Hace tiempo, cuando me volví consciente de mis acciones me pregunté "¿Cuál es el motivo detrás de que la vida y el dolor vayan de la mano? ¿Que clase de injusto balance universal es este que atá a toda la existencia conocida y por conocer bajo el mi...
Tras haber recuperado la conciencia, el joven humano apodado "Data" pudo llegar a contemplar como aquella Digimon de ropajes oscuros trataba con todas sus fuerzas el levantar la espada que se encontraba clavada al lado suyo, por lo que solo actuando por reflejo, este le prestaría su ayuda.
Sujetó y levantó la espada sin problema alguno, sintiendola tan liviana como una pluma en sus manos. Esto último parecía haberle caído mal a la demonio, quien después de observarle con una expresión de gran pesar en su mirada, decidió abrir sus alas y alejarse, no encontrando sentido ante aquella situación en donde un humano debía enfrentarse contra aquella criatura que vestía la skin del ya perdido Vamdemon.
Al darse cuenta, el humano le suplicaría su ayuda desde lo más profundo de su ser para poder terminar con aquella pesadilla. Si bien intentó ignorarlo, una vez que Lady Devimon cruzó la mirada con aquellos ojos impetuosos y decididos en salvar lo poco que le quedaba, a muy regañadientes, no le quedó de otra que aceptar su pedido.
Aclarando que no lo haría de a gratis y que esperaría algo a cambio, el impetuoso joven aceptó sin siquiera dudarlo. Aún así, lo que ninguno de los dos esperaba es que tras este acuerdo, una cadena se manifestaría entre ambos, y cuyos eslabones plateados unidos a grilletes se plantarían en los respectivos tobillos de este peculiar dúo.
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Data: ¿Pero que está...?
Lady Devimon: Paladmon, eres un desgraciado.
Pero no tenían tiempo para discutir el asunto, porque con la bajada del sol en un atardecer que poco a poco se estaba volviendo rojizo como una herida abierta, podía apreciarse la sombra del anormal Vamdemon. Quién ya no se movía con la misma soltura que antes, ahora tenía espasmos involuntarios generados por el Poison de Lady Devimon, que destruía su cuerpo desde adentro, pero cuyas heridas eran curadas por la antinatural bruma blanquecina que brotaba de las mismas.
Incluso en este lamentable estado, aquella criatura que solía ser el conde del pueblo se abalanza cual bestia salvaje contra ellos, con su mandíbula abierta de manera antinatural, como si su objetivo fuera el devorar su carne.
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