62°

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Lizzie.

Corrí hasta llegar donde Florence me esperaba, la abracé con fuerza. A ella y su dulce novio, Elliot.

—¡Mis muchachos!

—¿Qué te dio? —preguntó Florence risueña. Besé la mejilla de ambos. Elliot observó mi rostro y abrió mi camisa un poco para ver mi cuello.

—Plaza la dejó y Robbie no deja de decir que lo evitas, ¿ocurre algo?

Sonreí.

—Pues...

De pronto ambos observaron tras de mí, me giré para ver en la dirección en la que sus ojos se dirigían. Johansson traía un vestido negro ceñido y unas mallas muy lindas en las piernas, acompañadas de un saco y tacones de color rojo.

—Mierda... —Elliot habló.

—Dios mío —susurró Florence.

La maestra Johansson se despidió de sus pequeños quienes corrieron hasta llegar a la biblioteca, ella avanzó hasta nosotros con una sonrisa discreta.

—Buen día, muchachos, ¿listos para la clase? —preguntó entrando en el salón.

Elliot besó a su novia quién debía irse a clases con Scott, ambos entramos en el salón donde todas las reacciones eran iguales. Bocas abiertas, ojos sorprendidos y murmullos.

La maestra Johansson estaba aquí, y no dejaba de causar sorpresa y alegría entre muchos.

Elliot y yo nos sentamos donde siempre. Él rió.

—Maldita, hija de puta y poco disimulada —se burló. Me sonrojé.

—¿Puedes al menos no utilizar ese vocabulario conmigo? —pregunté viendo que no le hubiesen oído.

—¿Qué hiciste? —preguntó en susurros.

—¿De qué hablas?

—Johansson y tú. Es obvio, ella acaba de regresar y... ¡No la vi antes, no dijiste nada y no pareces espantada!

Sonreí. Él esperaba una respuesta, pero Johansson comenzó su clase llamando la atención de todos.

—Chicos, les pido que hagan silencio. Sé que les parece extraño verme aquí, con algunos me he topado por los pasillos y ya sabían sobre mi regreso... —nuevamente murmullos — Chicos, por favor... Les comento que seré su maestra hasta finalizar el curso, tuve que retirarme de vacaciones antes por asuntos personales y...

—No trae anillo —gritó uno desde el final del salón.

Ella se quedó callada ante algunas risas que surgieron, esperó hasta que cesaron y pudo volver a hablar.

—Gracias por la acotación innecesaria en el contexto de clases que tenemos —mencionó cruzando sus brazos. Tragué saliva al ver la forma en que sus brazos se marcaban.

Mierda. Ella sigue tan autoritaria como siempre.

—Cállate —se quejó Dakota hacía su amigo. Él habría sido el causante de las risas —. Maestra, puede continuar, por favor.

Scarlett le sonrió con amabilidad.

—Como decía, y sí, Ashton, gracias por aclararlo, aunque me parece ridículo que sea relevante. No tengo un anillo, porque no estoy casada...

—¿Entonces hay oportunidad para los que hacíamos fila? —bromeó el rubio otra vez.

Elliot levantó la mirada. Yo no me moví ni un solo centímetro, mantuve mi mirada en el frente. Scarlett no dijo nada.

Laguna negra |Scarzzie|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora