Jackson

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Habían pasado algunos días desde que Hipo le había hablado a Tiana sobre Astrid una vez más. Notaba que ella estaba preocupada. Tal vez demasiado, y no quería que ella realmente se distrajera o se sintiera triste por algo sin importancia. Aunque no debía culparla. La última vez que aquellos recuerdos le habían atormentado la había pasado realmente mal. No salía, no comía, ni siquiera pronunciaba algo detrás de esa puerta de lo que antes era su nueva habitación. Incluso, cuando Tiana intentaba ayudarlo con palabras, él le gritó, le trató mal. Pero incluso así, ella seguía ahí intentando reconfortarle, ignorando todo vilipendio por parte de Hipo. Aún eso le hacía sentir culpable y adormecía su alegría. Era por eso que no se arriesgaría a que Tiana metiera las narices, no quería que ella saliera perjudicada o que incluso se molestara con él. No soportaría que la única amiga que ha tenido en el mundo se le fuera por cualquier estupidez.


Hipo se levantó de la cama cuidadosamente. Se frotó los ojos con cierto estrés y un peso muy interior en el pecho.


Había vuelto a soñar con Astrid.


A pesar de que se convencía a sí mismo de que ella ya se había ido, aún tenía vivo en su mente el día en el que Astrid abandonó el mundo. Estaba seguro de que debía seguir con su vida y de que debía estar en el presente. Pero ella simplemente estaba ahí. Era el pilar que controlaba sus sentimientos y la nube que no le dejaba respirar por dentro. Era la razón por la cual su adolescencia había sido en vano.


Antes de pensar en cualquier cosa, escuchó el retumbar de la puerta al tratar de abrirse. Sobresaltado, se vistió rápidamente y abrió la puerta.


-Hipo, necesito que me lleves a las clases de arte.- Era Tiana, quien no podía con la angustia.


-¿Que pasó? ¿Qué no Aster pasaría por ti?- Hipo le miró con el ceño fruncido, ya que realmente era extraño que Aster faltara a las clases y el humor de Tiana cambiaba radicalmente respecto a la puntualidad.


-Sí, sí, lo sé, no sé que pasó...pero llévame tú, por favor, puede que tengas el día ocupado...lo siento, lo siento muchísimo...


-Ya, de acuerdo, de acuerdo, no te preocupes...iré a dejarte yo ¿Está bien?- Hipo tomó las llaves de su auto. No le gustaba que Tiana se alterara por ese tipo de cosas, y pretendía evitar aquellas situaciones. Se colocó una chamarra encima y ambos salieron del departamento.

Ya en el auto (un volkswagen de aspecto curioso y antiguo) Tiana le marcaba las direcciones y las calles por las que Hipo tenía que pasar. Hipo no entendía como era que Tiana lograba llegar a tiempo todos los días con la distancia que tenía que recorrer. Llegaron un poco tarde, y Tiana bajó del coche rápidamente:


-Te debo cuarenta.- le dijo, después de los cien agradecimientos que le había dado dentro del auto.


-Tiana, no te preocupes.- Hipo le sonrío.- Hoy la universidad empieza algo tarde. Es fin de mes. Tenemos suerte.


-Eres el mejor.


Tiana se despidió rápidamente de Hipo aún sonriendo. Hipo le vio marcharse de la manera activa con la que siempre lograba hacerlo.


Pero entonces, notó algo. Más bien, alguien.


A lo lejos, en la entrada de la sala de artes, logró divisar a un muchacho. Tenía los cabellos revueltos, de un color miel, pero algunos de sus mechones estaban pintados de un blanco brillante, casi como la nieve. Pero lo que más le llamó la atención, era la expresión de desconfianza con la que le miraba. Parecía que además de no reconocerlo no le había dado una buena primera impresión. Antes de que sucediera cualquier acontecimiento, llegó Tiana frente a él. Éste, al verla, sonrío.


Nada más insoportable (HiJack)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora