Una tarde cualquiera, semanas después del recital de Eunice, me encontraba trabajando en la construcción de oraciones en coreano. Luego me tocaría empezar química, seguir con unos ejercicios matemáticos para la universidad y empezar el nuevo capítulo de Fancy. Estaba más emocionada por lo último, pues finalmente llegaba al nudo de la historia; una vez expuesto no tardaría demasiado en terminar: quizá unos doce capítulos.
Iba a comenzar la novena oración en coreano cuando tocaron a mi puerta.
— Pase—dejé el lápiz sobre el escritorio para concentrarme en Denisse, que asomaba su cabeza.
— Shawn está abajo. Quiere verte.
No diría que corrí a buscarlo, pero sí olvidé mi lista de cosas pendientes por hacer para bajar a verlo. Podría ser importante.
Lo encontré en la entrada, algo agitado. Ni siquiera pude decirle nada cuando me tomó de la mano y me sacó de la casa.
¿Algo había sucedido? ¿Tendría que ver con Sebastián o Isaac? ¿Les habría pasado algo malo?
Las palabras no me llegaban a la boca mientras mi imaginación hacía de las suyas, cosechando lo peor. Entramos a su casa, directo al patio trasero.
Mientras bajábamos las escaleras logré formular—Shawn, ¿Qué sucede? ¿Sucedió algo malo?
Nos detuvimos, finalmente— Josephine, ha sucedido algo extraordinario.
— ¿Si?
Había algo tan especial e infantil en la expresión de Shawn, lo que sea que fuese significaba bastante.
— Sí, y es gracias a ti. Podría besarte ahora mismo—entendí el cambio en sus intenciones cuando logró hacerme reír sin querer— Pero debes ver esto antes.
Se agachó, y comprendí a lo que se refería: el lugar donde habíamos plantado semillas de margarita hacía un mes, presentaba pequeños brotes verdes; salpicados por doquier y dando sus primeros respiros.
— Las he cuidado desde ese día.
— Lo sé, Shawn. Te he visto varias veces—había vuelto a casa de los Harries en más ocasiones de las que quería admitir, a veces para ayudar a Shawn con su jardín y otras veces para hablar con Seb en una de sus inmensas salas.
— Deben haber salido por la noche, cuando las revisé ayer no noté un cambio pero hoy... Están creciendo, Jo. Lo hicimos bien.
— Lo hicieron bien, sólo necesitaban una guía—Shawn se quedó admirando su naciente jardín con orgullo y felicidad mientras lo observaba llena de la última emoción.
Era imposible que no brotase la futura flor, porque si bien se trataba en parte de seguir los pasos correctos; Shawn había demostrado tanto empeño y esperanza que habría hecho florecer el jardín con tan solo eso.
Tanta dedicación para alguien que había admitido no ser un buen guardián, merecía ser recompensada. No sólo sucedía con él.
Sino con todo aquellos que lo intentaban sin descanso, así como estuve haciendo desde el mes pasado. Resultó que aún con mi conciente intelectual, necesitaba horarios estrictos para cumplir con todas mis obligaciones: el instituto, la historia para el periódico escolar, los trabajos y exámenes de la universidad, aprender coreano... Era difícil encontrar un buen momento para descansar pero ya que me había metido en tantos problemas, tenía que buscar una forma de encargarme de todos ellos.
No había sido sencillo, pero tenía un motivo y una motivación constante: mis esfuerzos tendrían frutos.
Así fue, pues llevábamos cuatro competencias ganando, había quedado entre los tres mejores estudiantes en la universidad, cada día mejoraba en el nuevo idioma gracias a mis dos sesiones diarias de media hora y mi relación con Frank, presidente del equipo de competencias; mejoraba a paso medio.
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Queremos que nos quieras, Jo.
JugendliteraturJosephine Livingston (llamada Jo para los cercanos) tiene una misión muy importante en sus manos: Graduarse del Instituto Roosevelt y no morir en el intento por una crisis nerviosa. Para eso debe seguir estos sencillos pasos: • No llamar la atención...