Dress

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Samantha está usando su mejor outfit para la noche. Un vestido corto que se ajustaba a cada una de sus curvas, dejando muy poco a la imaginación. Estaba consiente de todos los ojos que tenía encima y también de que parecía que era la única en el lugar.
Y eso no le estaba gustado a su novio.
Habían estado juntos por algunos años ya, y por lo general, Samantha era la que más celaba a su novio; tenía muy poca paciencia con ese tema, pero Félix, por otro lado, era bastante relajado hasta cierto punto. La rubia podía contar con una mano las veces que Félix la había celado por alguna situación.
Normalmente, el mayor siempre estaba pegado a su lado,así que no le prestaba atención a cualquier que quisiera comérsela con la mirada cada vez que salían. Hace algunas semanas, Samantha había encontrado algo que le activaba ese instinto celoso; aquel viernes habían tenido una discusión temprano y por primera vez en su relación, salieron del departamento en "malos términos" , aún así, llegaron a la fiesta planeada, sin embargo Samantha estuvo alejada de Félix toda la noche. La menor estuvo al borde toda la fiesta y cuando regresaron al departamento, Samantha lo confirmó, lo vio frustrado, apretaba los puños cada vez que hablaba, admitió que estaba un poco celoso, pero no pasó a más.
Verlo celoso le pareció sexy, y es que ella no podía ser la única celosa en esa relación. Ahora Samantha quería saber que pasaría si no lo hablaban, si Félix tomaba esa actitud posesiva y la descargaba en ella en vez de tragarse su frustración.
Así que esta vez fue muy a propósito, se invento cualquier estupidez para pelear por la tarde y así no hablarle. Estaba funcionando muy bien, Samantha podía verlo en un rincón, sus ojos casi en llamas, frunciendo el ceño y con los brazos cruzados sobre su pecho. Eso era exactamente lo que quería, quería que estuviera celoso, que se enojara y que tal vez, explotara ese lado posesivo que estaba segura que tenía.
Samantha hizo contacto visual con su novio, mirándolo de forma inocente.
Volvía a fruncir el ceño y empezó a caminar hacia ella, Samantha sonrió sin que se diera cuenta. Cuando llegó a su lado, abrazó su cintura y la atrajo a su cuerpo.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Le preguntó Félix.
—Hablando con las chicas. —respondió inocentemente, abriendo y cerrando sus ojos.
—Sabes a lo que me refiero —ya sabía que estabas enfadado. —Este maldito vestido que estás usando.
—¿No te gusta? — Samantha le preguntó, haciendo un mohín con su labio inferior, dándole show para que se sintiera mal.
El agarre en la cintura de la rubia se suavizó.
—Por supuesto que me gusta, me encanta. Y ese es el problema —le dijo el más alto. — A todos de aquí les encanta y odio que estés lejos de mi mientras todos están comiéndote con la mirada. Yo soy el único que puede saber lo que hay debajo de este vestido.
—Nadie más verá lo que hay debajo de este vestido. —se burló. —Lo estoy usando para ti, bobo.
Félix gruñó y se presionó contra su costado. Samantha lo sintió y sonrió
—¿La estás pasando mal ahí, bebé?
—Estás haciéndote la graciosa ahora mismo Samantha, pero no me gustan estos jueguitos. —empezó a guiarla hasta la salida de la fiesta. —Soy muy paciente y lo sabes, pero estoy al borde.
Decir que Samy estaba feliz era poco. Félix aceleró todo el camino hacia el departamento, agarrando el volante con tanta fuerza que pensó que podía romperse bajo la presión.
A Samantha tampoco le ayudó que la mano de su novio no abandonara su entrepierna.
Para el momento en el que estaba de vuelta en el apartamento, Félix estaba duro como una piedra, se tropezó torpemente y abrió la puerta.
—A la habitación.
Y eso había sido una orden
Samantha entró a la habitación y se quitó sus tacones, se sentó al borde de la cama esperando al pelinegro. Sonrió cuando Félix apareció en la puerta de la habitación, se había desecho de su camisa así que solo traía su pantalón y cinturón, tapándole la visión de lo que más quería ver en ese momento.
—¿Por que tienes ropa aún? —preguntó el más alto, quitándose el cinturón con una mano.
Samantha se relamió los labios al ver el bulto en la parte delantera de su pantalón.
—No me pediste que me desnudara. —le respondió en tono fastidio.
—Basta de juegos. —dijo entre dientes para luego tomarla del cuello y dejarla firme sobre la cama. El mayor le miro a los ojos que ahora estaban más oscuros y sintió que el corazón se le iba a salir. Félix presionó su erección en su muslo y suspiró sin sentir mucho alivio aún. —¿Ves lo que me haces? —Quiero ver —lloriqueó. Félix solo le apretó el cuello con más fuerza, como sabía que le gustaba. Samantha confirmó que de verdad lo había hecho enojar.
—¿Sí? —Félix levantó una ceja —¿Quieres que te coja, Samy?
La rubia suspiró un pequeño "sí" y subió sus caderas, Félix la mantuvo en su lugar y lamió su pecho.
—Espero que no te guste tanto este vestido
—antes de que pudiera preguntarle qué quería decir con eso,soltó su agarre del cuello y rasgó el vestido desde el centro.
—Félix, era mi nuevo vestido favorito... —se quejó.
—Debiste pensar en eso antes de burlarte de mí durante las dos últimas dos horas. —estaba desesperada. Empezó a atacar su cuello con sus dientes y lengua, y dejó moretones en cada punto que sabía que se convertirían en unas buenas marcas. —Ahora no hay duda de a quién le perteneces.
—Nunca hubo alguna duda. — Samantha le aseguró. Los dedos de Félix se encargaron de jugar con la pretina de su tanga para después bajarla por sus piernas, una vez la tuvo en sus manos la llevó a su nariz y aspiró profundamente, bajo la atenta mirada de su novia.
—Esto es para mi. —se puso completamente de pie y la admiró de pies a cabeza.
—Baby...
—Te ves tan hermosa así, mojada y marcada por mi. —la menor se retorció bajo su mirada y movió una de sus manos lentamente, necesitando algún tipo de alivio. —si te tocas, te dejo aquí sola.
Samantha se congeló y dejó escapar un chillido de protesta. Félix la tenía malacostumbrada efectivamente.
—Relájate, amor. —sus manos apretaron sus muslos. —Te daré lo que quieres...
El pelinegro se desabotonó su pantalón y se mordió los labios.
Félix era atractivo,era delgado pero a la vez lucia fuerte, y lo era, estaba ligeramente bronceado por el viaje a la playa que habían tenido recientemente así que eso hacía que sus abdominales se vieran más pronunciados. La mirada de Samantha se fue instintivamente al miembro de su novio una vez este se quitó sus bóxers, era del tamaño perfecto con venas que le corrían por su extensión. Se mordió el labio cuando notó que estaba goteando, claramente estaba igual de emocionada por cogérsela que él se la cogiera.
—Te voy a recordar que eres mía y sólo mía.
Samantha se mordió el labio mientras Félix la tomó por las caderas y la atrajo hasta el borde de la cama, ordenándole que mantuviera las piernas abiertas. El pelinegro pasó la punta de su pene por todo su centro y presionó su clitoris, la menor soltó un gemido y arqueó su espalda.
—Por favor Félix,te necesito. —jadeó.
—Yo decido lo que necesites. —le dijo,moviendo su miembro en círculos. Samantha cerró sus ojos, ya estaba increíblemente sensible por toda la situación.
Sus manos apretaron fuertemente las caderas de la rubia, asegurándose de dejar moretones allí también, luego entró.
Samantha estaba muy mojada, pero aún así se sintió muy estrecha cuando Félix empezó a empujar hacia dentro. Samantha gimió salvajemente mientras movía un poco sus caderas, apenas estaba hasta la mitad así que agradeció cuando Félix le dio tiempo. Poco a poco hacía presión y mientras se dedicó a dejar besos en sus pechos y sus labios, sin querer salirse mucho del personaje que le estaba dando una "lección" a Samantha esa noche. Una vez estuvo dentro completamente, Samantha asintió, dándole a entender que ya estaba lista.
Empezó a moverse y Samantha gritó fuertemente, arqueando su espalda tanto que pensó que iba a dividirse en dos. Con su centro apretó el pene de su novio, logrando sacarle un gran gemido ahogado al mayor. Eso la emocionó e inmediatamente empezó un vaivén más fuerte, perforando a la mayor. Su ritmo era implacable, y su empuje profundo y feroz. Era la primera vez que sentía que Félix la quería partir en dos (y no se iba a quejar), su miembro se estrelló contra su punto más sensible y la hizo ver estrellas. Más gemidos salieron de sus labios,enloqueciendo al pelinegro.
—Querías esto, ¿no? —Félix gimió,sus ojos se cerraron por el placer. —Siempre me aprietas tan bien.
Samantha gemía incansablemente, intentando saborear el momento completamente, pero Félix se la estaba cogiendo como si se fuese a morir en ese segundo, la estaba llevando al cielo. La menor  cambió el ángulo de repente y comenzó a cambiar su ritmo pasando de rápido a lento y a profundo. El cambio hizo que su cuerpo se estremeciera.
—No importa cuantas veces te coja — le dijo, continuando sus estocadas. —Siempre quieras más, siempre necesitas tenerme dentro.
Félix presionó su pulgar contra el clitoris palpitante de Samantha.
—Sí, sí, sí... —gimió. —¡Me encanta que me cojas! 
Sus caderas de sacudieron contra la mano y el miembro de Félix y tuvo su primer orgasmo. El placer surgió por cada nervio y se contrajo contra el pene de su novio. El pelinegro gimió, cogiéndosela en medio del orgasmo como si no se hubiera corrido.
—Y no planeo detenerme pronto.
Félix estaba sudando, las venas en su cuello pronunciadas por el esfuerzo que estaba haciendo mientras se cogía a su novia, sus ojos salvajes, llenos de lujuria. Se salió completamente para luego volver a entrar con todas sus fuerzas.
—Dios, Félix... —gritó, y el pulgar de Félix regresó a su clitoris, frotándolo fuertemente.
Samantha se corrió de nuevo, y aún así, el mayor no se detuvo.
—Querías esto —afirmó, inclinándose sobre ella con una mano al lado de su cabeza. —Eres mi puta.
—Sie-siempre. —tartamudeó, aguantando la respiración. El placer casi convirtiéndose en dolor cuando Félix presionó la cabeza de su miembro contra sus paredes internas. De repente, Félix la volteó a ver, dejándola sobre su estómago y volvió a entrar en ella de nuevo. Su pene goteaba dentro de Samantha, mezclándose con su propio orgasmo. La menor gimió anticipando cómo se sentiría cuando Félix acabará.
—Te sientes tan bien, Samy... —le susurró al odio y luego dejó un camino de besos por su espalda. —Tan mojada, tan apretada... perfecta para mi.
—Estoy hecha para ti, bebé.
—Te amo —su voz era ronca. —Amo cogerte.
Félix la tomó por las caderas y le levantó el culo en el aire. La nueva posición hizo que Samantha gritara por milésima vez en la noche, con la esperanza de contener el próximo orgasmo y poder correrse junto a su novio.
Samantha podía sentir las caderas del pelinegro golpeándola contra cada empujón, su miembro presionándose dentro de ella más de lo que podía imaginar.
—Estás tan dentro —gimió.
Una de las manos de su novio se fue a una de sus  nalgas y la azotó con fuerza, el dolor inesperado solo aumentó el placer de Samantha. Félix siguió con sus estocadas profundas.
—Mierda —Félix se quejó. —Estoy cerca.
—Yo también. —Dijo jadeando, el aliento caliente de Félix en su cuello, su agarre apretándose cada vez más, su miembro palpitando dentro de ella. Era demasiado. Samantha gimió escandalosamente, empujando sus caderas hacia atrás para encontrarse con cada una de las estocadas de Félix. Con un último empujó, el pelinegro se corrió dentro de ella. La menor podía sentir su semen llenándola, goteando por su entrada y las sábanas, mezclándose con su orgasmo.
Félix siguió cogiéndosela suavemente a través de su orgasmo y llevándola en espiral hacia el siguiente. Samantha mordió la almohada, mientras el placer la arrastraba. El mayor aún se estaba corriendo dentro de ella, su pene palpitando con placer mientras la seguía llenando.
—Amo correrme dentro de ti, amo llenarte. Samantha jadeó en repuesta, sin poder formar alguna oración fuera de gemido.
—Un día de estos te voy a embarazar —prometió. —Te voy a llenar tanto que el plan B no va a funcionar.
El pensamiento en vez de asustarla, solo hizo que se excitara de nuevo. Parpadeó de nuevo, su vista un poco borrosa aún. Félix continuaba con un suave vaivén y se sentía maravilloso, podía sentir su semen goteando por su centro, sentía como si aún estuviera corriéndose.
—Félix... —fue lo único que pudo decir.
—¿Estás bien, amor? —preguntó, la dureza desapareciendo de su voz.
—Sí —asintió.
Félix se salió y Samantha se quejó al perder el contacto. Se recostó a su lado y atrajo a la menor a su costado, dejando un beso en su cabello.
La rubia miró hacia abajo y vio el miembro de su novio mojado, lleno de ambos orgasmos.
—Déjame limpiarte. —ofreció, sonriendo.
Antes de que Félix pudiera decir algo, Samantha envolvió sus labios en la punta de su pene. Instintivamente se puso duro de nuevo. Usó su lengua para lamer hasta la última gota de semen de su eje, degustando el sabor.
Samantha gimió alrededor de ella mientras Félix le cogía la boca. Sus manos se fueron a su cabello, ayudándola a subir y a bajar a lo largo de su pene.
—Voy a correrme de nuevo. —jadeó.
El mayor sonrió a su alrededor y empezó a chupar más rápido. Los sonidos húmedos de su mamada y los roncos gemidos de Félix llenaron la habitación. Una vez se corrió, Samantha se aseguró de tomarlo todo. El semen de su novio era espeso mientras se deslizaba por su garganta.
—Delicioso. —ya estaba limpio.
—Eres increíble. —susurró en sus labios cuando la atrajo encima de él.
—No puedo creer que rompieras mi vestido. —se rió para luego darle un beso.
—No me gusta sentirme celoso —la abrazó y se escondió en su cuello. —Tu eres la celosa, no yo. Samantha rió.
—Ya sé mi amor, pero no podía dejar pasar la oportunidad —tomó sus mejillas y dejó un pequeño beso en su nariz. —Verte celoso es rarísimo, pero excitante.
—Rivera Treviño... —era una advertencia, Samantha, entendió.
—Yo soy tuya —envolvió sus brazos alrededor del cuello de la menor. —Y tú mío. No lo olvides nunca.
—Nunca.

Dress [riverducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora