veinticinco

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Su piel estaba caliente como el sol. Cada roce de su cuerpo contra el suyo dejaba un rastro de fuego allí donde había contacto. El fuego en sus venas avivaba la pasión. Las caricias de sus rizos contra su frente y sus sienes avivaban las llamas que envolvían su corazón. Su pecho se henchía con rapidez, su corazón había dejado de ser independiente para latir al unísono con la pieza de oro que Harry guardaba en su interior. El frío de la madera tocando sus pies descalzos se había convertido en un recuerdo ya olvidado. Sólo importaban sus manos sobre su cuerpo y sus labios sobre los suyos, acariciando, besando, arrebatándole el aliento.

Louis mordisqueó el labio inferior de Harry y le dio un tierno lametazo. Se apartó, sólo para que Harry volviera a agarrarlo de la cinturilla del pantalón y lo jalara de nuevo hacia él, su boca contra la suya. Una sonrisa curvó sus labios, y a continuación volvió a dejarse llevar por la embriaguez y la belleza del momento que compartían. Agarró la muñeca de Harry rodeándola con sus largos dedos, con sumo cuidado y paciencia, apartándola de su cintura y elevándola a la altura de sus labios. La volteó noventa grados, y procedió a besar sus heridas, una a una, adorándolas y devolviéndoles la vida.

―No debí dejarte marchar.

―No, no debiste―replicó Harry. Se zafó del agarre de Louis y hundió las manos en su camiseta, trazando círculos alrededor de su ombligo.

―¿En qué demonios estaba pensando? ―se dijo Louis a sí mismo. Las palabras fueron seguidas por un gemido cuando los dedos de Harry alcanzaron su pecho y le pellizcaron un pezón.

―No pensabas.

Dispuesto a seguir con su viaje a través de la anatomía del cuerpo de Louis, Harry cogió la camiseta y tiró de ella. Louis lo agarró de las muñecas en el mismo instante en que él levantaba la visa y miraba hacia el bosque a través de una de las ventanas de la casita. Se apartaron y corrieron al exterior como almas llevadas por el diablo, dejando arrinconado el frenesí de amor que los corrompió minutos antes.

―Procedía de la parte de atrás―aseguró Louis.

Harry asintió, corroborando su información, y rodearon los árboles que sostenían las maderas de la cabaña, encontrando miles de mariposas de distintos tamaños y colores volvían a rodear su pequeño reino, cubriendo parte de lo que parecía ser parte de una cúpula protectora. No podían ver lo que había detrás, lo que se escondía detrás.

―¿Qué están haciendo?

―Lo sabes―contestó Louis sin apartar la mirada.

―Pero, ¿por qué? ¿Por qué ahora?

―Alguien... Algo... Quería atacarnos.

El saber que podían haber sido tomados desprevenidos y heridos les puso la piel de gallina. ¿Qué habría pasado si no hubiesen oído ese ruido? Habrían seguido besándose, se habrían dejado llevar por la pasión. Ni Harry ni Louis podían imaginar hasta donde habrían llegado aquella tarde. ¿Qué habría pasado si se hubiesen olvidado del resto del mundo y se hubiesen tendido en el ático a hacer el amor? ¿No habría sido esa una dulce forma de morir? Que te arrebataran la vida estando en los brazos de tu amado una última vez...

Louis pareció compartir los mismos pensamientos que Harry. Le rodeó el cuello con los brazos y permanecieron en esa posición largo rato; las manos de Louis acariciando el cabello de Harry desde atrás, Harry inhalando su aroma a tierra mojada y flores salvajes.

Un grito rabioso los interrumpió no mucho después y antes de que visualizaran a las dos chicas cruzando el arco Skylar ya había llegado hasta Louis y se había tirado sobre él, haciéndolos caer a ambos sobre la tierra. Skylar se colocó sobre Louis, con las piernas a cada lado de su cintura, y comenzó a golpearle el pecho mientras profesaba su odio también con palabras.

Mariposas Perdidas | Louis & HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora