19. The boy in the clouds

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Hongjoong se empezó a hacer una pregunta al despertar al día siguiente: ¿Cómo diablos los reyes se enteraron de que sacó a Seonghwa a la superficie? Desde su punto de vista, es más que imposible que lo hayan notado ellos. Se reunió con Seonghwa bastante lejos del palacio y aunque se fue en hipocampo, no dijo que iba a estar la sirena. Perfectamente pudo haberse ido por su cuenta a ir a quien sabe dónde.

Cosa que a ellos seguramente les haría feliz. Eso, junto a lo que sea que Seonghwa le haya susurrado al oído por la noche, es un misterio. La suerte le sonrisa a medias, descubriendo el primero de los misterios:

—Lo siento por lo que pasó.

— ¿¡Qué te pasó!?

Wooyoung da un resoplido, haciendo que uno de sus mechones flote un poco. Hongjoong se acomoda las gafas y revisa al concubino, encontrando una herid atrás otra en él. Lo peor del caso, es que las identifica como heridas sexuales, no de una golpiza. Están en lugares demasiado específicos.

Lugares que la ropa escotada y provocativa de Wooyoung expone sin problema ninguno. El concubino da un respiro profundo y mira alrededor.

— ¿Podemos hablar en tu habitación? Aquí algún pez podría oírme y ya no quiero pasar por esto hoy. —lloriquea y Hongjoong asiente. Toma los libros de la mesa y se encamina a su cuarto, con Wooyoung siguiéndolo. No muy lejos está San, vigilante como de costumbre y como es su deber. Al igual que Mingi.

Con la diferencia de que San luce mucho más nervioso y Mingi acusatorio.

Ambos guardias se quedan fuera mientras el humano y el concubino entran a la habitación seca. Hongjoong deja la pila de libros en el escritorio. Eventualmente se romperá de tanto peso que le pone. Wooyoung silba, se cuestiona qué pasa por la mente de Hongjoong. Debe ser muy fuerte para haberlo impedido tender su cama.

Con lo metódico que es, mínimo se trata de un hechizo hecho por una buena bruja de la ciudad—. ¿Y bien? ¿Qué pasó? Ayer no me enteré de nada. Me jalaron hasta acá y ¡Pufff! El día se pasó en hacer nada.

En hacer a Seonghwa, se corrige mentalmente. Wooyoung hace puchero.

—Antes de eso... ¡Perdón! —exclama con fuerza y lloriquea—. Yo les dije a los reyes que habías subido a la superficie con Seonghwa porque te vi irte con él en el caballo de Soobin, por eso casi te botan de la Atlántida y yo sé lo mucho que te gusta la Atlántida porque nunca dejas hablar del tema, pero no pude hacer nada porque yo subí con San a la superficie y eso está prohibido para mí porque no puedo estar con un hombre de la guardia que no sea mi guardaespaldas además de estar castrado y

Wooyoung extiende tanto lo que dice que Hongjoong considera seriamente transcribirlo y no olvidarse de nada. Siente que será complicado responder a esto.

—San no lo está sé que no lo está poque yo quisiera que haga otras cosas que no hará porque no quiere que me echen y tampoco quiere que nos maten por infidelidad porque yo estoy enamorado de élyélloestádemisuorgullodesoldadopuedemásmeestoyexasperandoYPERDÓNPORQUENOTENIAOTRAFORMADENOMORIR.

Respira profundo, lleva una mano a su cuello con expresión de pánico ¡Se ahoga! Hongjoong se apura a buscar una jarra, sacarla por la ventana, que se llene y tirársela a Wooyoung. El concubino respira profundo y exhala.

—Perdón. —Repite dejando caer la cabeza, las manos juntas en su pecho y las ganas de llorar cada vez más obvias.

—Oh... ¡Así que eso pasó! —exclama Hongjoong—. Bueno, la verdad, me molesta—admite—, hubiera preferido que dijeras otra excusa ¿No se te ocurrió anda?

— ¡No! —solloza Wooyoung—. Porque no estabas aquí y seguía siendo muy raro que yo estuviera solo con San y contigo en la superficie—Moquea con la cara roja—. De verdad no quería que sucediera.

The boy who found his soul || SeongJoongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora