γέννηση

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En un palacio en algún recóndito lugar del mundo, se encontraba un monstruo, que compartía características físicas similares con las de un humano, pero que al mismo tiempo, contaba con grandes cuernos que sobresalen de su frente, una cola ubicada en la parte inferior de la espalda y un color de piel rojizo, que perseguía a un ser, de gran cuerpo y estatura, con el propósito de contarle sobre el nacimiento de su primer hijo nacido en eones.

- Mi señor, mi señor, vengo con noticias del mundo superior. - Gritó la criatura humanoide, mientras corría tras la gigantesca deidad que se movía por los pasillos del palacio. - Su amante mortal ha dado a luz. Es un niño. - Dijo el sirviente al alcanzar a la deidad que se detuvo al escuchar las noticias del nacimiento de su vástago.

- Dime dónde están - Le exigió el dios a su sirviente.

- Están en la habitación 419 del hospital - El dios, al estar desesperado por ver a su amante y a su nuevo hijo, no lo dejó terminar, interrumpiendo antes de que pudiera terminar la frase con la dirección.

- Muy bien. -

Al instante en que dijo esto, se pudo observar como todas las sombras del salón del trono en el que la deidad estaba sentado lo rodearon hasta cubrirlo por completo, y así, en un cerrar de ojos desapareció, cubierto por completo por la oscuridad moviéndose por una parte de la realidad, de la cual la mente humana no alcanza a comprender.

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Al mismo tiempo, en una camilla de hospital, en la ciudad de Grand Forks en Dakota del Sur se hallaba una mujer que no podía pasar de los dieciocho años, en un estado de dolor constante ya que en ese momento se encontraba dando a luz a su hijo. El nombre de esa joven mujer era Sally Jackson, y en efecto ella tenía diecisiete años, siendo eso por lo cual ella estaba siendo juzgada por las enfermeras que la estaban atendiendo, suponiendo que era una niña rebelde o que se había fugado de su casa con el primer hombre guapo que le había prestado atención.

No pueden estar más lejos de la realidad era el pensamiento de Sally, que anteriormente había analizado a las enfermeras del lugar, mientras continuaba sucumbiendo ante el dolor y el cansancio de estar pariendo a su hijo desde las pasadas 14 horas.

- Solo un empujón más señorita, ya estoy viendo la cabeza del bebe, sólo uno más, usted puede. -

- Aaghh Aaahhh Aaahhgg -

De pronto, todo se detuvo para Sally, pues su vista se empezó a nublar al tiempo en que todo lo que escuchaba se volvía distorsionado, su cabeza comenzó a dar vueltas y dejo de escuchar por completo, solo para que de repente se escuchará un pitido muy agudo proveniente de sus dos oídos, y perdiese la conciencia. Los doctores, al ver que la joven mujer, había entrado en un shock, trataron de reanimarla, mientras el bebe, era llevado lejos para que los doctores se pudieran centrar completamente en Sally y a este lo limpiaran y revisaran.

No perdieron tiempo, ya que sus latidos cardíacos empezaban a ser más lentos, y su corazón empezaba a detenerse, esto sucedía como algo muy común en embarazos donde el cuerpo no está completamente preparado, debido a múltiples factores como la edad o el tamaño tanto del bebe como de la madre gestante. Los doctores intentaron proporcionar suero por medio de una vía intravenosa y un poco de alcohol en la nariz, para que con el olor se despertara.

- La estamos perdiendo, necesito el desfibrilador, y también epinefrina. - Gritaba el doctor para llamar la atención de las enfermeras.

Mientras el encargado de traer el desfibrilador llegaba, el doctor en jefe, se acercó a Sally y juntó sus manos y las colocó en el pecho de la mujer, para así, empezar a hacer compresiones de manera ininterrumpida, después de unos minutos y al ver que eso no estaba funcionando, el doctor aplicó un miligramo de epinefrina, y con el desfibrilador, comenzó a aplicar, seguida e ininterrumpidamente, descargas sobre el pecho de Sally.

Largos fueron los minutos, en que los médicos se hacían cargo de salvar la vida de Sally, pero como si hubiera sucedido un milagro, justo cuando el doctor iba a terminar, y dictar la hora de muerte, un corto latido se registró, y después de este otro, y otro, y otro más vinieron, y de repente, el cuerpo de Sally se sacudió, como si estuviera sufriendo de convulsiones, hasta que abrió los ojos, y tomó una gran inhalación para recuperar el aire que le hacía falta.

Antes esto, los doctores y las enfermeras se alegraron, e hicieron un llamado para que trajeran a su hijo.

- ¿Sally Jackson? -

- ¿Si? -

- Ahora eres la orgullosa madre de un fuerte niño varón - Le dijo pasándole a un bebé, que estaba envuelto en unas mantas azules, y solo se podía ver su cara.

En el instante en que Sally sostuvo al bebé contra su pecho, este abrió los ojos, y eran ojos grandes, de un color morado brillante, que alternaban aleatoriamente a un color rojo. Su piel era de color palido blanquecino como la leche, y su cabello era tan negro que con la luz directa del sol que entraba por la ventana, parecía como si la absorbiera y no emitía reflejo alguno.

- Percy - Susurró Sally al bebé que estaba recostado en su pecho, rodeado por los brazos de su mamá.

- Perdón señora Jackson ¿Qué dijo? - Le preguntó una enfermera mientras se acercaba a ella.

- ¿Ehh? - Respondió de manera confundida - Ah, Percy, o bueno Perseo, ese es el nombre de mi hijo. -

De un momento a otro, el ambiente de la recamara pareció como si se hubiera oscurecido, y la enfermera y todos los doctores salieron de la habitación. Sally volteo a todos lados, esperando a que algo los atacará, pues estando en un mundo mitológico como este, todo podía estar en contra de ellos, y más sabiendo quien era el padre de su hijo. De repente, todas las sombras se condensaron en un solo punto de la habitación, que estaba detrás de la puerta y de forma inmediata, dicha puerta se azotó cerrándose con seguro, para asegurarse de que nadie pudiera entrar.

Sally de inmediato se levantó de la cama, aún muy adolorida, y corrió hacía la ventana, incluso si ella no pudiera correr o salvarse, haría lo que fuese necesario para que su hijo sobreviviera, si fuese preciso que muriera para salvar a Percy, ella lo haría sin pestañear o dudarlo un segundo. Pero una voz la hizo detenerse, una voz que ella conocía bien, masculina, grave, y ronca; era la voz de su amante.

- Sally Sally ¿estás bien? - Su amante le habló de una forma apresurada y que sonaba bastante apresurada. - ¿Puedo verlo? - Dijo mientras señalaba al bulto que seguía entre los brazos protectores de Sally.

- Oh, es hermoso. -

- Lo es. Se parece mucho a ti. -

- ¿Cómo se llama? - Le preguntó la deidad a Sally, solo después de agarrar al bebé y envolverlo entre sus brazos.

- Perseo Aquiles Jackson. -

- Mmhh, me gusta, es un nombre fuerte, perteneciente a un luchador y a un guerrero. - Respondió de inmediato al escuchar el nombre diciendo exactamente lo que había pensado

Sally al escogerlo.

- Es justo lo que pensé, por eso lo escogí. - Dijo a modo de broma Sally hacía su amante. Al momento en que salió esto de la boca de Sally, su amante se aproximó hacia ella, la agarró por la cintura y le dió un beso en la boca. Después se apartó y empezó a mecer al bebé en sus brazos.

- Este niño es muy poderoso, prácticamente pude sentir el poder brotar de él en cuanto entré a la habitación. Pero eso no es muy bueno, su destino así está sellado desde el momento en que fue concebido, tendrá una vida muy difícil, llena de desafíos y dificultades, sufrirá, pero con las personas correctas perdurará. - En ese momento levantó a su hijo hasta que sus miradas se cruzaron, siendo que ninguno de los parpadeo. - Cuídate mucho hijo mío, camina con mi bendición y protección, lograrás cosas muy grandes, de eso estoy seguro. - Dicho esto, devolvió a Percy a los brazos de su madre, y con un beso en la boca hacía la mujer, se marchó envuelto en las mismas sombras en las que había llegado.

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⏰ Última actualización: Apr 02 ⏰

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Sangre Antigua, Sangre MalditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora