Capítulo 5

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Presente, Alex

Hago el intento de sonreír con todas mis fuerzas a la mujer que tengo delante, Fiorella se muestra feliz y yo solo quiero salir corriendo. Trato de no hacerlo, porque si lo hago me metería en un gran problema.

De repente oigo suspiros y exhalaciones, me contengo y no me giro. Miro un punto fijo detrás de la mujer que está delante de mí, haciéndoles creer que la miro a ella. Fiorella sí que se gira y se queda pálida, pero yo me muestro impasible queriendo que esto acabe de una buena vez por todas.

- No puede ser. – susurran a mi lado, pero lo ignoro. Segundos después una voz me hace girar, parando todos mis sentidos por completo.

- Ayuda. – resuena su voz en toda la iglesia.

Me pongo completamente pálido o eso creo, mis piernas fallan con lo que veo. Cala está completamente destrozada, magullada y dolida en la entrada de la iglesia. Está llena de heridas por todas partes. Mis ojos conectan con los suyos y me quiebro por dentro, ya no hay esa luz y ese brillo que había antes.

Corro hacia ella en cuanto veo que está a punto de desmayarse y consigo evitar que se desplome contra el suelo. Me fijo en su rostro, el cual está tal y como lo recordaba, solo que ahora está bañado en lágrimas.

- ¡Alex, suéltala! – grita tras de mí, la mujer que iba a ser mi esposa.

- No, el matrimonio y el acuerdo se suspenden. – digo serio y completamente frío.

Cala

Me despierto y abro los ojos, aunque rápidamente los vuelvo a cerrar, pues la luz que hay sobre mi cabeza es demasiado fuerte. Sé que me encuentro en el hospital por el sonido de las máquinas que tengo conectadas a mi cuerpo.

Trato de levantarme, pero alguien me lo impide. Hay un médico revisando todas mis constantes y sé que no está aquí para hacerme daño, pero aun así me tenso con su presencia. No lo demuestro y dejo que siga con su trabajo.

- Señora Lombardi, soy el médico Josh Adams. ¿Se encuentra bien? – dice acercándose a mi rostro y revisando mis ojos. Asiento en respuesta. – Su marido se encuentra fuera, enseguida está con usted. Si necesita algo, presione el botón que está junto a su cabeza y una enfermera vendrá en su ayuda.

Seguido de esto se va y entra la persona que más echaba de menos. El momento de la iglesia vuelve a mi cabeza y me desmorono por completo, mis ojos se aguan y los suyos se muestran preocupados, sabe en qué estoy pensando.

Se acerca muy rápido a mí y trata de tocarme, pero rehúyo el tacto. Ahora mismo no quiero verle. A pesar de eso, me coge lentamente la cara, como si fuera una caricia, y me mira. Sé por el dolor de sus ojos que necesita comprobar que soy real, que estoy aquí.

Ninguno dice nada en unos minutos, pues no sabemos qué decir. Quisiera gritarle por querer casarse con otra, pero no tengo fuerzas para hacerlo ahora mismo. Opto por mantenerme callada cuando empieza a hablar y a romperse delante de mí.

- Cala... lo siento. Siento no haber estado allí contigo, siento no haberte protegido, siento haberte hecho caso y dejarte sin protección cuando nunca antes lo había hecho, siento no haberte encontrado, siento que lo primero que hayas tenido que ver haya sido eso. – dice con la voz quebrada. Trato de no ponerme a llorar cuando él lo hace, pero se me hace imposible. Es la primera vez que le veo llorar, que le veo vulnerable y eso es mi detonante.

Lloro y sollozo sin control y dejo que todo el dolor que estaba reteniendo salga de mí. Me abraza cuando ve que empieza a fallarme la respiración y me maldigo a darme cuenta de que esto es lo que de verdad necesitaba para sentirme en paz y segura.

El regresoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora