2ª Parte del pingüino Ignacio

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Después de que Ignacio tuviera su brújula, comenzó su viaje hacia la Antártida, al sur. Él no tenía medios para viajar, así que tenía que ir andando, sobretodo por la noche, que es cuando menos gente había. Siempre que podía, dormía dentro de un arbusto, bien oculto. Si en la zona en la que estaba no había arbustos, intentaba encontrar un escondite para poder dormir sin ser visto.

Un día, que llegó a Nueva York después de sesenta y ocho horas caminando, un niño se cayó encima del arbusto donde estaba durmiendo y lo vieron. Ignacio estaba horrorizado, habían visto al pingüino que se había escapado del zoológico, así que salió corriendo de su escondite y fue calle abajo deslizándose con la barriga. Él sólo se preocupaba de que no lo cogieran, y no se dio cuenta de que iba por medio de una calle, lo que provocó un accidente múltiple. Ahora todo el mundo estaba pendiente del accidente que él había formado,y consiguió escapar con éxito y encontró otro escondite.

Ese día no pudo dormir, porque aún estaba traumatizado lo que le pasó.

Ahora tenía un problema: ¡Se había perdido!

Ignacio fue a mirar en su mochila (que también robó de la tienda) para coger la brújula, pero también la perdió, y supuso que se le habría olvidado cogerla en el arbusto.

El corazón del pingüino se empezó a acelerar, ahora no sabía por dónde ir. Ignacio estaba en una autopista, la que conducía al aeropuerto. Ignacio entró por la parte del personal a la pista de despegue. Él quería ir hacia el sur, porque es donde estaba la Antártida, pero no sabía dónde iba cada avión. Él se metió en el apartado para el equipaje de un avión y empezó a rezar a todos los dioses pingüinos para que el avión fuese hacia el sur.

Ignacio estaba asustado a la vez que emocionado, porque era la primera vez que viajaba en avión, y tenía miedo, pero él quería era volver a ver a más de su especie sin estar en cautiverio, así que fue valiente y no se bajó. En el compartimento del equipaje, conoció a un gato llamado Gerardo que estaba cansado de los tratos de los niños pequeños con los que vivía y le ofreció a Ignacio de ser su acompañante en su aventura y, claramente, Ignacio aceptó.


La aventura de IgnacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora