Capítulo 33

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Ana

—¡No son pendejadas! ¡Te guste o no, yo amo a Ana, y haré hasta lo imposible por ganarme su amor! La amo y estoy hasta la madre de fingir que no. Y hazle como quieras, pero tú no me la vas a quitar a mí.

Fueron las palabras que salieron a gritos de la boca de Daniel.

Pero estoy aturdida... Por un momento fijo no haberlo escuchado, pero cuando sale y lo veo a los ojos siento como el llanto cae de los míos y descubro que estoy más enojada de lo que estuve alguna vez.

—Ana... — Intenta acercarse pero le aviento las manos.

—¡Déjame!

—Por favor, nena...

—¡Que me dejes! — Grito. —¡Tú no eres nadie para venir a destrozarme así la vida! ¿¡Cómo te atreves a decir esto ahora!? — Pregunto golpeándole el pecho. Casi no se defiende, busca más mi contacto pero se lo niego. —¡Y tú! — Le gritó a Helián. —¡Tú te atreviste a hablar como si el mérito de que yo esté viva fuera tuyo! Y tú... —Me mira. —Nunca te lo voy a perdonar nunca, Daniel...

—No me digas esto... — Camino rápidamente hacia mi cuarto y él viene detrás de mí. —Por favor, Ana, te juro que ni yo mismo lo sabía...

—¡Al diablo tú y tus excusas! ¡No puedes llegar a destruir lo que la vida me dio como una segunda oportunidad, no eres nadie! — Saco una maleta grande de mi clóset y empiezo a meter mis cosas. Voy a llamar a Rodrigo para que me deje quedarme con él.

—No te vayas...

—No me voy a quedar aquí contigo.

—¡Escúchame, Ana!

Lo ignoro hasta que termino de empacar y todo lo que escucho son las súplicas de estos dos idiotas pidiendo que me quede.

—Tienen de aquí a que llegue a la puerta para darme una explicación coherente.

Agarro la maleta y camino... Camino lento, porque creo que muy en el fondo sí quiero una explicación, pero Daniel no dice nada, el único que habla desesperadamente es Helián.

Cuando llego a la puerta los dos están detrás de mí, Helián me toma de los brazos, Daniel llora.

—No te tengo una explicación. — Dice. —Y quería decírtelo, pero no me dio tiempo...

—¡Hemos estado juntos diez años, Daniel! ¿Cómo puedes no saber algo en tanto tiempo?

—Nii yo lo sabía, Ana...

La pelea ahora es entre él y yo, Helián dejó de existir.

—No te atrevas a decirme eso, Daniel, ¡tú no puedes pretender decirme esto cuando ya tengo un plan, no puedes!

—Ana...

—No te lo voy a permitir, Daniel.

—No te vayas... Te necesito...

—Pudiste necesitarme siempre, pero decidiste no hacerlo... Adiós, Daniel.

Así fue como empaqué mi corazón, mis confusiones y mis sentimientos en una maleta para luego salir de mi hogar... Y del departamento también.

Me aseguré de tener el dinero suficiente en la cartera para poder tomar un taxi y llegar al depa de Rodrigo. Fue mi culpa por no avisarle, porque cuando llegué estaba con alguien. Empezaba a llover y yo aparecí con mi maleta, los ojos hinchados del llanto y muy pocas excusas para pedirle ayuda.

—Perdón... —Susurro. —No sabía que estabas...

Me abraza. —No pasa nada. — Ss estira para tomar mi maleta y hacerme entrar. —¿Qué pasó?

—No quiero hablar de eso ahora.

—¿Me dejarías presentarte a alguien?

Asiento y trato de sonreír para darle una buena cara a la chica con la que está. Mee seco los ojos lo más que puedo y la veo sentada en el sillón, tiene el cabello negro, muy largo.

—Arantza... Ella es Ana.

Se levanta el sillón y se da la vuelta para darme la cara. La veo, pero no puedo creer lo que estoy viendo.

—Dios mío... — Rodrigo me detiene cuando siente que me voy a caer, pero es que solamente en una persona he visto ese color de ojos, esa sonrisa...

—Hola. — Sonríe.

—A... A... — Cierro la boca cuando veo que no puedo hablar. Las lágrimas siguen cayendo con una intensidad tan grande que me es imposible controlarlas.

—Ya, Anita. — Rodrigo no me suelta y entre los dos me llevan al sillón. — Necesito que me digas qué pasó.

Intento dejar de llorar, pero no puedo, así que ella interviene. Me toma de las manos y me mira los ojos, me trastorna, es idéntica a ella. —Respira hondo, todo está bien. — Voltea a ver a mi amigo. —Por favor, trae unos hielos.

Rodrigo se levanta, escucho cómo hace lo que le pide mientras ella se queda conmigo pidiéndome que respire hondo hasta que Rodri regresa con los hielos envueltos en un paño.  Me suelta las manos y se encarga de ponerme los hielos con suavidad sobre los ojos, los quita y los pone hasta que mi respiración se regula.  —¿Estás mejor? —Pregunta.

—Sí... — Suspiro. —Y perdón... Te pareces a alguien muy especial.

—Rodrigo me lo contó todo, no te preocupes.

Mi amigo se me acerca y me abraza. —¿Qué pasó?

No sé cómo, pero en un respiro llené de aire mis pulmones y mi corazón de valor y se lo conté. En cada palabra, mi corazón se hizo más pequeño. Diez años de mi vida se limitaron a él, a cuidarlo, a procurar que estuviera bien y me preocupé por cuidar todo lo que sentía por él, tanto que incluso después de diez años me dolió dejarlo.

Por mucho tiempo él fue mi definición de todo, y me duele que él sienta esto ahora que he decidido que mi vida no tiene por qué limitarse a él, y me da miedo lo que pueda llegar a sentir.

Sin duda, Daniel Gallegos siempre será la razón más amada y dolorosa de mi vida.










Oli! ❤️
Ay, qué tristeza, ya son los últimos capítulos :(
Pero, mientras, cuéntenme, ¿Cuál ha sido su frase favorita de los últimos capítulos? :3
Espero les esté gustando mucho, lxs amo❤️

Si decido esperarte •|Daniel Gal|• SAGA WIPLASH #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora