Jueves 7:45 AM
Ray
Dicen que las desgracias siempre vienen en paquetes de tres; una mañana de mierda, una tarde de mierda y una noche de mierda para complementar el refrán.
Al salir del metro el transporte nos estaba esperando pero no habíamos avanzado un kilómetro cuando ya estábamos varados nuevamente, al llegar a la oficina Antonio ya se había ido y hasta ahora no hemos podido comunicarnos con él, Alex dice que es más que común que su padre desaparezca sin dar ningún tipo de señales pero algo me dice que esa reunión era más importante de lo que creí, al salir del metro tenía seis llamadas perdidas desde su teléfono y no es un hombre que insista en llamar a nadie.
Todas mis reuniones de la tarde se hicieron remotas debido al estado de emergencia y estuve varado en mi oficina casi hasta las tres de la mañana con Jefferson, esa fue la tercera desgracia.
Hoy el día está despejado y este país nunca dejará de sorprenderme, anoche parecía que el mundo había llegado a su fin y hoy todos siguen sus vidas con la mayor normalidad. Sabía que aquí las cosas no eran como en el resto del mundo pero ver gente sentada en el Malecón bebiendo y bailando en medio de una tormenta te da una idea de por qué los dominicanos tenemos fama de locos, solo alguien muy feliz o muy loco ve su casa inundándose y sale a beber con los amigos porque "Total".
Salgo del gimnasio y voy directo a la ducha, Jeff no está a la vista y sé que no se quedó dormido así que debe haber salido temprano. Ordeno que me preparen café y me dispongo a empezar mi día. Me pregunto qué habrá pasado con ella... ¿Donde estaba, como llego a casa?, ¿Estará bien?, no he podido sacar su sonrisa de mi cabeza, ni su aroma. Estuve tentado a salir detrás de ella en el metro y enseñarle a agradecer cómo es debido.
Anoche al ver lo mucho que llovía me pregunté si estaba segura, me asegure de que todos mis empleados lo estuvieran, mande a preparar almuerzos y cenas para cada uno, entregamos mantas para quienes estuvieron varados en la oficina y cada uno fue transportado hasta la puerta de su casa cuando por fin pudimos salir pero la idea de que ella estuviera esperando en alguna parada me dio rabia, quería saber dónde estaba, mandar a recogerla y llevarla yo mismo a casa, con lo torpe que es estoy seguro de que termino empapada y en la puerta del metro sin saber que se había suspendido el servicio. ¿Tomará el metro todos los días?, ¿Lo tomará hoy? Termino de vestirme con las cabeza llena de preguntas.
—Buenos días, Raymond. — me recibe Mani en la sala, Antoni lo recomendó para mi seguridad cuando llegué al país y por la vigilancia no podia contactar ni traer Zanganos, desde entonces no se me ha despegado. Es mayor que yo, 50 años y bastante amable aunque de apariencia bastante imponente y siempre serio.
—Buenos días Mani, ¿Dónde están Alex y Jeff?—
-Alexander salio temprano y el Jefferson está esperándolo en el auto.—
— Hoy no iremos directo a la oficina, haremos una parada.—
—Como órdenes.—
Tomamos el ascensor y al entrar al estacionamiento lo veo, mi imbécil, recostado en el auto con el ceño fruncido y cara seria.
—¿Que?—
—No puedo decidir en qué gastar tu dinero.—
—Devuélveme mi tarjeta.—
—Eso nunca papi, lo tuyo es mío.—
—Puedo bloquearla y denunciarte.—
—Pero no lo harás.—
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Eros -Borrador
RomanceNo existen salidas si todas las puertas llevan al mismo lugar; Raymond Vargas sabe esto mejor que cualquiera, estar exiliado parecía la oportunidad perfecta para cambiar su vida. -Solo las partes que no le gustan- Pero desaparecer y dejar todo atrás...