꧁𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 №32꧂

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Ryan Collins.

Minutos antes.

—¡Déjenme! —grita por encima vez mí madre.

Los oficiales la llevan lo más lejos de la sala procurando a qué no pueda regresar.

—Yo me encargo —procuro a los oficiales.

Cuando los dos oficiales la sueltan la tomo rápidamente de sus manos deteniendo su intento de regresar.

—¡Ryan! ¡Soltarme! —ordena evitando mis agarres.

—Mamá, controla tus...

—¡Trataste de manipular! —corta—, ¿¡Prefieres a una mujercita antes que tú familia?!

—Yo no sabía que habían en esos vídeos, en cambio tu sí...

—¡No lo sabía!, ¿Y si lo supiera creés que no la había denunciado?

—Sí lo sabías... —susurro—... ¿Pero por qué esperaron hasta el último momento para mostrarlos?, ¿Acaso tú... Estuviste allí?

—¿¡Qué!? —Se exaspera.

—Sí —asiento—. Ella no es una terrorista... No sé cómo logro salir del bufete, pero lo que pasó allí es más un enfrentamiento de bandas... El tuvo que ver ésto. —Mi mandíbula se tensa—. Tu lo sabés y ni siquiera por ser mujer te compadecías por ellas, por lo que él le hacía... Ustedes juegan con la vida de los demás, le arrebatan lo que más quieren en su vida y se burlan en su cara. ¡Ella es una de esas chicas! —Mis ojos se cristalizan—. Tu también estabas allí, ¿No?

Me detengo dandome cuánta.

—El bufete contaba con más cámaras, ¿¡Por qué ni mostraron las demás!?, Fue así ¿¡No!?, Dejaste que matará a...

Y mis palabras son calladas por la fuerza de la mano de mi madre en un costado de mi rostro. Abro mis ojos en sorpresa sintiendo el dolor en mi mejilla.

—¡Jamás dejaría que matarán a tu padre! —grita.

Me detengo, mi respiración se detiene por sorpresa. Mi mirada va a sus ojos dilatados por irá.

—¡Sí!, Brayan es tu padre.

Mi cuerpo no se mueve, mis pulmones piden aire y comienza a sentir mis pulsaciones en mis oídos. Mis labios se abren sin poder ser capaces de hablar.

—Eres capaz de traicionarme enviándome un mensaje diciéndo que si dejaba de mostrar pruebas en contra de ella no alegarías en contra de tu familia... Traicionaste a tu madre y a la memoria de tu padre.

—No —suelto con asco—. ¡El no es mi padre! —niego repetitivas veces—, ¡Tu! —acuso—, ¡Traicionaste a mi padre!

—¡Brian no es tu padre! —repite.

Mis ojos se llenan de lágrimas.

—No, no, no ¡No soy igual que ustedes!

La venganza como justicia [COMPLETO]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora