VIII: Ave fenix

121 13 0
                                    

El día 26 ya estaba sola de nuevo. Damiano se fue el día anterior par comer con Giorgia y su familia. Yo quise aprovechar para seguir con mis "cuidados propios" y darme algunos caprichos. Pensé en algunos regalos navideños para hacerme a mi misma, básicamente porque quiero y me sobra el suficiente dinero para hacerlo. Había pensado muchas cosas: ir a un SPA, comer en un restaurante, ir de viaje... pero todas esas cosas tienen un inconveniente: no son duraderas. En cuanto terminasen solo serían un recuerdo. Por eso tuve una idea mejor.

Siempre sentí que era como un ave fénix. Cuando está en sus peores condiciones (las cenizas), renace convirtiéndose en un precioso ave, con un plumaje increíblemente bello. Esa soy yo. Cuando estoy en mis peores momentos siempre remontó y consigo la mejor versión de mi. Por eso iba a tatuarme un ave fénix.

Iba de camino al local donde me iban a tatuar. Estaba nerviosa.. siendo sincera no quería ir sola. Me daba corte e inseguridad. Por eso llamé a Victoria. Me dijo que no estaba ocupada y que podíamos hablar un rato.

-Así que un ave fénix... me gusta. Aunque... siempre podrías tatuarme mi cara.- Comentó en coña, como buena egocéntrica que es - O mi nombre. En toda tu nalga.

-Victoria no te flipes.- Le repliqué, aunque no podía evitar reírme. Tal vez eran los nervios, no lo sé.

-Yo me tatuaría tu nombre. O al menos algo que nos represente. Tal vez ahora no pero lo haría. Eres muy especial para mí.

-Tú también Vic, te quiero mucho, yo también haría eso... Lo que no haría es tatuarme tu cara en medio de una nalga.- Escuché como reía. Su risa es un poco escandalosa y nada dulce, pero me encanta oírla reír.

-¿Ya has llegado?

-Ya casi, estoy en la esquina más cercana.

-No estés nerviosa, son gente de confianza, muy majos.

-¿Y tú como sabes que estoy nerviosa?- A veces Victoria era así, impredecible y observadora.

-Porque te conozco y porque se te oye en la voz.- Justificó. Razón no le faltaba en verdad.

-Voy a entrar ya. Te llamo cuado ya hayan empezado a tatuarme.- Dicho esto le colgué la llamada, metí el movil en mi bolsillo trasero y entré al local.

...

Durante los primeros diez minutos estuve realmente muy nerviosa. Victoria sí tenía razón, el chico que me tatuó era muy majo, pero el dolor era potente. Después ya estaba acostumbrada y me relajé más. Hablé con el tatuador y todo, se llamaba Alfredo.

Victoria me llamó. Porque a decir verdad me estaba entreteniendo y todo y se me olvidó llamarla.

-Manda un saludo a Alfredo de mi parte.

-Te está oyendo, tengo el manos libres.- Respondí mirando hacia el chico que levantaba la mirada de mi vientre hacia mi. Sí, me estaba tatuando en el costado de la barriga, según yo quedaría bonito. Aunque sinceramente en realidad no sabía donde hacermelo. Me dejé guiar por Alfredo y sus consejos.

-¡Ah! pues hola Alfredo.- Dijo para él gritando más de lo normal, tuve que apartar el movil un poco de tanto que gritaba. No se que es lo que no le quedó claro de: "Tengo puesto el manos libres", pero así es ella.

-¿Victoria?- Me preguntó el hombre para asegurarse, asentí con la cabeza y comenzaron a hablar entre ellos de algo a lo que no le presté demasiada atención a decir verdad.

Aproveché para mirar a mi alrededor, tanto el local como todo lo de dentro. Primero me fijé en Alfredo. Es un hombre calvo no muy mayor, de unos treinta años y pico. Tenía los dos brazos a rebosar de tatuajes y la nariz del tipo romana. ¿Casualidad? Probablemente. O mas bien dicho, genética.

Maneskin 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora