Un rompimiento

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Evie

Desperté después de un par de horas de sueño, era de madrugada y por la luz de la luna que entraba por la ventana vi a Mal, ya había llegado.

Fui al baño rápido y me lave la cara, había evitado verla todo el día, no quería hablar de eso, había pasado el día con Lonnie, era una de las únicas personas que podría considerar "buenas" en este lugar.

Cuando iba a regresar a mi cama Mal estaba esperándome.

—Estas despierta —dije extrañada.

—Creo que debemos hablar —dijo sin más—. ¿Tú no?

—¿De que deberíamos? —hacerme la desentendida sería mucho mas fácil que afrontar nuestra situación.

—Evie —hizo una mueca mirándome y se acercó a mi—. Por favor.

—¿Qué? —pregunté haciéndome la loca—. Te dije que estábamos bien ¿no?

—No creo que lo estemos —se levantó y se acercó a mi—. Evie, por favor, mírame.

—No puedo —tragué saliva, no quería verla, no quería que me viera, no quería que viera lo destruida que he estado, no quería que viera en mis ojos todo el amor que le tengo, no quería.

Ella tomó mi barbilla suavemente y giró mi cabeza para que la mirara.

—Dijiste que estábamos bien, pero no puedes mirarme ¿por qué no hablas conmigo? Eres mi... —se calló un momento y soltó un suspiro.

—Tú amiga —termine por ella—. Somos amigas, no podemos ser nada más.

—Evie... —me llamo pero la interrumpí.

—No digas nada más Mal, no es necesario —me removí en la cama—. Me voy a dormir —me acosté, ella no dijo nada más, pero tardó unos segundos en irse de mi cama, segundos en los que no volteé a mirarla, no podía.

Mal

Al día siguiente tuvimos clases de forma normal, aparentaba que todo estaba bien, pero veía a Evie de reojo en muchas ocasiones, ambas aparentábamos muy bien lo que hacíamos, fingir ser amigas y que todo estaba bien cuando casi no hablábamos o nos encontrábamos.

Sin querer admitirlo, esto me estaba matando de a poco. Ella hacía el mayor esfuerzo posible en no mirarme, y yo adoraba cuando ella me miraba.

El Hada Madrina interrumpió la clase trayendo un mueble extraño con pantallas por alguna razón.

—Chicos, como saben, el día de la familia será pronto, y como sus padres no pueden estar aquí debido a... la distancia —buen intento. Solté una muy leve risa—. Preparamos una sorpresa especial para ustedes —prendió la pantalla y ahí estaban nuestros padres, luchando contra la tecnología, lo cual era lógico, en la isla no teníamos.

—No veo nada, aquí no hay nada —decía mi madre confundida, el hada madrina nos llamó a que nos acercáramos y eso hicimos.

Me paré entre Evie y Jay, nuestros padres aún estaban batallando con la conexión, moví mi brazo para acomodarme y mi mano rozó con la de Evie, ambas quitamos la mano muy rápido.

¿Desde cuando empezamos a tratarnos como si el cuerpo de la otra fuera fuego? Volteé a mirarla de reojo pero ella siguió mirando al frente, como si no se diera cuenta.

—Evie, es Mami —Evie sonrío a la pantalla, nuestros padres por fin podían vernos—. Mira que hermosa —Evie solo saludo con la mano—. Ya saben lo que dicen, de tal manzana envenenada tal manzanita.

Su madre tenía razón, Evie se veía preciosa hoy, hoy y todos los días, a veces me preguntaba como lo hacía. Me perdí en mis pensamientos unos segundos hasta que comenzaron a insultar al hada madrina y meterse con sus hechizos. El Hada madrina nos dejó hablar con nuestros padres, pero se quedó al lado muy ofendida por el comentario que hicieron sobre sus ratones no-hámsters.

—¡Mal! —la voz de mi madre me terminó de despertar de mis pensamientos—. Que bueno verte —fingió, no esperaba menos.

—También me alegra verte, mamá —dije con una voz un poco serena pero sería.

—¿Cuanto más tendrá que esperar tu madre para poder verte? —dijo algo más exasperada, nos estaba presionando para lo de la varita, mi madre parecía intentar ocultar que estaba molesta, pero la madre de Evie no lo parecía, así que suponía que los rumores que se habían esparcido acerca de lo nuestro no habían llegado a la isla.

—Viene una coronación importante, así que probablemente sea después de eso —me excuse, si, en la coronación le quitaríamos la varita al hada madrina, por eso estábamos soportando todo esto.

—¿¡Cuando?! —exigió mi madre en un grito.

—El viernes próximo —hable rápidamente algo exasperada por su tono.

—Bien —sonrió satisfecha.

La mamá de Carlos quiso tener su momento diciendo que el perro de Carlos, Dude, sería bueno para unas orejeras.

—Es del tamaño perfecto para ser una mascota —dijo Carlos molesto, y creo que era la primera vez que se enfrentaba a su madre—. Este perro me ama y yo lo amo a él, y por cierto, tú perro es de peluche —su madre se cohibió y Jay palmeó el hombro de Carlos levemente para que se tranquilizara y volviera con nosotros ya que había caminado unos pasos en el furor del corto enfrentamiento. Lo hiciste bien Carlos, lo hiciste bien.

Por nuestra salud mental, Jay apagó la computadora cuando nuestros padres comenzaron a pelear, la directora había tenido una buena intención, pero nuestras familias eran un tema complicado.

—Lo siento mucho chicos —dijo apenada el hada madrina.

—No importa, gracias por la sorpresa —habló Jay esta vez, ella asintió y todos nos fuimos, suficiente de clases por hoy.

—Mal —miré a Evie que me habló—. ¿Que crees que harán nuestros padres si no lo conseguimos? —todos me miraron preocupados, no tenía idea, no, si lo sabía, y la idea me revolvía el estómago.

—Creo que estarán silenciosamente decepcionados pero se alegrarán de nuestro esfuerzo —hablé queriendo darles un poco más de esperanza, pero ni siquiera yo creí mis palabras.

—¿En serio? —Carlos parecía desconcertado por lo que dije.

—No, aún creo que nos van a destrozar —solté un suspiro y seguí caminando.

Fuimos al cuarto de los chicos, se sentía más privado y era menos rosa que el nuestro, de hecho creo que me gustaba más, la única cosa que me gustaba de mi cuarto es que lo compartía con Evie.

—Yo estaré aquí al frente y ustedes aquí, en el palco —señalé en el mapa que habíamos conseguido—. Evie, con esto podrás dormir al conductor —asintió tomándolo.

—Y tú me darás la varita e iré a la isla a dársela a nuestros padres con la limusina —dijo Carlos, asentí.

—Es todo —Evie y yo nos miramos un segundo y ambas apartamos la mirada con cierta incomodidad, había tensión aquí—. Ehm, lo volvemos a repasar mañana y la siguiente semana por si algo cambia —dije con cierta incomodidad, me iba a sentar a repasar el libro de hechizos pero Jay me lo arrebato—. ¿Q-qué? —dije extrañada.

—No pueden seguir así —alcé las cejas confundida ante Jay y Carlos se unió a la charla.

—¿Creen que no lo notamos? Ambas la están pasando mal y las únicas que no quieren admitirlo son ustedes —habló Carlos esta vez.

—Esto no tiene que ver con ustedes —los miré con cierta exasperación.

—Claro que si, somos 4, nos hemos salvado la vida en más de una ocasión, y aunque sea extraño para ser de donde venimos, somos amigos —Jay tenía una firmeza y convicción en lo que decía que no había visto antes, casi nunca hablamos así, sobre ser amigos, porque en la isla era inaceptable cualquier cosa parecida.

—Nos preocupan, porque no la están pasando bien desde hace días y solo lo ignoran —Carlos se sentó junto a Evie—. Tienen que arreglar sus problemas o todo acabará mal.

—No tenemos problemas —Evie se levantó—. Somos amigas ahora, y ya —me miro de reojo y se fue, supongo que a nuestra habitación.

Miré a los chicos con una leve mueca, solté un suspiro tomando mis cosas y yo también salí de ahí, apreciaba lo que querían hacer, pero no es algo fácil que tocar, los sentimientos y sus implicaciones son cosas que no sabemos manejar muy bien aún.

In the infinity... our hands (Mevie/Dofia)Where stories live. Discover now