𝐔́𝐧𝐢𝐜𝐨

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Cálmame... tócame...

A él lo conozco desde la secundaria. Desde que lo vi por primera vez, supe que seria mi perdición.
Su hermoso cabello rubio y los ojos color cielo no hicieron más que convertirme en un bruto idiota.

«—Es ridículo, se supone que el bruto es él—»

Cuando nos conocimos nos odiamos, mas no pude evitar quedar embelesado por su exótica belleza. Algo peculiar que descubrí en él es que le gustaba usar labial. A pesar de ser un doncel, cuidaba su apariencia física lo justo y suficiente, pero de todas formas aquel brillo colorido siempre resaltaba en sus carnosos labios. 

Nuestro tiempo de calidad en el instituto siempre fue de peleas y competencias, sin embargo, siempre hubo esa tensión entre nosotros que lograba que todo mi cuerpo temblara. Esa sonrisa cálida que me dedicaba cada vez que estaba de malhumor y todas esas caricias en las espalda que obtuvo de mi parte mientras el añoraba a sus difuntos padres.

No pude evitar enamorarme, nunca antes había sentido algún tipo de interés en alguien. No me di ni cuenta cuando fue que pasamos de rivales a mejores amigos. Desde entonces hacíamos todo juntos. Nunca quise separarme de él, sentía que le pertenecía y quería que él fuera mío.

Pero siempre había alguien de por medio. Naruto era alguien popular entre los varones, al igual que yo lo era para las mujeres y donceles. Muchos sintieron envidia de él por acaparar al cien por ciento mi atención.
Pero con él no era lo mismo. Era tan sociable, tan coqueto tanto con chicas como con varones. Podía sentir mi sangre hervir cada vez que se le acercaba alguien con otras intenciones.

Odiaba mis sentimientos, porque verdaderamente me hacían actuar como tonto. Era capaz de acompañarle a través de cielo y tierra y ayudarle hasta en la estupidez más grande que se le ocurriera.

—Sasuke, debes alejarte de ese chico— me dijo Itachi, mi hermano mayor. Quién me consolaba esa tarde con palmadas en la espalda, ya que hace unas horas había visto a ese rubio que tanto adoro besarse con alguien más, un pelirrojo de nuestra clase llamado Gaara.

Me tapé el rostro frustrado, sentía como mi corazón bombeaba tan rápido, tenía la noción de que en algún momento se detendría del ritmo tan desbordado.

No podía alejarme de él, todo él estaba en mí, aún soy capaz de sentir su aroma entre el húmedo olor del otoño. Era como una maldita droga. Creo que estaba volviéndome loco, y logré darme cuenta por la expresión notoriamente preocupada en su rostro.

Perfume, el viento y las hojas...

No podía soportarlo más, tenía que decírselo. Ya no aguantaría retener estos sentimientos en mí, necesitaba decírselo y al menos ganarme la esperanza de tener la mínima oportunidad con él. Imaginaba varios escenarios en donde él y yo estábamos juntos y teníamos una familia, donde éramos felices ambos.

Pero la respuesta que recibí no hizo más que despedazar toda la esperanza y cordura que me quedaba. Todas mis fantasias fueron aplastadas en ese momento. El día que le comenté camino a casa que me gustaba, y no solo eso, sino que lo amaba.

—L-Lo siento Sasuke... yo...— hizo una pausa afligido.—No puedo corresponderte, no siento lo mismo.—finalizó.

Y no sé qué pasó conmigo desde entonces.

Recordé haberme lanzado a él, abrazarlo con tanta fuerza y rogarle al punto de arrodillarme ante él.
Me dijo que podíamos continuar siendo amigos, pero no, yo no sería capaz de vivir si eso. Cuando le dije que me negaría a continuar con nuestra amistad, logré ver su expresión ansiosa y desesperada.

-𝐏𝐢𝐧𝐤 𝐜𝐢𝐠𝐚𝐫𝐞𝐭𝐭𝐞- (𝐒𝐍) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora