Viviendo con la bestia

23. Desayuno🔥

Era temprano, el sol daba directo a mi cara desde la ventana, al mirar el despertador me confirmada que eran las siete de la mañana, esperaba despertar enroscada en mi hombre pero para mi sorpresa no fue así, al desperezarme me levanté sin ganas de ducharme aún, me puse algo cómodo y al salir de la habitación me guié por el olor a tostadas hasta la cocina.

-¿Que haces amor? Deberías estar dormida aún 

-Oh cariño, no lo sabia, me desperté por el olor a desayuno- Le dije mientras lo abrazaba por detrás mientras el cocinaba tocino para nuestro desayuno.

-Te lo iba a llevar a la cama por las escenas de ayer, lo siento, debí haberte explicado antes 

-Puedes compensarlo aún, te extrañe anoche, esperaba otro cierre para nuestra fiesta.

-¿Así? Podemos arreglarlo Mi amuleto-Dijo al apagar la cocina, girarse y besarme, sentí sus manos firmes haciendo su camino hacia mi cintura, bajando a mi trasero tomándome por sorpresa sentándome en la mesada recorriendo mi cuello con sus besos. 

-Este es el mejor desayuno- Dijo sonriendo ladinamente antes de bajar mi ropa interior y comenzar a repartir besos desde mi rodilla hacia el interior de mis muslos estremeciéndome hasta el alma.

*Narra Demian*  

La escuchaba gemir despacio mientras avanzaba con mis besos y manos a través de sus muslos, era obvio a donde me dirigía,la jale para colocarla en el borde de la mesada abriéndole las piernas para verla. 

-¿Estas así de mojada por mi, cariño?- Le dije antes de soplar en su coñito húmedo por mi, sintiendo como se erizaba ante mi, a la primera lamida escuche un gemido de mi nombre de sus labios, un gemido que fue directamente a mi polla. 

-Oh cariño, estas matándome- Dijo tomando mi cabello entre sus manos impulsándome más cerca de su coño, aumente la velocidad de mis lamidas  para arrebatarle el primer orgasmo de la mañana con mi lengua en su coño mientras gritaba mi nombre y se retorcía de placer en nuestra mesada. 

-Creo que lo único que quiero es la cama nuevamente amor- Dijo ella cruzando sus manos en el cuello 

-Oh no señorita, ahora tomaremos desayuno y nos iremos directo a la cama, para hacerle el amor a mi mujer todo el día. 

-¿Todo el día? Cariño, yo no tengo tantas fuerzas como para aguantar tu ritmo todo el día.

-Por eso comerás todo lo que te de, amuleto mio - Le dije en doble sentido dándole un guiño mientras la bajaba de la mesada y servia nuestro desayuno. 

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