Draco Malfoy podía considerarse una persona exitosa: era un crítico literario reconocido en Nueva York, y además, acababa de escribir su primera novela, que se decía, era una historia llena de humor negro, sarcasmo, anécdotas originales, y a la vez, que tenía una visión algo cínica pero profunda de la vida moderna.
Tanto Muggles como magos habían caído rendidos a su narrativa, así que el una vez paria inglés, que se había mudado al mundo complicado y cosmopolita de la ciudad más agitada de los Estados Unidos después de la guerra una vez que pudo obtener permisos para salir del Reino Unido, ahora se hacía rogar para visitar a su patria para promover su trabajo, lo cual, honestamente, no tenía demasiadas ganas de hacer.
Draco Malfoy no tenía intenciones de visitar Flourish & Blotts, ni ninguna librería de magos en el Reino Unido, aunque tal vez, sí quisiera disfrutar haciendo un tour por las pequeñas y cándidas librerías Muggles del país, esas donde había podido caminar anónimamente en una época, antes de que le permitieran tener los documentos necesarios para salir de Londres, comprando libros que devoraba para aprender del mundo literario sobre lo que fueron alguna vez los odiados Muggles para él; y así había descubierto a J. R. R. Tolkien, C. S. Lewis, Lewis Carrollt, pero también a Charles Dickens, Jane Austen y a Oscar Wilde, y así, a muchos autores más que le hicieron entender que los Muggles también conocían la magia, y aunque no la podían ejecutar, la disfrutaban y la vivían con más amor que incluso la mayoría de los magos sangre pura que conocía y que la daban por hecho. Draco descubrió maravillado que la literatura, las artes, e incluso también la ciencia, eran lo que iluminaba la vida de los Muggles, y se dedicó a aprender de ellas con un entusiasmo que rayaba en la obsesión.
Porque Draco Malfoy, no tuvo una varita por mucho tiempo. Aunque Harry Potter se la intentó devolver luego de los juicios de una forma tímida, amable e incluso un poco avergonzada, Draco recibió una prohibición del Ministerio de Mágica Inglés para usar magia por tres años, y esta prohibición se extendía a cualquier país que visitara en el futuro, así que en ese tiempo, contra todo pronóstico, el joven mago aprendió no solo a valerse por sí mismo como un hombre joven con una fortuna, aunque disminuida, pero aún bien apertrechada, sino que hizo uso de su gran intelecto - poco aprovechado en los últimos dos años - , pero que ahora, Draco estaba ansioso por explotar, quería aprender, necesitaba saber lo que hasta ahora se había negado a observar, a sumergirse en el mundo de los Muggles y experimentar su arte, sus modo de vida y la forma en que se manejaban en este amplio mundo sin contar ni con una gota de magia, y cuando quedó libre para salir de su país, no hubo limites para su crecimiento personal.
Así, Draco empezó a leer como nunca, a estudiar en una Universidad Muggle sobre literatura, a leer y escribir hasta cuando comía, y luego comenzó a escribir en el periódico universitario, y pronto, descubrió que su talento nato para las palabras - sin necesitar realmente ser exitoso para sobrevivir en la costosa ciudad - le permitieron disfrutar la narrativa sin la presión de tener que hacer dinero para no morir de hambre por ser un artista.
Draco pronto se volvió un punto de referencia respetado a nivel del periodismo universitario, y luego de su graduación en tiempo récord, los periódicos de Nueva York se lo peleaban para tener columnas y artículos sobre literatura moderna escritos por él, con su narrativa un poco ácida, a veces cínica, pero siempre honesta, amable y acertada.
Esto no quiere decir que Draco disfrutara de 'destruir' la obra de un artista. Si un libro no le gustaba, con obviarlo tenía para dar a entender que era un trabajo muy poco digno de mención. Pero Draco nunca se rebajaba a usar epítetos negativos contra un autor o su trabajo.
Draco sabía que en este mundo había espacio para todos, y que si a él le parecía que las novelas de Elizabeth Meyers eran literatura barata para adolescentes de mente - y hormonas - aceleradas, por otro lado, la escritora hacía millones de dólares y sus trabajos se vendían como pan caliente.
Draco a veces bromeaba con sus amigos de confianza diciendo que tal vez Meyers sería considerada una Austen dentro de unos cien años, y que sus obras serían estudiadas por el efecto que tenían sobre las masas juveniles, y además, apuntaba que hacer leer a los adolescentes no era poco logro, así que tenía sus millones muy bien merecidos, y aunque sus amigos reían, sabían que si Draco podía hablar con algo de burla de sus libros, era porque los había leído de todas formas así que nadie consideraba que fuera a ofender a la escritora como si hacían otros críticos, e incluso escritores reconocidos. Todos respetaban a Draco Malfoy, - incluso Meyers – y todos los amantes de la literatura seguían con fervor sus columnas y habían devorado su libro apenas salió.
Cuando Desperté del Mal Sueño se había vuelto pronto en un best-seller, y Draco se vio encantado cuando leyó las críticas escritas por sus competidores, y en especial, cuando estos intentaron rebuscar una forma de hacerle quedar mal... sin lograrlo ni de cerca.
Draco sabía que Luka Hauser, uno de sus competidores más férreos del mundo mágico, había recibido montones de vociferadores cuando intentó criticar su novela en El Fantasma de Nueva York – el periódico mágico más importante de los Estados Unidos, y The New York Times había dedicado un artículo especial a su publicación además de una entrevista con unas fotos donde había lucido fantástico.
Por supuesto, la exclusiva había sido para The Wall Street Journal del mundo Muggle, su casa matriz, y para el mundo mágico, le había concedido una entrevista a El Panfleto, un pequeño periódico que apreciaba mucho porque pertenecía a Benjamin Sanz, un amigo que conoció en la NYU y que irónicamente, también era mago y brillante, pero que se negaba a trabajar para los grandes emporios periodísticos americanos y había luchado a brazo partido para sacar adelante su pequeña publicación.
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Draco se encontraba en Miami haciendo una entrevista a Isabel Allende sobre La Suma de los Días, su más reciente novela, cuando en plena entrevista recibió un mensaje de voz en su teléfono celular Nokia.
Cuando finalizó y se despidió de la Señora Allende luego de compartir un café y pastas con la agradable autora, Draco salió al vestíbulo del Novotel Miami Brickell a tomar algo de aire antes de ir a su habitación, y mientras tanto, oyó el mensaje que habían dejado en su buzón de voz. Era un mensaje de Harry. De Harry Potter.
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La Boda de mi Mejor Amigo
Fiksi PenggemarDraco Malfoy es un escritor y crítico literario muy reconocido y vive en Nueva York desde que terminó la guerra, su trabajo es respetado tanto en el mundo Muggle como en el Mágico y su primer libro se perfila como todo un éxito. Sin embargo, Draco...