa con la que Julia leyó el mensaje de texto delante de él.

-¿Creés que hace mucho están saliendo?

-Para nada -respondo y miro la puerta con ternura-. Estoy segura que esta noche Leo se le declaró y por la manera nerviosa en la que vino a buscar sus preservativos es evidente que Julia lo correspondió.

-¿Te incomoda?

-¿Qué mis únicos dos amigos tengan sexo? Ni de broma. Ellos ya son grandes y dudo mucho que dieran el primer paso sin tener en cuenta sus sentimientos.

-Pero pueden arruinar la amistad si no funciona.

-Ya tengo suficiente drama en mi vida para agregar uno mas. Si eso ocurre seguiré estando para ellos, independientemente de cómo terminen las cosas.

-¿Estás segura?

Suelto una risa cansada.

-¿Por qué te importa tanto?

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