Lucía
El despertador ha sonado. Son las siete y cuarto, aún tengo suficiente tiempo para ducharme sin prisas y desayunar como siempre suelo hacerlo: en la terraza de mi casa. Emil quedó de pasar por mí a las once para irnos a casa de Danna, ahí sería el punto de reunión para después irnos al campamento.
No voy a negar que la sola idea de pasar un fin de semana con mis amigos me llenaba de mucha emoción y alegría. Y aunque no estaba del todo bien con él, tomé la decisión de dejar nuestros problemas atrás por lo menos lo que dure el campamento.
Me fui a la ducha pensando en todo lo que nos esperaba. Mientras el agua recorría mi cuerpo cerré los ojos y me transporté a aquel lugar que solamente había visto en las fotografías publicitarias. Me imaginé paseando por los senderos del bosque rodeado de pinos altísimos. Pude ver cómo nos divertíamos en el lago. Sentía inmensas ganas de estar a solas con Emil y que me cogiera como solo él sabe hacerlo. Mis piernas se pusieron tensas al imaginar su pene erecto y ansioso frente a mí, listo para ser devorado por mi boca gustosa y sedienta.
Pensar todas estas cosas me estaban volviendo loca. Estaba muerta de deseo. No podía esperar a verlo para que me quitara las ganas profundas que la excitación me estaba provocando. Con mis dedos comencé a tocarme y como por arte de magia pude viajar al cielo con la sensación tan inefable que yo misma podía lograr. Todo mi cuerpo se retorcía al ser preso de la pasión. No podía creer todo lo que podía sentir con mis simples dedos, una sensación inminente del orgasmo que solo con Emil había sentido. Jamás había experimentado esto. Algo realmente maravilloso y rico. Algo que había sido tan real como tenerlo en mi ducha y haber hecho el amor como nunca antes.
Faltaban unos cuantos minutos para las once cuando escuché la voz de mi madre desde la planta baja "Lucía, Emil ha llegado, te está esperando en el coche". Le pedí que lo invitara a pasar en lo que terminaba de arreglarme. Emil siempre era muy puntual, no era mi culpa que llegara mucho antes de lo acordado. Su penitencia era esperarme. Aunque eso no me preocupaba, pues mi madre y él lograban crear una buena sinergia en sus pláticas.
Todo estaba listo.
Bajé y tal como me lo imaginé Emil estaba platicando con mi madre en la sala. Sonreí al presenciar ese hermoso momento: mis dos grandes amores sonriendo y siendo felices.
-Luces preciosa.- me dijo al verme. La verdad no sé porque lo decía si mi outfit era completamente casual, unos simples jeans oscuros, una sudadera gris y mis tenis favoritos. Un atuendo que daba la impresión de que iba al gimnasio y no a un bosque de excursión con mis amigos. De todas formas le regalé una sonrisa porque sé que lo hacía con esa intención. Todo el tiempo me decía que el mejor regalo que le podía dar era verme sonreír.
-Hija, no olvides dejarme los datos de la cabaña en el refrigerador. Dirección y número de teléfono por favor.
Su tono de voz delataba su preocupación. No niego que fue difícil convencerla de dejarme ir. De no ser por la ayuda de Emil tal vez me hubiera perdido del campamento.
-Mamá, la cabaña está en medio del bosque, ni de broma habrá señal. Te dejaré solamente la dirección. Como quiera te escribiré cuando la señal me lo permita.
Todo sería más fácil si le supiera al celular, pero cómo toda madre cuarentona, era un poco neófita para la tecnología.
Asintió nerviosa, pero sonrió y esa era una buena señal de que confiaba en mí.
-Emil, te la encargo, ¡eh!- le pidió alzando sus cejas como si le estuviera advirtiendo que si me pasaba algo sería su culpa. Me sentí una niña chiquita.
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El lado oscuro del bosque
Mystery / ThrillerUn grupo de amigos se va de excursión a un bosque que todo el mundo quiere conocer. Lo que no esperaban es que ahí, en lugar de encontrar la diversión que tanto anhelaban; encontrarán la desgracia para sus vidas. Un asesinato. Todos sospechosos. Un...