Capítulo//08

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Amir oficialmente estaba prometido, no volvió a llamar a Jade, desde que ella le dijo que no la llamara más. Él respetó esa decisión, no iba a incordiarla ni romper su matrimonio, aunque le doliera.
Amir y Amira, habían quedado para hablar de la fecha de la boda. Quería casarse lo ante posible y no tener que fingir más y hacer su vida.

Amir bajó del coche y caminó hasta la puerta donde ella vivía, llamó a la puerta y en unos segundos, ella abrió. Como siempre con una sonrisa. El árabe la dejó un beso en la mejilla y caminaron hasta el coche.

Él arrancó y tomó rumbo al restaurante que había reservado. El teléfono de Amira sonó y lo sacó del bolso, sonrió al saber de quién se trataba.

—Hola, guapa. — saludó alegre. —¿Cómo estás?

—Bien, ¿Tú cómo estás? ¿Cómo te va la vida de prometida?

—Muy bien, ahora estoy con él para ir a comer. — respondió. —Ya te lo presentaré, cuando vuelvas de Polonia.

—Yo encantada de conocerlo... Bueno, luego te llamo, no quiero interrumpir a los novios.

—De acuerdo, te quiero. — colgó.

—¿Quién era? — preguntó interesado.

—Mi prima Danna, se fue a Polonia y no quiere regresar. Esta tan agusto allí, que no quiere volver. — sonrió y Amir asintió.

Cuando llegaron, el camarero les llevó a su mesa. Lo había pedido privado, no quería que nadie le vieran con ella. Odiaba salir con ella y que le viesen con ella, ya lo hicieron una vez y no habría una segunda.
Él se puso frente a ella y le sonrió forzadamente. El camarero les dejó la botella de vino y les dejó solos.

—Salud. — dijo brindando, bebieron un sorbo de vino y lo dejaron en la mesa.

—Es muy elegante el lugar. — habló. —Nunca había venido aquí.

—Me alegro que te guste, yo vine una vez y me gustó. — respondió. —Bueno, ya sabes para qué te he traído. Quiero confirmar la fecha de nuestra boda, quiero estar ya casado contigo. — mintió a medias.

—¿Cuándo quieres casarte? — preguntó mostrando su dentadura blanca.

—En un mes, ¿Qué te parece? — la cogió de la mano.

—¿Tan pronto? ¿Se puede? — dijo sorprendida.

—Claro, decidimos una fecha y la confirmamos. — respondió. —¿Qué te parece el dos se septiembre?

—Perfecto, tenemos que hablar con nuestros padres e informarles. — él asintió.

—Me parece perfecto. — cogió su copa. —Por nuestro matrimonio. — brindaron.

Después de comer, Amir y Amira, cogidos de la mano, entraron en la casa de sus tíos. Quería decirles lo que habían decidido, ella también quería casarse con él lo antes posible y ser feliz. Amaba con locura a ese hombre, su corazón latía con fuerza cuando lo tenía cerca, cuando le dejaba un beso en la mejilla, cuando la sonreía. Cuando la cogía de la mano, cuando la llamaba. Ese hombre, era su único amor. Si vida entera, aunque él nunca le hará dicho más de que le gustaba. Pero tal vez, porque aún era pronto para decirle más sobre sus sentimientos.

Cuando llegaron al salón, sus tíos estaban sentados en el sofá, hablando entre ellos. Cuando el jeque y la mujer les vieron, se levantaron para saludarles.

—Hola, chicos. — saludó el jeque. —¿Cómo lo habéis pasado?

—Bien, hemos comido muy bien. — respondió. —Nosotros queríamos hablar de algo importante con vosotros.

—Claro, ¿Qué pasa? — dijo la mujer.

—Amir y yo hemos hablado y bueno,  queremos buscar la fecha de la boda, aunque ya la tenemos. — explicó Amira. —Ambos queremos casarnos en un mes. — ellos se miraron.

—¿Un mes? ¿Tan pronto? — preguntó el jeque. —¿Por qué tan pronto?

—Verá, señor. Yo deseo casarme con Amira, quiero ser su marido y ser felices. — el jeque le miró con seriedad. —Siempre que ustedes quieran.

—Entiendo que queréis casaros, pero es muy pronto. ¿Estáis seguros? — preguntó la mujer.

—Si, tía. — respondió con una sonrisa.

—De acuerdo, pero antes quiero hablar con Amir a solas. — dijo el jeque. —Amir ven conmigo, por favor.

Amir se disculpó y siguió al jeque, llegaron al despacho y el hombre cerró la puerta, caminó hasta el escritorio y miró a Amir.

—Amir, seré claro contigo. No sé porque os queréis casar tan pronto, según vosotros os queréis y lo voy a respetar. Porque mi sobrina así lo quiere y se lo voy a conceder. — exclamó. —Amira es como mi hija, yo la crié, yo la vi crecer. Es una muchacha muy alegre y con un corazón de oro. Tiene carácter, pero no lo saca hasta que su paciencia no llega al límite. — Amir arrugó su ceño. —Con esto quiero decir, que si mi sobrina me dice, que la haces daño, la maltratas psicológicamente y que quiere el divorcio, yo se lo voy a hacer. Si la veo derramar una lágrima por tu culpa, no la volverás a ver en tu vida. — advirtió. —Como borres su sonrisa, por una tristeza, la saco del país y me dará igual tu perdón, la obligaré a separarse de tí. ¿Quedó claro?

—Entiendo su preocupación, jeque. — habló. —Pero no la haré daño, no al menos aposta. La cuidaré y la respetaré. — el jeque asintió.

—Te tomaré la palabra, Amir. — se dieron la mano. —En un mes se casarán, mi sobrina será tu responsabilidad, será tu esposa. Pero eso no significa que no estaré pendiente de ella, la llamaré y la visitaré.

—Gracias, jeque. — agradeció. —Haré feliz a Amira.

Ambos salieron del despacho, para Amir eso era fabuloso. Qué el jeque se la llevará lejos si él la hacia daño, todo se solucionaba sólo, sin mover mucho el tema. Solo tenía que hacerle daño y ella se iría para siempre. Eso sería un alivio para el duque, así no la volveria a ver en su vida.

Cuando llegaron, Amir se sento al lado de Amira y la sonrió. Estuvo con esa familia varias horas, no podía decir que era su familia, no lo sentía así. Por mucho que se casara con ella, ellos no eran su familia, no lo era.
Amira sería su esposa, nada más. La haría el amor, si. Pero jamás serán un matrimonio feliz, no al menos para él y para ella menos, cuando él sacará su verdadera cara.

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Hola, bellas. Aquí tenéis otro capítulo de Amir y Amira, espero que os guste.

Decidme qué pensáis de este capítulo, os leo.

Besos desde España, nos leemos pronto

Una dama para el Duque 2° (saga Realeza) EDITANDO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora