Capturamos la bandera

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Andy

Los siguientes días Percy y yo nos acostumbramos a la rutina del campamento, que casi se sentía normal, si no cuentas el hecho de que estábamos teniendo lecciones con ninfas, sátiros y un centauro.

Cada mañana teníamos clases de Griego Antiguo con Annabeth, hablábamos sobre de los dioses y diosas en el tiempo presente, era bastante extraño. Aunque me duela admitirlo, Annabeth tenía razón acerca de nuestra dislexia. El griego no era tan difícil de leer, bueno, no más que el inglés. Después de un par de lecciones, podía ver unas pocas líneas de Homero sin tanto dolor de cabeza.

El resto del día, eran puras actividades al aire libre, buscando algo en lo que fuéramos buenos. Quirón trato de ensañarnos tiro con arco, pero en un instante supimos que éramos pésimos en eso. Él no se quejó, incluso cuando se sacó algunas flechas perdidas de su trasero de caballo.

¿Carreras? Desastre. La ninfa del bosque quien era la instructora nos hizo morder el polvo. Ella dijo que no nos preocupáramos por eso. Ella había tenido siglos de practica huyendo de dioses enfermos de amor. Pero aun así era humillante ser más lentos que un árbol.

¿Lucha libre? Olvídalo. Una vez que alguno de los dos pisaba la colchoneta, Clarisse nos pulverizaba.

-Hay más de donde vino eso, punk-nos murmuraba.

La única cosa en la que éramos buenos era en las canoas y esa no era una habilidad muy heroica, que digamos.

Sabía que los campistas superiores y los consejeros nos estaban mirando, tratando de decidir quién era nuestro padre, pero no se los estábamos poniendo fácil. No éramos tan fuertes como los niños de Ares (prefiero enterrarme viva a ser medio hermana de Clarisse), o buenos en el tiro con arco, como los hijos de Apolo. Tampoco teníamos la habilidad con el metal como los de Hefesto. Y, que los dioses no lo permitan, la destreza con las plantas de Dioniso. Luke nos dijo que podríamos ser hijos de Hermes, una especie de jóvenes de todos los oficios, maestros en nada. Pero tenía la sensación de que solo quería hacernos sentir mejor. Él tampoco sabía qué hacer con nosotros.

A pesar de todo nos gustó el campamento. Nos acostumbramos a la niebla en la mañana encima de la playa, el olor a los campos de fresas calientes por la tarde, incluso a los extraños sonidos de los monstruos por la noche. Nos gustaba mucho cenar con la cabaña once, arrojar parte de nuestra comida al fuego e intentar sentir alguna conexión con nuestro verdadero padre. Pero nada, solo obteníamos una presencia cálida y nada más. Traté de no pensar mucho en mi mamá, Percy y yo habíamos acordado que la recuperaríamos. Si toda la mierda de los dioses, monstruos y la magia era real, seguramente había algún modo de salvarla.

Empecé a entender la amargura de Luke y como él parecía molestarse con su padre, Hermes. Puede que los dioses estén bastante ocupados, pero no podían llamar de vez en cuando, o tal vez un trueno, ¿o algo así? Dioniso podía hacer aparecer una Coca Cola Light de la nada. ¿Por qué mi padre, quienquiera que fuera, no podía hacer parecer un teléfono?

El jueves por la tarde, tres días después de nuestra llegada al campamento, tuvimos nuestra primera lección de espadas. Toda la cabaña once se reunió en el gran escenario circular, donde Luke sería nuestro instructor.

Empezamos con puñaladas básicas y rápidas, utilizando muñecos de paja con armadura griega. Creo que Percy y yo lo hicimos bien. Al menos entendimos lo que teníamos que hacer y teníamos buenos reflejos.

El problema era que no podíamos encontrar unas espadas que se sintieran bien blandirlas. O eran demasiado pesadas, o demasiado livianas, o demasiado largas. Luke hizo lo posible para ayudarnos, pero estaba de acuerdo que ninguna de las espadas de practica parecía funcionar para Perce y para mí.

Los Gemelos Jackson y el ladrón del rayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora