𝟏𝟕. 𝐝𝐞𝐬𝐝𝐞 𝐥𝐨 𝐦𝐞𝐣𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐞𝐦𝐦𝐚 𝐯𝐚𝐧𝐢𝐭𝐲

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EMMA VANITY NO HABÍA VISTO UN COLOR ASÍ DE BRILLANTE EN MUCHO TIEMPO.

Resistió las ganas de echar un vistazo ( en realidad, sucumbió a sus ganas ) y se maravilló por el curioso ser que era Lily Evans. Pero solo la miró penetrantemente, y ella se lo devolvió, solo por instinto.

Su cabello era de un tono marrón rojizo muy brillante. Caía elegantemente, descansando sobre sus hombros, liso, suaves hebras que se fusionaban de una manera tan maravillosa y angelical. Emma se preguntó brevemente qué tan extraño uno tenía que ser para notar el cabello de una bruja antes que otra cosa. Pero otra vez, había estado contando, y nada debía interrumpirla

Cuando el universo te hablaba al oído, cuando decía una siquiera pista de amenaza, escuchas. Y escuchas bien. Hubiera dado todo y lo que sea para volverlo a hacer, escuchar sus duras demandas, salvarla del frío agarre de la muerte.

No estaba muy segura de cómo se sentían las manos de la muerte, pero decidió imaginárselas como ágiles y heladas, desoxigenados como todos los cuerpos alguna vez saludables que se habían detenido, abrupto, un corte final mientras caía la marioneta, flácido, o extrañamente alargado, en un momento extendido en miles.

Sus manos eran heladas. Fácilmente hubieran podido ser sus manos que cosechaban su energía, su vida, a cambio de liberación. De alguna forma, lo eran. Tal vez se suponía que debía proporcionarle algo de consuelo, la autosuficiencia siendo tan indulgente para ella como los cigarrillos, o el alcohol, o cualquier otra sustancia que estimulaba complacencia. Tal vez fue su necesidad de racionalizar tal fijación intangible, ella misma, la muerte y el universo. Todos uno y el mismo.

La muerte era un pensamiento tan presentimiento, conocerlo y confiarle tu alma a ellos. Pero a sus ojos, no tenía otra opción.

Tal vez creía que estaba engañando a la muerte.

Había algo atractivo sobre evadir su frío ( o al menos, el frío imaginable ) agarre, radiante a su cara vacía en lugar de rogar. Se iría antes que tuvieran la oportunidad de atraparla. No era una rehén, no si la tenían capturada voluntariamente.

Después estaba el tema de Lily Evans.

Evans y su remarcable cabello rojo, el libro que había patinado hasta detenerse a sus pies, las ganas de hojear por él y ver como se veía la letra de la perfecta Lily. Evans, a quien había defendido, por quien había sacrificado su estatus de personaje secundario.

De repente, el prospecto de contemplar la muerte de repente se veía infinitamente más simple.

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━━¿LILY? ¿QUÉ PASÓ? ¿ESTÁS BIEN?

James levantó la mirada, sus ojos llenos de preocupación mientras su libro de Transfiguraciones se cerraba. Corrió hacia ella, viendo su tez sonrojada, apretando sus manos. Retrocedió al ver la sangre resbalando━━. ¿Estas lastimada?

Lily parpadeó, su mente congelada en una neblina de luces brillantes━━. Tengo un pequeño dolor de cabeza. ¿Esa es mi sangre?

Ignoró la ola de náuseas que amenazaban con consumirla, en lugar de eso escondiendo su rostro en su pecho. Él se quedó quieto, sorprendido antes de frotar su espalda incómodamente.

━━¡Oi, Jamesie! ¿Qué es— Evans? ¿Qué pasó?

Sirius se detuvo a la mitad, una expresión de confusión inundando sus facciones. Se acercó a los dos cautelosamente antes de darse cuenta del punto carmesí floreciendo en el cabello de Lily━━. Oh Merlin. Estas sangrando. ¿Debería llamar a alguien? Er, Remus, Peter, Alarie, bajen sus traseros por las escaleras en los próximos cinco segundos. ¡Hay algo mal con Lily!

𝐭𝐡𝐞 𝐝𝐨𝐰𝐧𝐬𝐢𝐝𝐞𝐬 𝐨𝐟 𝐢𝐫𝐫𝐞𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐛𝐥𝐞, james potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora