Capítulo 13

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El olor del hospital nunca ha sido de mi agrado, de hecho. He tenido que perder mi miedo a todo lo que tenga que ver con la medicina en este poco tiempo.

Y es que el crecer viendo a mamá hospitalizada a cada nada, en quimioterapias y ser testigo de los efectos secundarios que estas causaban en ella me hicieron odiar todo lo que tuviera que ver con la sala de un hospital.

Por eso papá siempre llevaba a alguien a que nos viera. Pero supongo que a veces la vida es tan caprichosa que te enfrenta a tu peor miedo para que sepas que eres capaz de superar eso y más...

Mi historia de amor... ¿Realmente llegaré a tener una? ¿O es en serio que he estado exagerando mi situación? ¿Sí soy una manipuladora? Porque muchas veces me creo que solo existo para presumir de mis privilegios y ser una mala persona.

Y es que se que no debo quejarme; por lo menos no frente a las personas. Pues mi generación tiene muy romantizado el tema de pertenecer a una familia de mafiosos.

Pero una vez que lo vives, te das cuenta que no es para nada divertido. Qué corres el riesgo de morir cada día y que estando en esta posición los chistes sobre la muerte no causan ninguna gracia. Que sobrevives cada día, y digo sobrevivir porque el miedo no te deja ser libre y tal vez. Es algo que permanezca en tí durante toda tu vida aún si te alejas de este camino.

Cuándo hablé sobre esto con Miriam en Francia, su respuesta fué: "No te entiendo, toda adolescente quiere fiesta, alcohol y todo lo que tienes a tu alcance"

Lo único que supe hacer fué sonreír y responder lo mismo que le he dicho a todos desde que tengo uso de razón:

"Cuándo creces rodeada de ese tipo de cosas; créeme que es lo último que quieres para tu vida"

—Por qué no despierta aún?— La voz de papá se escucha a lo lejos y mantengo los ojos cerrados inmersa en mis pensamientos.

—¿Quiere que llame al doctor?— pregunta Lucian dando pasos por toda la habitación. Llevan así toda la mañana, creo que si dan diez vueltas más se abrirá un hueco en el piso.

—Sí, córtale un dedo para que no sea tan ineficiente. Por Dios; lleva ocho horas dormida.

Al oírlo, abro los ojos preocupada y volteo hacia ellos tan rápido que mi cuello duele al hacerlo.

—Por favor dime que todo el personal tiene las partes de su cuerpo completas.

—Darya, bonita. Te traje flores— papá se acerca y me pasa las flores que gracias a la debilidad que he sentido desde que desperté no puedo agarrar. Entiende rápido así que las pone en la mesita de al lado.

—Las mías son más grandes, y de manzanilla. Eran las que siempre comprabas en Francia.

—Gracias, son muy hermosos los dos ramos— les respondo a ambos. Mi voz suena algo rasposa y mi garganta está reseca así que trago saliva y respiro lentamente para intentar sentarme.

Papá me ayuda y Lucian me sonríe con algo de melancolía.

—¿Tienes rato despierta?— pregunta e intento encogerme de hombros pero el dolor me lo impide — Ey, tranquila. Estás bien ¿sí?

—Hace cómo tres horas— Papá mira a Lucian y luego a mí, como detective que acaba de descubrir ese secreto que tanto le exigía el caso.

—¿Estuviste ignorándome tres horas?— pregunta luego de su escrutiño profesional.

—No, es que me daba pereza abrir los ojos— admito — y estaba pensando.

—Los dejaré solos— avisa Lucian y sale de la habitación dejándome bajo la mirada curiosa de papá.

—Te tiene loquita ¿no es así?— lo sonrojada que me he puesto por sus palabras parecen dejarme en descubierto. Pero sé que el no me gusta así que respondo segura antes de que pueda pensar otra cosa.

—No, es mi amigo y mi empleado. Nada más.

—Darya, te ví nacer, crecer y convertirte en la gran chica que eres. Te conozco lo suficientemente bien como para saber que Lucían te gusta.

—No me gusta— vuelvo a decir, esta vez con gesto serio — es decir, nunca siento mariposas en el estómago cuándo estoy a punto de verlo y puedo ser quién soy estando con el sin la necesidad de actuar mejor para gustarle. No me incomoda contarle secretos que otra persona juzgaría, así que no, no me gusta.

—Es decir, que no te produce ansiedad. Al contrario; con el te sientes en paz.

Esas palabras hacen que las cosas queden aún más claras en mi mente, pero me quedo callada intentando ordenar mis pensamientos y créame, ninguno es bueno.

—Darya, ¿quién eres?

—Un humano— respondo simple.

—Te pregunté quién eres, no qué eres.

—Ahhh ya, una Diosa bien preciosa.

—Cuando vuelva a hacerte esta pregunta. Quiero que la respondas con algo más de sensibilidad y madurez emocional ¿vale?

—Vale. ¿Cuándo puedo irme a casa?

—En unas horas, pero un médico y una enfermera irán con nosotros. Sabes que hay reacciones y efectos en la cirugía, estarás monitoreada en cada momento y no podrás ni bajar las escaleras sola ¿vale?

—Oye que estoy recién operada, no en coma— me quejo y el me da un abrazo de lado cuidando de no lastimarme el brazo vendado.

En la próximas horas me hacen estudios, chequeos y dan instrucciones para mi cuidado, así como también me dicen cuales pueden ser las reacciones a la cirugía; de eso no escuché nada claro. Por alguna razón sigo sintiendo que no soy capaz ni de hablar, creo que las fuerzas han decidido abandonarme para visitar un cuerpo que no coma tanta lasaña y mi claridad mental a un cerebro que no esté obsesionado con One direction...

En casa, se encargaron de preparar la habitación para mí. Ni siquiera pude bañarme, me quedé dormida en la tina y la enfermera tuvo que ayudarme. Algo por lo que al principio sentí vergüenza pero luego de una desmayadita se me pasó...

Siento mis ojos pesados y el sueño empieza a llegar cuándo oigo la puerta del cuarto abriéndose. Algo que supe diferenciar con el tiempo es quién entra a mi habitación, y para mí sorpresa son pasos nuevos. Así que intento abrir los ojos pero aún así la oscuridad no me permite ver.

—¿Cómo salió tu cirugía?

—¿Dan?— pregunto confundida, el sueño intenta dominarme pero muevo mi mano libre de vendas para asegurarme de que está aquí.

—Tranquila, solo quería saber cómo estabas. Te dejé algo con Lucian; te lo dará cuando te sientas mejor.

—¿Por qué estás aquí? Sí papá se entera te mata y yo prometí no volver a verte.

—Lo siento, Darya. De verdad lo siento; pero quiero que sepas que conocerte ha sido lo mejor que me ha pasado luego de perder a Blue.

—¿Por qué lo sientes?

Lo siguiente que oigo es una detonación y luego a Dan corriendo para saltar por la ventana.

Mi corazón se acelera e intento moverme pero el dolor de mi brazo me lo impide. Mi pecho empieza a cerrarse y siento que voy a hiperventilar cuándo escucho gritos fuera de la habitación.

—Busquen a la princesa de la Bratva, rápido— la voz de papá es desesperada. No pasa mucho tiempo antes de que el mismo venga y me cargue en brazos. Siento un líquido salir de mi nariz y por la reacción de Jora cuando viene a mi lado puedo imaginar que está sangrando.

—Lucian, llévatela.

Y eso fué lo último que escuché antes de caer desmayada; sí. Otra vez...

CARPE DÍEM ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora